¡Hola, Toni!
Te voy a hablar de mariposas. Sobre sus alas.
El día que empecé a escribir El viaje de Pau fue como ese insignificante aleteo de mariposa que acaba teniendo consecuencias impredecibles. Queda muy poético, pero en realidad es lo que pasa continuamente en el mundo, cada acción que alguien realiza repercute en su futuro y en el de otras personas.
Yo decidí un buen día, no hace demasiado tiempo, algo más de cuatro años, que quería ser escritor y que iba a hacer todo lo posible por ganarme la vida con ello. La segunda parte de la proposición no sé si llegará a cumplirse, pero la primera ya la he hecho realidad. Y es bonito, muy gratificante, ser consciente de que lo que uno escribe es leído y apreciado por gente muy diversa de cuya existencia probablemente no habría tenido conocimiento jamás, de no ser por aquella decisión.
El efecto mariposa ha propiciado, por ejemplo, que la semana pasada conociera en persona a Carla Paola Reyes, la joven mexicana que en uno de sus infinitos aleteos mentales dio vida al proyecto ‘Salto al reverso’. Escribir El viaje de Pau fue una de las causas principales de que abriera este espacio en la red, en enero de 2013, y, por tanto, de que poco después me uniera a esa hermosa comunidad virtual de apasionados por las letras y otras disciplinas artísticas.
Carla estuvo visitando Barcelona la semana pasada, acompañada de su marido, Javier, y de un amigo, Luis. Obviamente, no podía dejar pasar la oportunidad de que nos viéramos e, incluso, de hacer turismo juntos por el centro de la ciudad. Se apuntó a la excursión otra integrante de la familia Salto al reverso, Mayca Soto, a quien fue un gustazo conocer. No se prodiga demasiado, pero sus textos, que publica en ‘El gris de los colores’, merecen mucho la pena.
Callejeamos por el Born y el Barrio Gótico, y hablamos sobre el tristemente fracasado proyecto para publicar la revista de ‘Salto al reverso’, que en verdad no es un fracaso, sino un aprendizaje de cara al futuro y, probablemente, como le dije a Carla, que había depositado muchísima ilusión y montones de horas de trabajo en la iniciativa, la oportunidad para poner en marcha otras ideas que había dejado aparcadas. Me encanta la gente que mira siempre adelante, sin olvidar de dónde viene, pero sin desperdiciar el tiempo en lamentos que sólo paralizan. Y si ya lo sospechaba, ese rato que pasó volando me acabó de confirmar que Carla desborda energía y buenas ideas.
Con Mayca Soto y Carla Paola Reyes junto a la Catedral de Barcelona. Presumiendo de camiseta.Intercambiamos regalos. Yo recibí una camiseta de ‘Salto al reverso’ (que llevo puesta en el momento de teclear estas líneas) y ella se llevó un surtido de mis novelas. Y quién sabe, quizás aquel primer aleteo literario acabe teniendo repercusión también entre los lectores mexicanos. Si alguno quiere mis libros en papel, Carla se llevó unos cuantos. Si la cosa sale bien, quizás ya tengo distribuidora americana, jajaja.
El aleteo de una mariposa es una acción casi invisible, como lo es escribir unas líneas en un cuaderno. Pero si, según la teoría del caos, el movimiento de esas frágiles alas puede ser el origen de un huracán, las palabras que en el momento de escribirlas uno no sabe si llegarán a ser leídas, en mi caso han dado origen a sólidas realidades. Y no me refiero sólo a los libros que descansan en estanterías de cientos de hogares, sino a las relaciones humanas a las que aquella “osadía inconsciente” (hay que ser un poco osado y, probablemente, muy inconsciente para lanzarse a la autopublicación) ha dado lugar. Conocerte a ti, por ejemplo.
Otro escritor que sueña con serlo fuera de su imaginación y dedica horas y horas a leer y a crear, a aprender a ser el mejor escritor posible. Aunque ya lo sabes, quiero decirte una vez más que este apoyo mutuo, los largos emails de disección de nuestros trabajos, estas cartas públicas, nuestras charlas casi (o sin casi) filosóficas, me han ayudado mucho. Creo que los autores invisibles necesitamos saber que hay otros autores invisibles, que, como nosotros, disfrutan, se preocupan, padecen, sueñan. A mí me reconforta comprobar que hay luchadores (y luchadoras) que se labran un camino a pulso, con tesón y profesionalidad, cuyo primer objetivo no es vender muchos libros, sino mejorar, y que no desesperan porque su nombre siga siendo desconocido.
Por eso me alegra tanto que hayas conseguido publicar tu primer libro en papel. Más allá de los números, es un logro que, gracias a tu trabajo, y sólo a tu trabajo, una editorial haya decidido apostar por ti. Ediciones Hidroavión ha acertado fichándote, y si mi consejo tuviera alguna validez, yo les diría que te mimen, porque hay pocos escritores con tu talento. Lo digo en serio. Ya sabes que a mí el currículum me importa poco. Lo que valoro es que lo que leo me atrape. Y aunque últimamente me esté acostumbrando a leer tus relatos con ojo de editor cabrón, no puedo evitar disfrutarlos igual.
