El vídeo que cuelgo hoy recoge –en directo en un estudio– una preciosa canción del excelente “Exit strategy of the soul” (2008), el último disco del gran Ron Sexsmith. A continuación os dejo la letra, mi traducción y, para el que quiera indagar un poco más, la reseña que en su momento hice del álbum. Un saludo y quiponroquin, compañeros.
Music To My Ears
Golden summer days
How they seem to fly
Yet somehow leave a trace of a sad goodbye
As sweet as sorrow
Salty as a tear
We’ll greet tomorrow
And we’ll face our fears
Your love is music to my ears
And when October comes
With his hair all greying
It’s then I’m overcome
To hear those children playing
Of recess and schoolyards
I’ve memories so clear
And when this old heart
Just longs to disappear
Their laughter’s music to my ears
And it’s music to my soul
The way you understand
The way you take my hand
And as the world offs its winter clothes
All will come to life
As the trees and flowers know
Now’s the only time
The bells are ringing
They’re ringing in the square
The birds are singing
They’re singing out so clear
Their song is music to my ears
It’s music to my ears
Música Para Mis Oídos
Qué rápido parecen escapar, como si volaran, los días dorados del estío… Aunque tras de sí dejan el rastro de un adiós triste, algo así, un reguero dulce como la pena y salado como una lágrima… Juntos recibiremos el mañana y nos enfrentaremos a nuestros temores, pues tu amor…
Tu amor es música para mis oídos.
Y ahora, cuando octubre se acerca con su cabellera encanecida, me abruma escuchar a aquellos chavales jugando… Guardo recuerdos muy vivos del patio de la escuela, de los recreos… Y ahora que este viejo corazón no desea sino desaparecer, sus risas…
Sus risas son música para mis oídos.
Y es música para mi alma tu forma de entender, tu forma de cogerme la mano…
Y tan pronto el mundo se despoje de sus ropas invernales, todo volverá a la vida… El ahora es nuestro único tiempo y las campanas están llamando… Las campanas repican en la plaza, y los pájaros alzan su canto argentino. Y su canción…
Su canción es música para mis oídos.
HONESTAS PALABRAS EN LA MELODÍA. “Exit Strategy of the soul” (2008). Ron Sexsmith. Yep Roc Records.
Ron Sexsmith es un orfebre del pop, un artesano con una sensibilidad exquisita para la melodía, además de uno de los mejores letristas de su generación. En sus primeros discos –«Ron Sexsmith» (1995), «Other Songs» (1997)– resonaban los ecos de Costello, Everly Brothers, Beatles… Con el paso del tiempo las influencias se diluyeron, y Sexsmith comenzó a construir, paralelamente a una carrera tan sólida como mesurada, un universo propio hecho de canciones tristes y alegres, melancólicas y esperanzadas, escépticas y espirituales, bonitas como un frasco de cristal.
En la tradición de los mejores songwriters americanos, su obra –ya son diez los elepés que ha publicado– se ha convertido en un hermoso y personal testimonio de la experiencia de vivir, un testimonio sincero que me ha afectado de modo poco corriente: tengo la sensación de haber crecido, de haber cambiado con sus canciones, gracias a un diálogo íntimo que las mismas han estimulado y que se ha prolongado a lo largo de los años; un vis–à–vis que ha acabado por convertir al bardo canadiense en un amigo imaginario al que puedo acudir siempre que lo (re)quiero.
Entré en contacto con él en el 99, cuando le vi actuar en el Teatro Tívoli barcelonés, abriendo para Elvis Costello un concierto que recuerdo como uno de los más emocionantes que he presenciado en mi vida. Aquella noche, Sexsmith –por entonces un completo desconocido para mí– salió al escenario solo, desamparado, y, se parapetó tímidamente detrás del micro. Iba vestido de negro, con un traje austero, y sin embargo daba la impresión de estar desnudo; todo en él irradiaba fragilidad: sus movimientos indecisos, el rostro aniñado, una mirada que caía sin remedio al suelo… Aureolado de indefensión, como empequeñecido, el menudo Sexsmith rasgó suavemente su guitarra y al instante comenzó a irrigar el silencio de la sala con esa voz tan suya, esa voz que gusta de ahilar con delicadeza para llegar al corazón del oyente, llenándolo de honestas palabras–en–la–melodía que consiguen conmover, adensar la emoción; en cuarenta minutos escasos de actuación, Sexsmith me cautivó, me deslumbró con esa intensidad de la primera vez que tan rara es de sentir y de ver. Desde entonces he seguido de cerca su carrera.
Hace un par de días que tengo en mi poder «Exit Strategy Of The Soul», su décimo trabajo, y el reencuentro con el viejo amigo no ha podido ser más gozoso. Estilísticamente, la novedad principal es un acercamiento explícito al rythm & blues –materializado en unos arreglos de viento preciosos y con cierta humedad latina– que le sienta de maravilla a los temas, otorgándoles un sabor añejo que contrasta con el sonido menos aromático de su anterior «Time Being» (2006). La verdad es que Sexsmith interpreta cada día mejor, su voz ha adquirido nobleza, dibujando las melodías con la naturalidad y la sobriedad propias de un performer completamente maduro. En cuanto a las canciones, subrayado el matiz “ritmamblusero”, hay que decir que son puro Sexsmith, tanto en lo que se refiere a la música como a los textos, excelentes: medios tiempos briosos y elegantes –«This is how I Know», «Traveling Alone»–, pop arrebatador del que obliga a chasquear los dedos –«One last round», «Brandy Alexander»–, baladas lustradas –«Thoughts and prayers»– o desnudas «Chased by love»–… El nivel de la colección convierte el disco en uno de los trabajos más completos del canadiense, en el que merecen ser destacados asimismo el pop optimista y renegrido de «Brighter Still» –grandísima canción–, y el lirismo sencillo de la magnífica «Music to my ears».Quien todavía no haya escuchado a Sexsmith puede comenzar por adquirir este excelente «Exit Strategy Of The Soul» sin miedo a equivocarse. Lo que en él hallará es un pop auténtico, una música orgánica traspasada de vivencias y de reflexiones, de penas y de alegrías, de emociones sinceras que se liberan con la escucha. La música, en definitiva, de un compositor y cantante con el talento necesario para dar forma con exquisito gusto al sentimiento, para inocular mundos reales e imposibles en el oyente, para aquilatar con suma honestidad, en unas canciones tan hermosas como sencillas, la experiencia, siempre compleja, de vivir.