Revista Cine
El negocio de las viudas
Una de las parejas de embaucadores más simpáticas de la historia del cine (y seguramente las más entrañable) es la que formaron Ryan O'Neal y su hija Tatum O'Neal en la película Luna de papel, de Peter Bogdanovich, que acababa de juntarse con Francis Ford Coppola y William Friedkin para fundar "The Directors Company", que fue un acuerdo de producción con Paramount Pictures para dar a los directores carta blanca mientras se ciñeran al presupuesto. Con esta película, Bogdanovich volvió a rodar en blanco y negro después de que ya lo hiciera en 1971 con su famosa La última película, aunque la diferencia más notable entre las dos es que esta última no ha envejecido muy bien, al contrario que la película de la peculiar pareja, una fabulosa road movie que contiene humor, algo de acción, un poco de suspense, y muchos más detalles que habrá que destacar, dirigida por un Bogdanovich en estado de gracia.
La historia se ubica en la década de los 30, la época de la Gran Depresión en Estados Unidos, concretamente en el estado de Kansas. En el inicio vemos a una niña junto con dos mujeres y un sacerdote en un cementerio en medio del campo. Al parecer ha muerto la madre de la cría y solo le queda un familiar, la hermana de la difunta que vive en St. Joseph, en Misuri, cerca de la frontera con Kansas, y eso es lo que le comenta una de las mujeres al hombre que llega en ese momento al entierro, Moses Pray (Ryan O'Neal), un vendedor de biblias que al parecer conocía a la mujer fallecida. Y al saber que él se dirige a St. Luis, que tambíen se encuentra en Misuri, los demás le piden que haga el favor de llevarse consigo a la pequeña para llevarla con su tía. Entonces él decide hacerles caso ("ante los ojos del Señor no tengo alternativa") y se la lleva con él. Poco después sabremos que la incorporación de la nueva compañera de viaje ha sido algo planeado por Moses ya que en su siguiente parada irá a chantajear a un hombre al que le dice que su hermano borracho atropelló a la mujer muerta y por eso le pide dinero como chantaje si no quiere que vaya a un abogado. Al final consigue 200 dólares y es ahí cuando empezará la relación tan entretenida para el espectador entre Moses y la pequeña llamada Addie Loggins (Tatum O'Neal), de nueve años. Ella ha oído toda la conversación de antes entre los dos hombres y reclamará a Moses que le de esos 200 dólares y esto es un detalle que se irá repitiendo durante la historia, igual que ella crea que él es su padre por el parecido de su barbilla.
Pero el tema central de la historia viene debido a la crisis económica que afecta a casi todos los ciudadanos del país, de ahí que Moses Pray se intente ganar el pan de una forma u otra, aunque más concretamente se hace pasar por un trabajador de una editora de biblias de Kansas para timar a las viudas a las que les vende ejemplares en edición de lujo dedicada a ellas precisamente por sus esposos difuntos. Para ello, Moses mira el periódico para sacar la información diaria de todas las posibles casas a las que visitar. Y en ese negocio Addie se unirá demostrando a Moses sus artes para el timo, llevando además todas las cuentas del dinero que van ganando. Y es que pronto uno se da cuenta de que ella es mucho más picarona que él, algo que dará mucho jugo a la historia.
La historia está adaptada por Alvin Sargent basándose en la novela llamada Addie Pray, de Joe David Brown, y la verdad es que contiene un guión formidable y unos buenísimos diálogos, además de un ritmo que casi no decae en ningún momento, salvo un tanto con la aparición de Trixie, un personaje femenino bien interpretado por Madeline Khan al que Bogdanovich también sabe darle algo de profundidad y carácter, siendo protagonista de alguna escena para recordar. La localización de la película es ideal, con esos parajes áridos y desérticos de las llanuras del este de Kansas combinados con las casas de los pueblos que van encontrando a su paso, sin más banda sonora que la música de la época que se oye de fondo de la radio de Addie o de cualquier bar al que entran. Precisamente, es en esa radio donde ella oye el programa semanal que el cómico estadounidense Jack Benny empezó a hacer en 1932, algo que sirve aún más para ubicar perfectamente la historia en el tiempo, igual que la simpatía que Addie le tiene a Franklin D. Roosevelt, recientemente elegido Presidente de los Estados Unidos, o la parte tan interesante que veremos más adelante relacionada con la Ley Seca de entonces. Y por supuesto, no hay que olvidarse de la gran dirección de Bogdanovich, que mueve la cámara con maestría y consigue una puesta en escena casi inmejorable, además de la magnífica fotografía de Laszlo Kovacs, que contribuye aún más al buen sabor de boca que deja esta encantadora película.
Hay que mencionar que fue el primer papel en el cine de Tatum O'Neal (el único destacable de su carrera) y con el que ganó el Oscar como mejor actriz de reparto, siendo la persona más joven en ganar un Premio de la Academia. Pero es que es de elogiar la naturalidad que desprende para representar a esta niña seria y astuta a la que, sorprendentemente, le gusta fumar, y que por su manera de vestir y su corte de pelo recuerda más a un chico que a una chica. Y fue Polly Platt, la ex-esposa de Bogdanovich, la persona que le recomendó que diera un vistazo al guión que había acabado el mencionado Alvin Sargent y la que también señaló tanto a Tatum como a Ryan como la elección ideal para la pareja protagonista. Y gracias a esa inteligente recomendación, el espectador puede disfrutar, entre otras muchas cosas, de la gran química que hay entre ellos, de las muchas experiencias inolvidables que vivirán juntos, y de los líos en que se meterán (de los que intentarán escapar a toda costa) y de los que el espectador será tan partícipe que querrá volver a formar parte de ellos.
"Una entrañable road movie, protagonizada por una pareja inolvidable, de la que no es de exagerar decir que es una de las mejores películas de los 70"