Aquel aleteo en tinta azul que empezó en un pequeño cuaderno, en el autobús, con la convicción de que acabaría convirtiéndose en mi primera novela, pero con un desconocimiento absoluto de la realidad del mercado editorial, ha llegado muy lejos. Nada menos que a la Patagonia argentina. Ya conoces la preciosa experiencia de la que el Colegio 723 de Comodoro Rivadavia me ha hecho partícipe. Le he dedicado algunos posts en ‘la recacha’, no los suficientes, sin embargo, para agradecer tanto cariño.
Faltaba la repercusión mediática, que también ha llegado, gracias a la entrega de la profesora Teresita Díaz Tuss con el proyecto. El diario argentino ‘Crónica’ le reservaba media página hace unos días. Me alegro sobre todo por los chicos, porque sé que han puesto todo su empeño en realizar un buen trabajo. A ver si ahora consigo alguna repercusión en la prensa de aquí, no como operación de marketing, sino porque creo que el proyecto realmente lo merece.
Mis aleteos no han sido tan insignificantes, después de todo. Incluso me han proporcionado algunos momentos de gloria, como invitado en eventos literarios. Dentro de un mes tendré una nueva ocasión para desplegar mis dotes como orador, en el III Congreso de Escritores, que organiza la Asociación de Escritores Noveles en Gijón. Seré el moderador de una mesa redonda con invitados de mucho nivel, justo después del acto de inauguración, que irá a cargo de un hombre al que admiro profundamente: el escritor, profesor, filósofo y lo que él quiera, Emilio Lledó. Será muy emocionante escucharlo en directo.
En los últimos cuatro años de vuelo he tenido tiempo para aprender mucho, para exponer mi trabajo, para hacer amistades y para reconocer la buena labor de un buen puñado de profesionales que difícilmente saldrán en los periódicos ni en programas de televisión en prime-time. También me he dado cuenta de la realidad del mercado editorial y de la ingente cantidad de tiempo y esfuerzo que un autor independiente debe dedicar a promocionarse para conseguir un mínimo de atención.
Hemos hablado de ello largamente y sabes que cada vez me produce más pereza ponerme a ello. Todavía no tengo claro que la inversión valga la pena, y lo que sí tengo claro es que no vale la pena preocuparse demasiado. Prefiero escribir y, llegado el momento, ya pensaré qué hago con lo que vaya creando.
Tengo dos novelas a medio escribir. La policíaca que en mi desmesurado optimismo me planteé acabar antes de final de año, y la que empecé con el objetivo de presentar al concurso de autores indies de Amazon. Evidentemente, una novela no se puede escribir en dos meses, así que ahí está, esperando a que la retome.
Me he puesto, además, con una nueva historia por entregas que voy publicando en ‘Salto al reverso’, sin más pretensión que divertirme escribiéndola. Y en mi cabeza va rondando la segunda parte de Memorias de Lázaro Hunter, aunque, para serte sincero, viendo el “entusiasmo” que ha despertado la primera, tampoco tengo prisa.
Es lo que decía, seguramente he perdido la ilusión inocente del principio, y ya no me compensa la labor machacona de ir promocionando mis maravillosas creaciones literarias. Tiene gracia, por eso, que la que más éxito ha logrado en formato digital, La cooperante, sea, con diferencia, la de menor calidad. Cosas del mundo virtual.
La cuestión es que, si todo va bien, pronto ralentizaré el ritmo de escritura. No porque vaya a arrojar la toalla, ni mucho menos, sino porque me he implicado en un proyecto periodístico que empieza de cero, al que sospecho que voy a dedicar muchas horas en los próximos meses. Soy escritor, y periodista. De la literatura no se puede vivir; del periodismo, sobre todo el independiente, a duras penas. Este proyecto me hace ilusión, voy a estar en él desde su gestación, y confío en que saldrá bien, así que dispondré de menos tiempo para escribir ficción. En cualquier caso, seguiré haciéndolo, sin prisas, sin la presión de acabar otra novela que signifique una nueva oportunidad de, quién sabe, ganar algo de dinero.
Si todo sale bien, me será imposible mantener el ritmo de una novela por año. Quizás me decida por fin a probar suerte en el circuito tradicional, es decir, a picar en la puerta de alguna editorial. No sé, ya veré. Tomaré las decisiones a medida que se vayan presentando.
Y ahora que lo pienso, incluso esta nueva oportunidad laboral tiene que ver con aquel primer aleteo. Si no se me hubiera ocurrido abrir el blog y escribir en él con total libertad sobre los temas que me apetece, probablemente nunca se habrían dado las circunstancias para llegar a formar parte del proyecto.
La conclusión es clara, amigo: nunca dejes de batir las alas.
¡Un abrazo!