Luis Banchero Rossi, nació el 11 de octubre de 1929 en Tacna. Sus padres fueron Juan Luis Banchero –dueño de una pequeña bodega de vinos y aguardientes llamada “El Carrión”– y Florentina Rossi, ambos de origen italiano. Una vez culminada la secundaria su padre tuvo la intención de encargarle la dirección de la bodega, en cuyo funcionamiento el entonces adolescente de 17 años había ayudado desde pequeño. Su madre, sin embargo, no estuvo de acuerdo con esta modesta perspectiva para su hijo y escribió a su hermano Benito, quien residía en Trujillo, pidiéndole que acogiera a su sobrino que ya había terminado su educación secundaria. El pedido fue atendido favorablemente y el futuro próspero industrial ingresó en 1947 a la facultad de Química Industrial de la universidad liberteña. Siendo aún estudiante, incursionó en diversos negocios y actividades comerciales y, estando por culminar su carrera, se convirtió en representante de ventas de la producción de melaza y alcohol de la hacienda “Laredo”. Vendió después lubricantes para la empresa Manucci, de la cual en poco tiempo se hizo socio. En 1956, a la muerte del gerente de la firma, Carlos Manucci, le planteó a su viuda cambiar sus acciones en la empresa de lubricantes por una fábrica de envasado de pescado de propiedad de Mannuci, ubicada en Chimbote. Con una acertada visión empresarial, transforma la fábrica de envasado en una planta de procesamiento de harina de pescado, producto que se convertiría en el de mayor exportación del país en los siguientes años.
Concluye en Lima sus estudios universitarios e inicia una exitosa trayectoria empresarial. En 1971 sustenta B en la universidad de Trujillo una tesis sobre un “Proyecto de una planta de congelación y conservación de túnidos”. El primer día del año 1972 es asesinado en su casa de campo de Chaclacayo, a la que había concurrido acompañado de su secretaria Eugenia Sessarego. Ésta y Juan Vilca Carranza, hijo del jardinero de su mansión, fueron sentenciados a prisión por el homicidio, aunque los detalles y el grado de culpabilidad de cada uno de los implicados nunca llegaron a ser totalmente esclarecidos. Las repercusiones del crimen del industrial fueron de tal magnitud que dieron lugar a semanas de titulares de primera plana dando cuenta del juicio e, incluso, a la publicación de una novela del periodista Guillermo Thorndike, titulada precisamente El caso Banchero (1973).