Aparentemente nada tenían en común George A. Romero y Martin Landau. Bueno, que ambos forman parte de la historia del cine, cada uno en su propio punto cardinal, ambos bastante distantes. Esta nefasta última semana nos ha dejado otro poderoso elemento común: los dos nos han dejado con apenas unas horas de diferencia. Romero a los 77 años, víctima de un cáncer de pulmón, y Landau por complicaciones, cosas de la edad (89 años), derivadas de una fugaz hospitalización. Como el destino, la casualidad, llámenlo azar si quieren o, si nos ponemos poéticogafapastas, los espíritus amantes del séptimo arte han querido así que compartieran la luctuosa fecha, entrelacemos también desde aquí el sentido recuerdo…

Martin Landau fue uno de los grandes secundarios de la era dorada de Hollywood, extendiendo su carrera hasta bastante después. En 1959 tiene la suerte de formar parte del reparto de nada menos que Con la muerte en los talones, de Hitchcock, algo más que el más grande maestro del suspense, y en 1994 recibió un Oscar encarnando a Bela Lugosi en Ed Wood, a las órdenes de Tim Burton. Si esto no fuera suficiente para que tomemos consciencia del calibre de su figura, mencionemos de paso que además del citado premio fue nominado a otro Oscar por Tucker: un hombre y su sueño, de Francis Ford Coppola, protagonizó la serie de televisión Misión Imposible, emitida entre 1966 y 1973, papel que le valió el Globo de Oro, e impartió clases de interpretación a futuras estrellas como Jack Nicholson o Anjelica Huston.
Siento pues las malas noticias para aquellos que fueran ajenos a que hoy el mundo tiene un buen par de talentos menos, pero era justo y necesario que desde aquí nos hiciéramos eco. Como se suele decir, sinceramente y sin ánimo de caer en el humor negro fuera de lugar, descansen en paz.
