Revista Diario

Mad world

Por Yopo
Yo soy muy de obsesionarme con pensamientos o ideas, y normalmente hasta que no obtengo los resultados esperados, mi cabecita echa humo! Lo mismo me ocurre con cualquier cosa que se me haya olvidado en un momento dado, algún asunto que subyace en lo mas profundo de la mente, y hasta que no logro desenterrarlo, hasta que no logro acordarme de lo que quería, mi cerebro no descansa.
Esta semana una melodía ha estado rondando mi cabeza hasta el punto de no dejarme dormir. Era un tema muy conocido, en inglés, pero me era imposible recordar la letra, pese a que podía tararear la música de principio a fin. Todos estos días he estado silbando allá donde iba, con esa musiquilla en la mente, pero sin poder acordarme de qué canción se trataba... hasta ayer!
Como siempre, por una casualidad de la vida, ayer por fin pude terminar con la incertidumbre, y supe qué canción era, de una forma un tanto surrealista.
Iba yo en el transporte público, sentado en el lado de la ventana, cuando se subió una joven de instituto, y se sentó a mi lado. Poco tardó en encender su iPod y ponerse los cascos.
Yo miraba por la ventana, y unos minutos después, de nuevo me vino a la cabeza la cancioncita de marras. Pero esta vez era diferente, esta vez mis oídos la estaban escuchando con letra incluida: “All around me are familiar faces, worn out places, worn out faces...”
No me lo podía creer, la chica que estaba junto a mí estaba escuchando esa canción!

- Perdona, ¿me puedes hacer un favor? – dije con una sonrisa.
- ¿Cómo? – respondió, un poco sorprendida, quitándose los cascos.
- Sí, ¿me puedes decir qué canción estás escuchando? – le pedí, intentando que no pareciera extraño.
- Ah, es de la banda sonora de una película. Mad world, creo que se llama.
- Muchas gracias. – dije, mientras el júbilo y la emoción recorrían mi cuerpo - Es que llevo días con en esa canción en la cabeza, y era incapaz de recordar cuál era.
- Ah, vale. – contestó, mientras volvía a colocarse los auriculares, pensando que seguramente se había sentado junto a un tarado.

Un tarado que por fin sabía qué canción era, esa magistral melodía que sonaba de fondo en la gran Donnie Darko. Qué satisfacción sentí en ese momento, mientras reflexionaba en que este mundo es de locos, repleto de casualidades, momentos, y pequeños detalles que, al fin y al cabo, consiguen hacerte feliz.


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