Una de mis aficiones favoritas durante las vacaciones es viajar y descubrir lugares en los que nunca estuve pero de ellos bien me hablaron. A Luanco además tenía que ir para participar en la tarde rosa que la Perfumería Frascos, nuestro punto de venta en Asturias había organizado. Y una vez más mezclé trabajo y placer. El resultado fue precisamente el esperado placer. Placer de compartir un par de días con buenos amigos, placer de disfrutar de la rica gastronomía asturiana, su sidrina, y los aperitivos del norte. Placer pasear por las calles de Luanco en buena compañía, fotografiar a gusto, sin prisas, con pausas…
Luanco. Villa pesquera que se ha desarrollado gracias al turismo. Su Iglesia Parroquial de Santa María es Monumento Histórico Artístico desde 1992. De estilo Barroco, fue construída en el siglo XVII. En su fachada descata la torre del campanario que fue añadida en el XIX.
Personalmente llamó mi atención el largo soportal que se encuentra en uno de sus laterales, entre jardines, un crucero, la escultura de las plañideras y la playa.
Junto a la Parroquia se encuentra la gran casa o Palacio de los Menéndez de Pola (Bien de Interés Cultural). Ejemplo del Barroco asturiano y de su arquitectura civil, pertenece a una de las familias que fue más poderosa del concejo, comerciantes de madera a quienes el Rey Felipe II concedió varios terrenos en la comarca como saldo de una deuda.
Destacan en el paseo por Luanco sus casas y casonas de intensos colores y La Torre del Reloj, que data de 1705 y cuenta en su interior con 4 plantas unidas por escalera de caracol. La maquinaria del reloj es de 1920 y se encuentra en la última planta. Su puerta barroca es el único elemento decorativo y es punto de encuentro de los jovenes de Luanco.
Dos playas decoran la villa y un sencillo puerto remata la escena.
Para dormir. Hostal Los Laureles
Para comer, cualquier lugar es buen lugar en Luanco. Tuve la suerte de conocer el Tormentín, el Ancla donde tomé unas exquisitas zamburiñas y el Marino.
Gracias Antonio Grana propietario de Frascos por acercarme hasta Luanco y gracias a Julia y Emilio, los mejores anfitriones.
De regreso a Santoña parada obligada en la Basílica de Covadonga y en Cangas de Onís, con su puente romano y Don Pelayo guardando la puerta de la Iglesia de la Asunción.