Revista Opinión

Lunes ‘horribilis’

Publicado el 18 febrero 2014 por Carmentxu

“Añadir nueva entrada”. El imperativo cae como una losa en el gestor del blog. Bajo él, unos epígrafes, un deseo al que no sucumbo, como si fueran un pastel de chocolate, relleno y envuelto en chocolate a la vez. No. Solo paro en “añadir multimedia” y se limita últimamente a ilustrar mi alegato con una viñeta robada a El Roto, al que no hacen falta presentaciones ni créditos. Sus trazos hablan por él, respiran cada uno de sus poros, de su indignación, de su rabia, que es la de todos y las hacemos nuestras. Solo algunos pocos como él tienen la inteligencia para expresarla y obtener eso tan intangible que es la conexión, la química.

Amanece renqueante un nuevo día, que es viejo, es el de ayer, que fue uno de esos lunes horribilis. Aparte de robarme los tapacubos del coche, me llegó una notificación de un remitente de nombre garabateado por un cartero recortado, vengativo en cada trazo ininteligible. Espero que no sea una multa por un exceso de velocidad involuntario. No puedo evitar moverme rápido, como el bolígrafo del funcionario, para que así los días y las noches me sigan. Y al parar, jadeante con el corazón en el cielo de la boca, miro atrás y les veo lejos, sin prisa. Les espero. Necesito una señal, más allá de las que me deja un animoso parajito cada mañana en la baranda y en el suelo de la terraza, junto a un frondoso cactus, una crásula donde acude cada mañana para presumir de hogar en este famélico invierno de ramas secas, sin podar, sin los recortes, estos sí necesarios, que no han llegado a los árboles de mi calle que se elevan quejumbrosos como extras ignorados de una pesadilla antes de Navidad.

Y sin aliento, cansada y dolorida por dentro y por fuera, esperando los días y las noches, y con cada uno de ellos el milagro, escuchando el jolgorio del gorrión cobijado entre las hojas carnosas que me está perdiendo el miedo y se toma demasiadas confianzas, esperando también la multa de tráfico o lo que sea, salto yo también de rama en rama huyendo de la desolación, de la pesadilla. Y me pesa, aun todavía, el pecado original de ser mujer, por eso gano menos. Y cada vez quedamos menos: a día de hoy faltan ocho y echo a correr de nuevo, a volar, ahora a oscuras como los ciegos, los que no quieren ver y los maltratadores de cuello blanco y alma negra que miran a otro lado cuando les apuntan. Creen que así no les alcanzará su propio hedor. Feliz remontada de semana.


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