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MADRID MARATÓN 2016. Crónica de un maratoniano

Publicado el 29 abril 2016 por Iván Portillo Pérez @training4time

MADRID MARATÓN 2016. Crónica de un maratoniano

Las fechas por si solas no son importantes, lesdamos importancia dependiendo de los acontecimientos que en ese día pueden llegar a suceder. Por eso el 24 de abril de 2016,aunquepara muchos pueda serun día más en el calendariopero para mí recordaré siempre esta fecha, porque ese día corrí, disfruté, sufrí y terminémi primeraMaratón.


Este domingo no iba a ser distinto en cuestión a las horas de descanso y de sueño, este es el menor de los peajes que pagamos por ser padres.Melevantéa las 6de la mañanapara tener tiempode sobra paradesayunar y vestirme, yaque a las  7:50 había quedado en Méndez Álvaro con mi hermano José, quepara éltambiénerasu primeraMaratón y mi cuñada Alicia, que se estrenabaen la distancia deMediaMaratón, y así llegar bien al guardarropa, realizar un buen calentamiento y esperar tranquilamente en nuestro cajón el momento del inicio de la carrera. Pero una cosa es como lo planeas y otra como sale, al final entre una cosa y otra llegamos al guardarropa a falta de 15 minutosdelcomienzo,por lo que nos tocóhacer el calentamientomientras corríamos enbuscadel cajón número 3, que es de donde salíamos. Para próximas ediciones, ya hemos hablado de quedar con un poco más de tiempo.  
El día era increíble,bueno todo vaticinaba quea lo mejoríbamos a pasarun poco de calor para afrontar unMaratón, pero el día y Madriddurante todo el domingoestuvieronpreciosos. Ya nos habíamos despedido de Alicia ydeunos amigos de José,y yaestábamos situados en nuestro cajón rodeados de miles de corredores ansiosos por empezar a correr, al igual que nosotros. Yo no paraba de mirardeun lado y a otro observando caras, mientras rezaba y pedía que la rodilla me aguantara. El rostro de José era serio, imagino que visualizandosucarrera, pero también preocupado porlasmolestias en el cuádriceps, que le habían perseguido estás últimas semanas. Pero la espera llegaba a su fin, siendo los primeros en salir el grupode los atletas elite de laMaratón y de la MediaMaratón, y por últimosalimoslos más importantes, los que iban a dar color a las calles de Madrid,nosotros, loscorredorespopulares. Empezamos a caminar en procesión hasta la línea de salida,donde pasaríamospor el arcoque daba inicio a este maravilloso reto.
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Comenzamos a correr y decidimos ir a un ritmo inferior al previsto,laestrategia que nos habíamos marcado para el Maratónera salir en los primeros 8 o 10 kilómetros a un ritmo de 5:30, peronos resultó imposible ylas medias nos empiezan a salir a 5:50-5:55, debido, por un lado porla cantidad de gente que habíaya quenos pusimos muy atrás de nuestro cajón y eso no nos ayudó,(otras de las cosas a mejorar para próximas maratones),ypor otrolas piernas no estaban tan frescas como hubiéramos deseado, creo que llegábamos un poco sobreentrenados.Enel fondo el tiempo tampoco nos obsesionaba demasiado, porque nuestra idea en todo momentoha sido la dedisfrutar de la carrera al margen dela marca. Era nuestro primer maratón y preferimos llevar ritmos más suaves del previsto, además mi rodilla tampoco estaba para hacer muchos alardesllevando ritmos más exigentes. Pasamos los primeros kilómetros y vamos saludando a las cámaras de TV y sacando los cuernos con cada banda, que amenizaba la Maratón, en cada uno de los escenarios colocados por la organización, yquenosíbamos encontrandosegún corríamos. Así fueron pasandolos kilómetroshasta pasar elestadio SantiagoBernabéu y llegarala zona de las 4 torres en Chamartín, donde realizamosel primer giro para volver a bajar por castellana.
Estoskilómetros iban cayendo rápidos, ya habíamos pasado el primer diez mil y las piernashabíanentrado en calor,eso se notaba en nuestro ritmo,que iba mejorando,ylasvelocidadesmedias iban saliendo a  5:35– 5:40 el kilómetro. Además todavía nos esperaba una de las partes más bonitas del recorrido.Sobre el kilómetro 13, llegaéste, esuno de los momentos másemotivos de la carrera,pues a partir de este punto dejamos de correr juntos los corredores de laMedia, quese separan delos delMaratón. Nos despedimos de nuestros compañeros entre aplausos y gritos de ánimos,que nos dedicamos en ambos sentidos, deseándonos la mayor de las suertes para lo que queda por llegar.
Nos adentramos en el 18, y los próximos 2 o 3 kilómetros son una bendición. En este tramo recorremos  la Glorieta de Quevedo, Calle San Bernardo, Gran Vía, Plaza de  Callao yCalle Preciados.Unamultitud de gente nos da ánimos entre gritos y aplausos,pero lo mejor aún estápor llegar cuandocomenzamosa atisbar la Puerta del Sol,todavía se me pone la piel de gallina nada más recordarlo,habíatanta gente que casicorremosen línea de a uno, como si de una etapa del tour de Francia se tratara.¡Esincreíble!, la sonrisa se dibuja en nuestros rostros y en nuestro ánimo.  

