Hace unos días el mundo volvió a estremecerse lleno de terror e indignación a causa de un nuevo atentado terrorista musulmán, esta vez en la ciudad de Bruselas, Bélgica. Las investigaciones apuntan a fanáticos religiosos cuyo motivo para causar estas horribles masacres es, a todas luces, puramente religioso. Como resultaría obvio, para aquellos de nosotros que solo expresamos nuestra solidaridad con las víctimas a través de internet, los ensayos críticos sobre la situación actual del islam comienzan a multiplicarse. En este contexto, el periodista mexicano Luis González de Alba publicó una visceral reflexión sobre la islamofobia, o como él la llama, "islamo-odio."
Hay dos puntos en los quisiera concentrarme del escrito de González de Alba: primero, su actitud declaradamente (por él mismo y por sus detractores en redes sociales) de islamofóbica; y segundo, la censura que este periodista y divulgador sufrió en Twitter luego de que su cuenta fuera bloqueada. Comencemos.
Iniciando su escrito, González de Alba comete el primer error (tal vez perdonable si usted sigue la lógica de su mensaje): afirma que la islamofobia es el miedo al islam; inmediatamente nos dice que lo que siente es odio "profundo, irrefrenable y justificado odio, abominación, execración y horror." Bueno, eso es justamente la islamofobia. Si la homofobia fuera el miedo a los homosexuales, tendríamos a los homofóbicos escondidos bajo la cama y no matando homosexuales alrededor del mundo, ¿no? Pues eso mismo pasa con la islamofobia, aunque eso sí, los periodistas, comentaristas, políticos y demás que suelen ser acusados de islamofobia, hasta donde sé, nunca han matado, ni siquiera agredido, a ningún musulmán. Esa es una diferencia importante que hay que señalar a la hora de hacer comparaciones con otros grupos discriminatorios.
En su segundo párrafo el periodista comienza con algunas muestras de por qué el mensaje estilo "Islam is love" resultan más que solo falsos, son en realidad el discurso de los "tontos útiles." Si bien, es innegable la relación (o la fuente) del terrorismo con los principios del islam, las afirmaciones de González de Alba bien podrían interpretarse como una falsa generalización, evidencia de un escrito ambiguo cargado emocionalmente en exceso.
Una prueba más de esto es su tercer párrafo, colocado aquí como la cita con la que abro mi escrito, y con el que concluye que "los" musulmanes "Así son." ¿Así son? ¿Cuántos? ¿Todos? Bélgica es el país europeo que alberga más yihadistas, pero los atentados de hace unos días fueron realizados por unos pocos terroristas. También es cierto que existen preocupantes estadísticas sobre la visión de los musulmanes alrededor del mundo sobre distintos temas, como el asesinato de apóstatas (son más de los ques que podría imaginar que están de acuerdo con matar infieles que dejan el islam). Pero generalizar sobre la comunidad islámica, asegurando que todos "así son" parece mostrar un sesgo producto de sus emociones, más que de argumentos racionales o investigación social.
Algunas líneas más abajo, González de Alba hace un llamado a los musulmanes liberales, gente que, a pesar de profesar el islam, se siente horrorizada e igual de indignada que cualquiera de nosotros con lo ocurrido:
Hay musulmanes horrorizados, gente buena hay en todas partes, que salen a las calles con letreros: “No en mi nombre”. Pues seguirá siendo en tu nombre si no los denuncias. Yo sería el primero en denunciar mexicanos que tramaran volar el Golden Gate para que México recuperara California, perdida en 1848.islamofílicos suelen olvidar, es que el fundamentalismo inherente a grupos como el Estado islámico, no solo es una amenaza para los "de Occidente". Los terroristas religiosos son una amenaza para todo el mundo, incluyendo a los de su mismo credo que no comparten la interpretación fanática de la moral y la religión. González de Alba es acertado al hacerles notar a los musulmanes liberales este punto de que, si no se denuncian, si se quedan con los brazos cruzados, el que digan que lo que pasa no es en su nombre, no sirve de nada.
Esta parte solo un fanático podría estar en desacuerdo, aunque justamente parece una contradicción en este llamado que hace el citado periodista y sus afirmaciones anteriores. Una cosa que justamente los
Por los siguientes párrafos González de Alba continúa expresándose sobre este punto, casi como si estuviera regañando a alguien en persona. Pero en su penúltimo párrafo este respetado periodista deja caer esto:
“No en mi nombre”, claman buenos musulmanes sin éxito. Contra los curas, reyes y princesas el único discurso efectivo fue el golpe de la guillotina. Eso deben aplicar en sus respectivos países en vez de salir huyendo a buscar refugio donde hay libertades que no han sabido imponer en ellos. Deben ir los alemanes a pelear por los derechos civiles y democráticos de los sirios mientras los sirios refugiados toman café en Berlín, dice buena caricatura viralizada en internet.¿Acaso piensa González de Alba que esto que pasa es por culpa de esas personas que buscan refugio en los países europeos? Vamos, que lo que aquí puedo entender, es que está diciéndoles a los refugiados que se regresen a sus países de origen y hagan guerra civil, más guerra y más violencia de la que justamente están huyendo. Y hasta donde entiendo, están en todo su derecho a huir de monstruos armados que no tendrán misericordia alguna, a pesar de profesar la supuesta "religión del amor."
