Los domingos son mis días favoritos para follar contigo.
Tal vez sea por la tristeza que siento en las tardes dominicales.
Recordando los días nublados en los que tus palabras solían excitarme.
Siempre odié tus discursos, palabras represivas, mecanismosde defensas, evitaciones.
Pero en el cielo gris siempre está tú desnudez
el olor a tierra, el sabor a tu pene húmedo
que es igual a un fósforo doblado dando fuego a una vela.
Haciendo renacer las chispas de nuestra intensa cogida
a la luz de la luna llena del Mediterráneo.
Fue la última vez en que tus ramas se entrelazaron con las mías.
Unos besos indiferentes en los que nuestras salivas
humedecieron nuestros pensamientos.
A ti para confirmarte que tu vida era un espejismo que ocultaba tus bajos deseos.
A mí para confirmarme que cada vez que follábamos era parte del proceso
creativo, de eso que tú solías llamar artista.
A nosotros para construir símbolos y metáforas en nuestra escritura,
una manera sutil para tocarnos y convertirnos en recuerdos
de tardes lluviosas y amantes recalentados.
Los domingos suelen ser mis días favoritos para follar contigo.
Evoco la magia de un lunes mojado.
Por. Kristal M. Rivera González
Ahora sé
que el poema, antes de ser las líneas trazadas
con prisa,
es la conversación en el café,
la sonrisa azul de Blanca Luz,
la muerte de este hombre,
el apretón de manos o la vida entre dos.
Ahora sé
que trazar estas líneas
no es
sino la forma última de hacer la poesía,
el último acto del poema,
la función de trasplantar la vida a la hoja.
La poesía empieza en todas partes
y termina siempre en los papeles.
Por: Luis Rogelio Nogueras