Revista Espiritualidad
Jurozu es uno de los pocos bodhisattvas del dojo (y menos que va a haber porque seguro que cualquier día de estos se hace con un kesa y muta a monje)... bueno, que Jurozu tiene un amigo que es su Amigo y este Amigo tiene un hijo normal y corriente si no fuera porque, pese a que estudia informática como casi todo el mundo joven, también entrena poesía y presenta a concurso sus letras bien cosidas en palabras.
Por ejemplo al de microrrelatos de Ávila.
Y va y gana, hale, por hacerlo bien!
Total, que Jurozu lo envió al musgo como regalo de Año Nuevo y al musgo le parece que éste es de los nuestros, o sea, que va a terminar sentado.
LUZ DE VIDA
Cada paso era hermoso, caminaba descalzo y no tenía prisa, mi destino no dependía del espacio ni del tiempo.
Sentí paz, y me sentí bien, así que dejé de caminar y me limité a sentir. Sentí cómo la brisa acariciaba mi rostro con ternura, meciéndome en la infinitud del instante eterno. También sentí cómo mi cuerpo se encendía y rebosaba luz de vida.
Aquella luz era parte de mí, maravillado la contemplé, y por primera vez pude ver.
¡Amigo... Qué belleza oculta descubrí!
Así, sintiendo entendí, y sin buscar me encontré.
Javier Dapena Velázquez