"Los nacionalismos se curan viajando. (Miguel de Unamuno)"
Antes de partir, el sabio le dijo al viajero: "No te olvides que el viajero se vuelve sabio cuando mantiene en su conciencia constantemente que es un viajero, que está de paso en este mundo, que lo permanente está dentro de él, sus valores, sus cualidades. Toma tus precauciones ya que a veces se presentan obstáculos; hay que tener en cuenta que hoy en día encuentras a muchos que se han cansado de ser niños y han querido crecer abruptamente, pero de nuevo quieren volver a ser niños; que otros han perdido su salud por buscar riquezas y hoy gastan sus riquezas para restaurar su salud; que muchos por pensar ansiosamente en el futuro se olvidan de vivir el presente; que otros viven como si nunca se fueran a morir y luego mueren como si nunca hubieran vivido".
Viajero incansable, Heródoto, en cada país que visitaba, se maravillaba
de todo lo que encontraba, y se interesaba por el origen de lo que estaba
presenciando. Y así fué, a base de preguntar a los posibles testigos del
acontecimiento, investigando en todas las fuentes de información
posibles y lo más importante, registrándolo todo sin distinción, así sea
la versión más aceptada y simple de un caso, como la explicación más
fantástica y maravillosa del mismo, como el padre de la historia, podía al final tener un
panorama más esclarecedor acerca de cada suceso.
Yo no espero que los viajero seamos como Heródoto, pero si espero que nos atrevamos a maravillarnos de todo lo que encontremos en nuestos viajes,
imaginemos que lo estamos descubriendo todo por vez primera: lo que observamos
no tiene una razón exclusiva para ser del modo en que lo experimentamos,
es decir, las cosas siempre pudieron haber sido de cualquier otra manera. Es imprescindible dudar entonces de la explicación común para cualquier objeto, y dejar volar la imaginación acerca
de qué otra manera pudo haber llegado a tener, ese mismo objeto, el
sentido que ofrece ante nuestra conciencia.
Me encanta viajar.