Sigue agosto y parece que fue ayer, con el Gobierno en los toros dando ejemplo de lo que hay que hacer, Merkel de vuelta de sus vacaciones en la isla italiana de Ischia y Mario Draghi (BCE) y Christine Lagarde (FMI) en paradero desconocido pero con los motores del aire acondicionado en los despachos oficiales a toda máquina. Agosto ha dejado de ser lo que era: un mes en que sentirse como Curro en el Caribe, de despreocuparse mientras se saborea un helado o un mojito, a gustos, en la orilla del mar o en el borde de la piscina, desconectados y relativizando una realidad asfixiante. Agosto es un mes también de calores y sofocos, no ya sólo por el cambio climático, que también, sino porque, literalmente, el país se quema estos días. Deben ser los recortes, que también diezman el número de árboles. Y ya no somos sólo nosotros, víctimas de un bullying institucional casi perpetuo, de un mobbing de los caseros de este casino patera donde malvivimos para que abandonemos nuestras posiciones. No había nada conseguido, y para demostrar que todo es susceptible de ser arrebatado, nada mejor que predicar con el ejemplo y luego irse a los toros, o de caza, o a misa a ver qué manda Dios ahora.
Y entre el segundo y el tercero de la tarde, entre incendio dentro y fuera, también en los espíritus, salta la chispa intencionada, provocada por la última tropelía y el fuego se cuela entre burladeros. Para azuzarlo, entre otras cuestiones, está lo que serán los fundamentos de derecho de una futura ley del aborto también recortadora, también de libertad personal y colectiva y de elección. Frente a la bandera del Yo con mi cuerpo hago lo que quiero el ejército enemigo se hace fuerte en la plaza y ataca de frente y por los costados con un vapuleo constante hasta el punto de que ya no sabemos ni qué hacer con nuestro cuerpo ni adónde dar a parar con nuestros huesitos.
Miraba hace pocas horas la luna menguante, también ella, con un Venus más brillante que nunca no muy lejos, a unos tres centímetros. Venus, la diosa del amor y de la belleza, de la fertilidad, se burlaba de nosotros, allá arriba brillante hasta el insulto, altiva la diosa y también el planeta, lejos de nuestras leyes castradoras. Y ya son legión los que pueden ver más trozo de ese cielo que busca espacio entre sobreáticos, antenas, torres de electricidad, depósitos de agua, chimeneas y cúpulas. Ya no tienen nada que les censure el espectáculo, y se han acabado los recursos para tenerlo. No hay techo para las víctimas del mobbing social, económico, humano… expulsados ahora de un paraíso que les dicen que existió pero que nunca conocieron.