Viajar a Madrid, siempre me aporta nuevos descubrimientos, a pesar de ser una de las ciudades que más he frecuentado, en toda mi vida. Tanto por razones profesionales como personales. El pasado mes de noviembre, lo hice para asistir a la inauguración de la exposición fotográfica, sobre Israel, que se celebraba en las céntricas instalaciones que la agencia B The Travel Brand, posee en la ciudad. En la muestra se exponía una de mis fotografías tomada años atrás en Tel-Aviv, junto a las imágenes de otros 22 fotoperiodistas seleccionados, por la Oficina de Turismo de este extraordinario país.
Vista nocturna con el edificio Metrópolis, en el centro de la ciudad
El pretexto para visitar Madrid de nuevo, estaba servido, y a pesar de tener amigos y familiares que residen en la metrópolis y alrededores, la experiencia hace que me decante por alojarme en alguno de los hoteles de Madrid centro. De esta manera, tengo mayor comodidad y libertad de movimiento para mis incursiones fotográficas. Una vez compartido el momento de la apertura de la exposición, con los amigos y familiares, que a ella acudieron, y tras una estupenda velada, tocaba bucear de nuevo por las calles y barrios de este Madrid, que nunca acaba de sorprenderme.
Escultura de Botero, en la Plaza de Colón
Así que durante el fin de semana, estuve recorriendo una vez más las calles y avenidas de esta mega ciudad, centrado mis paseos, en esta ocasión, por La Castellana y de manera especial por los barrios de Recoletos y Goya, pertenecientes al céntrico Distrito de Salamanca.Se acercaba la Navidad, y las calles ya se mostraban iluminadas y decoradas para la ocasión, los escaparates de la tiendas mostraban sus productos ambientados en la atmosfera de las fiestas y por primera vez, vi banderas de España, presidiendo locales y colgando de balcones y ventanas, en muchos edificios de la ciudad, sin que el motivo fuese el futbol.
Bar tradicional, en el Mercado
Entre tanta amplias avenidas, elevados edificios y esculturas y modernas estructuras, todavía seguía encontrando adorables rincones, tales como pequeños comercios y bares, en los que parecía haberse detenido el tiempo y donde las prisas, cedían espacio a la tradición y al trato personal.
Tradicional comercio familiar, especializado en frutas y hortalizas
Estos son solo algunos de los contrastes que la ciudad de Madrid, puede llegar a ofrecer a los visitantes, que desean conocer los adorables vericuetos (que son muchos) de esta inquieta y sorprendente ciudad.