En las postrimerías del reinado de Carlos III se representa en el Coliseo del Príncipe una comedia de D. Francisco de Villegas que llevaba por título "Lo que puede la criança".
Fue representada los días 22, 23 y 24 de octubre de aquel año por la Compañía de Manuel Martínez. El mes anterior había llegado a la ciudad la "niña monstruosa", de la que ya hemos hablado en otro artículo.
Obra del Teatro clásico del Siglo XVII, "Lo que puede la criança" [1] muestra los esfuerzos de un padre por modificar las tendencias sexuales de sus dos hijos, contrarias a su naturaleza según reza en el argumento.
Este padre, Don Pedro de Moncada, tenía una hija llamada Juana y un hijo llamado Felix. A Juana se la había llevado de pequeña a las guerras de Flandes para tenerla más cerca. Cuando tuvo edad suficiente la vistió de hombre y la adiestró para luchar en su tercio.
"No es esta muger Christiana,
tantas carcajadas dava [...]"
Mientras tanto, su otro hijo, F é lix, era criado de forma femenina con el consentimiento de su madre, ya fallecida.
"Y en fin, como las acciones
Al regresar Don Pedro a tierras de Valencia con esa hija masculinizada, encontró a su hijo afeminado. Terrible tarea para el rudo guerrero sería volver a su estado natural a esos hijos cuya sexualidad invertida, en la invención de Francisco de Villegas, era consecuencia de los caprichos de sus padres. Pensamientos de siglos pasados, aún latentes en algunos sectores de esta incomprensible sociedad.
Como en toda comedia, amores y confabulaciones se entremezclan sumándose a esta curiosa trama de roles cambiados donde los mayores perjudicados se esfuerzan en remediar lo irremediable.
Así, dos de los personajes de la obra: Don Fernando (enamorado de Juana) y Don Bernardo (amigo de éste y quien se batirá a duelo con Félix), mantienen una conversación donde se evidencian la fisonomía de los hermanos:
" Fernando. -En efecto me viera,
haze de los bronces cera:
Y en fin, su grande aspereza,
ver sus ojos mas serenos,
tendré muger por lo menos,
que no parezca muger.
Bernardo. -La que case con su hermano
dirá lo mismo, pues hombre
parece solo en el nombre. "
Es el propio Don Pedro de Moncada quien, viendo las maneras y vestiduras de Félix, fruto de los temores de su difunta mujer por no perder en pendencias a su hijo, no tiene más remedio que admitir la parte de culpa que le toca:
"Que de esta suerte criara
mi esposa un hijo de un hombre
su descuido, cuando el mio,
sino le excede, le iguala,
entre la polvora, y valas,
embistiendo las trincheras,
y asaltando las murallas,
que el manejo de las armas
Pero más desesperadas y tristes resuenan las palabras de Juana en diálogo con su padre, cuando éste la obliga a rescatar su condición de mujer:
" Juana. -Señor, mientras tenga vida,
debo estar siempre, y haré
mas vive Dios que quisiera
no aver sido, por no verme
entre estas faldas embuelta.
D. Pedro. -La costumbre facilita
en tanto, pues tienes culpa,
de repente es fuerte cosa."
El Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid, del mes de noviembre de 1784, hacía un resumen de todas las representaciones celebradas el mes de octubre en el citado Coliseo. Estas fueron:
Días 5 y 6: Darlo todo y no dar nada, Apeles y Campaspe: Comedia de D. Pedro Calderón.
Días 7 y 8: La amistad vence al desdén: Comedia
Días 9 hasta el 12: Zelos no ofenden al Sol: Comedia
Días 13 y 14: Como se comunican dos estrellas contrarias: Comedia
Días 15 hasta el 19: Es la parca mas sangrienta muger amante y ayrada: Comedia
Días 20 y 21: El defensor de su agravio: Comedia de Don Agustín Moreto
Como hemos comentado, los días 22 al 24 se representó "Lo que puede la criança", obra que ponía fin al cartel de ese mes y competía casi a la par con "El exemplo mayor de la desdicha, y Capitán Belisario", de Don Lope de Vega y Carpio, representada en el Coliseo de la Cruz.
En cada una de las comedias el Memorial literario añadía una breve crítica teatral, titulada " argumento". Se decía sobre la obra de Villegas:
"Aunque en esta comedia pudiera parecer algo inverosímil el contraste de los caracteres de ambos hijos hay exemplos, y muy recientes de mugeres, que han sido soldados, y se han portado en la guerra, ó en el Exército como hombres; y ál contrario de hombres, qué merecen el nombre, como se suele decir de maricas; lo qual basta para pintar estos retratos hallados en la naturaleza."
Esto no sorprende, pues otrora se utilizaba el adjetivo malsonante " marica" para definir al hombre homosexual, afeminado, pusilánime. Hoy optamos por el anglicismo gay, adjetivo notablemente más suave pero que nos aleja de la riqueza de nuestra lengua. Y, como hemos podido leer más arriba, también era común el de " marimacho".
El autor del argumento, persona de la que desconocemos su firma, añadía a modo de colofón:
"Siendo primorosas las sentencias con que expresa [Villegas] los efectos de lo que puede la crianza, verificando, que la costumbre es otra naturaleza; á la qual aunque expellas furca, tamen, usque recurret, et mala perrumpet furtim fastidia victrix [...]"
Cita versículos de las poesías de Horacio, que traducidas vienen a decir:
"Aunque la naturaleza rechaces duro,
Prevalecerá al fin, y sin ruido
Como en la mayoría de las historias teatrales, llega el alegre final. Félix se convierte en un "machote" al armarse de valor en duelo y recibir la mano de Isabel, a quien supuestamente pretendía. De igual manera, la feminidad de Juana se manifiesta al recibir la mano de Fernando, que tanto la amaba.
Y Don Pedro, qué alegre y triunfante se sentía al haber conseguido enderezar lo supuestamente torcido; escena final donde ambos hijos contraen matrimonio "natural"... ¿o contra natura?