La vinculación de la fotografía con la sociedad es ineludible, y más cuando esa sociedad, la propia, condiciona la obra posterior del artista a través del exilio. Es el caso de Jitka Hanzlová, nacida en 1958 en Nachod, República Checa, una fotógrafa cuya producción ha sido recuperada para la retrospectiva que, desde el 31 de año, puede verse en la Sala Azca de la Fundación Mapfre. Dividida en nueve series, la muestra repasa la producción de Hanzlová a lo largo de veinte años, unificando en un mismo hilo discursivo sus fotografías antiguas con las más recientes. Así, comparten espacio los bucólicos parajes de la serie Forest, distantes y hostiles, en oposición al retrato humano que abunda en su trayectoria, imágenes directas que exhiben historias cotidianas directamente relacionadas con el escenario, condicionante social, político y artístico. En total, 142 fotografías en las que, aparte de la evolución de Hanzlová, advertimos los derroteros estéticos de la fotografía documental de la Europa del Este al margen de exilios e ideologías.
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