Cuando ayer el aliento era misterio
Claudio Rodríguez
Éramos minúsculos bajo el pesode una luna roja y ensangrentada;
según las explicaciones científicas
el reflejo del sol y la cercanía
a marte visible desde la orilla
de un río que nos anuda al tiempo.
El agro inmune a tanta belleza,
los agricultores iluminabanlos maizales ajenos al eclipse.
Y nosotros a un lado del camino
sentados sobre el capó del coche,como personajes de Jack Kerouac.
Decías: pásame la Mahou sin
perder de vista la oración de luz,el canto cromático de las afueras
y un cigarro iluminaba tu rostro.
Qué importaba la guardia civil
o el celoso calendario laboral,el halo infinito de Saturno
si éramos el reflejo al rojo vivo
de un bucle no lineal de la galaxia.
Todo volvía a su estado natural,
la luna al brillo blanco inmaculadoy nosotros a casa en nuestro coche.
Avanzamos entre el maíz y el pueblo
y tú dijiste: esto sería imposibleen las ciudades: contaminación
lumínica y distancias insalvables.
Un cartel de se vende. El futuro.