Por último, González de Alba concluye así su escrito:
Y las almas bondadosas de Dinamarca, Francia, Montreal y Berkeley exigen respetar las diferencias de los refugiados. Eso deben hacer los refugiados, no los anfitriones: respetar las costumbres de la casa que te da lo que no tuviste en tu propio país. Limosneros con garrote.No, los refugiados no son ni limosneros ni con garrote, y no solo los refugiados, sino también los anfitriones están obligados a respetar las costumbres, y sobre todo, los derechos de su prójimo. Los refugiados a los que González de Alba llama "limosneros con garrote", son seres humanos y por tanto, poseen los mismos derechos que cualquier europeo que les abre la puerta de su casa. No porque yo le abra las puertas de mi casa a alguien, voy a humillarlo, para que luego se queje de mí y yo le responda cínicamente "limosnero con garrote". Así no funciona el juego, y así no es lo que nosotros "en Occidente" llamamos ser civilizados.
Como se puede notar, son varios los puntos con los que no estoy de acuerdo con Luis González de Alba, lo que nos lleva al propósito número dos de este escrito: la libertad de expresión. Podría estar en total desacuerdo con González de Alba (que no es el caso), riéndome de él pensando que sus viscerales afirmaciones no son más que el reflejo de una persona intolerante que por fortuna no es escuchado por aquellos que se encuentran al otro lado del Atlántico viviendo en carne propia los horrores de la guerra y el terrorismo (y no, tampoco es el caso). Aún cuando fuera así, yo no podría ser capaz de colaborar en acto alguno para censurar a este escritor valiente; equivocado, muy equivocado, pero valiente.
Esa es justamente la diferencia entre nosotros y los intolerantes fanáticos que volaron en varios pedazos privando de la vida a muchos otros que no pensaban igual que ellos. Tolerancia no es ignorar aquello que nos desagrada de los demás, sino que es enfrentar cara a cara eso que nos desagrada, tener la valentía de decirle a nuestro prójimo que nos desagrada por x o y razón, y ver que nuestro prójimo es capaz de respondernos con palabras (igual que nosotros) sin temor a que nos golpee o, peor, nos mate. Me siento decepcionado de las palabras de González de Alba, pero no por eso voy a buscar dónde vive (y mira que vivimos en la misma ciudad) para amenazarlo o algo peor. Prefiero hacer un escrito para responder al suyo, esperando que los lectores de ambos sean capaces de razonar correctamente sobre estos temas actuales que tanta tensión nos provoca.
Es justamente por eso que soy incapaz de entender cómo es que un puñado de personas que, estoy casi seguro, se creen tolerantes, racionales y críticos, hayan sido capaces de buscar censurar una voz como la de González de Alba, que a diferencia de un radical islámico, ataca solo con palabras. Palabras, nada más. Me parece preocupante pensar que de este lado del mundo donde nos solemos enorgullecer por no ser tan fanáticos, como los asesinos del Daesh, hagan una de las cosas que más valoran aquellos fanáticos: censurar, buscar callar a aquel que no está de acuerdo con lo que uno cree. Eso no habla bien de aquellos que creen son ejemplos de una moralidad moderna y civilizada, que se supone apoya la posibilidad de una era de ilustración en Medio Oriente, ¿o sí?
El debate seguirá su camino. Los refugiados seguirán llegando a Europa (tal vez con más terroristas infiltrados, sin duda alguna). Aquellas naciones que se dicen "de primer mundo" intervienen hoy en día, luchando contra el terrorismo del Estado islámico (algunos dirán que con otros oscuros propósitos. En cuanto puedan demostrarlo, por favor me avisan). El fundamentalismo religioso, propio de la Edad Media, es hoy una amenaza muy viva, tal vez igual (o hasta más) de grave que la hambruna, el incremento de la desigualdad económica y el calentamiento global. Sin embargo, no creo que se aporte algo a la solución con un discurso tan vago, que se presta a malas interpretaciones, como el escrito declaradamente islamofóbico (¿o islamodioso?) de Luis González de Alba.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
*"¿Islamofobia? ¡No: islamo-odio!" artículo de Luis González de Alba.
*Las entradas "Islamophobia" e "Islamophilia", en la RationalWiki, con interesante material para aclarar algunos puntos importantes en el debate actual.
*"The false dichotomy of Islamophobia", ensayo de Massimo Pigliucci publicado en Scientia Salon.
*"Why Islam?", artículo de Michael Shermer publicado en el blog The Moral Arc.