Revista Cine

Madeo (Mother), de Bong Joon-ho, 2009

Publicado el 03 febrero 2010 por Babel

 

Tras el éxito de The Host, película más taquillera hasta el momento en Corea del Sur, y su posterior colaboración en Tokio con el corto Tokyo Shaking, Bong Joon-ho estrenó en 2009 su cuarto largometraje, Mother, consiguiendo ser elegida por su país como representante en los Oscar de este año, pasando por delante del cantado reconocimiento a Park Chan-wook y su Thirst y, aunque ha llegado a figurar entre las preseleccionadas por la academia estadounidense a la candidatura para la estatuilla, finalmente no ha logrado colarse en la lista de las cinco finalistas. Bong es hoy una de las grandes promesas del cine coreano, que ya ganó renombre internacional con su ópera prima, el thriller Memories of Murder, que exploraba los rincones más oscuros de un caso real, una brutal sucesión de asesinatos en serie y violaciones en la zona rural de Corea en los años ochenta. Mother se aparta del género de terror y monstruos de The Host para acercarse más a la primera propuesta. A caballo entre el thriller policiaco y el melodrama social que tanto gusta hoy en Corea, la película se centra en los desvelos de una madre para con su excéntrico y algo retrasado hijo- ya adulto-, quien depende de ella para cualquier asunto relacionado con su cotidianeidad más básica. Todo se complica cuando aparece asesinada una chica en extrañas circunstancias, `momento en que la película da un hábil giro narrativo: el chico es acusado del homicidio y acompañamos a la madre y su incondicionalidad para con la defensa del hijo frente a la laxitud y manipulación policial, que la llevará a un auténtico periplo e incluso al asesinato a fin de recabar pruebas que demuestren su inocencia, complicándose también el asunto con acontecimientos pasados que aparecen y desaparecen de la memoria del joven.

 

Al igual que en Memories of Murder, la madre sirve para dar varias vueltas de tuerca al guión de modo más que eficaz, especialmente en el momento final de la película. Sin embargo, en esta ocasión tal vez Bong se toma demasiado tiempo para entrar en materia, recreándose en escenas muy bien filmadas pero cuyo único objeto es detallar la edípica relación madre-hijo; relación extraña, obsesiva, casi enfermiza y algo ingenua, en lugar de seguir la interesante trama que propone y a la que no ayuda demasiado en la primera parte de la película. Pero una vez sobrepasado este meridiano, la narración se desencadena rápida y con bueno ritmo, para desembocar en un final poco predecible en lo que al thriller se refiere y a la vez muy alejado de lo esperado en un melodrama convencional. Acompaña el conjunto una bellísima fotografía -a la que sólo se le puede reprochar el  elevado número de escenas oscuras- y un más que correcto trabajo de Kim Hye-ja en el papel de la madre. Respecto al de Bin Won interpretando al hijo, y a pesar de que la crítica ha alabado suficientemente el papel, personalmente no llegó a convencerme por su utilización en exceso de la boca casi siempre abierta y la mirada inexpresiva para representar un personaje inocente y abiertamente nulo.

Me quedo con esa segunda mitad. Buen trabajo, mantiene la tensión y la expectativa precisa a fuerza de ocultar e insinuar para obtener conjeturas del espectador alrededor de la trama, dosificando la información para lograr la tensión necesaria. Tiene en este sentido la película una clara referencia al mejor cine clásico estadounidense a la hora de elaborar un thriller sugerente en dos áreas y sin hacerlo de manera obvia: por un lado la resolución del asesinato, en la que están inmersas viejas lagunas del pasado sin resolver y que emergen como leitmotiv en el subconsciente de los culpables; por otro la extraña relación entre los dos personajes. Ambos elementos funcionan paralelos porque se dedica la atención suficiente a desarrollarlos con detalle como partes relevantes del misterio que encierra la película, sin necesidad de recurrir a sustos superfluos para mantener al espectador al borde de la butaca y concluyendo la resolución de ambos de manera efectiva: el culpable, victima y a la vez monstruo, y el desvelo del secreto que encierra el personaje de la madre. Con todos los adornos orientales incluidos, caben pocas dudas de que Bong debe ser gran admirador del cine de Hitchcock

 


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