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José en primera instacía y yo por detrás de azul, pasando por Callao


Con todo esto ya estamos pasandoel kilómetro 21, una media maratón yparece queno hace mucho que comenzamos, pero ya llevamoscasidos horas de carrera. El ritmo, que llevamos,es más lento del que teníamos previsto aunque hemosidomejorando respecto alos kilómetrosiniciales, y ya vamos rodando cerca de los 5:30 el kilómetro.  Aquí hacemosun test rápido de cómo nos encontramos, porque lo duro delMaratón aún no ha comenzado. Las piernas ya se notan cansadas, y mi rodilla empieza aresentirse, con lo que mi preocupación empiezaa crecer. Lo bueno es que en relación a la hidratación, reservasy a las fuerzas vamos genial, hemos ido bebiendo en todos los puntos de avituallamiento y hemos tomado dos geles, uno en el kilómetro 10 y otro en el 20,además de algún trozo de plátano.
Seguimos el recorrido y nos adentramos en uno de los tramos más aburridos y pesados de toda la maratón, el tramo de la casa de campo (km 26).Enestas alturasde la carreraempieza a notarse la acumulación de kilómetros en las piernas y el ánimo no estan alegre, en parte por la ausencia depúblicopor las calles y por el calor queese momento yaaprieta de lo lindo. Pero lo peor está en mi cabeza y en mi rodilla, pues el dolor es más intenso a cada paso que doy,y mi cabeza constantemente no deja de dar vueltas aque si el dolor sigue creciendo, existe la posibilidad de tener que parar. Nuestros ritmos no mejoran, es más,  a partir de ahí, empezamos a rodar un poco más lento, en parte por mis dolores en la rodilla derecha.
Salimos de la casa de campo ( km 30) en ese último repecho demoledor de la Avenida Portugal. A partir de aquí entramos en un territorio totalmente desconocido para nosotros. Hasta aquí nunca hemos entrenado. Llegamos al Km 32, el Calderón, y aquí pensaba que me quedaba,creo que es el punto donde peor lo pase de cabeza, quedaban 10 kilómetros y cada zancada era una punzada de doloren mi maltrecha rodilla. Pero mi única obsesión era aguantar hasta el 40, porque sabía que si llegaba hasta ahí, nada podríaevitarque cruzase la línea de la meta,coincidecon otropunto de avituallamiento por lo que me como un trozo de plátano y un trago de agua,¡seguimos tirando!Le pido ami hermanoque mantenga este ritmo y no apreté más (5:40– 5:45por km, y llegaríamos hasta los 6 min/km entre el km 35 y el 38). Aprieto los dientes, me centro en cada zancada y no paro de tocarme la alianza de mi mano derecha,no dejo de pensar en mi mujer y en mis hijos, en porque hago esto y en todas las horas invertidas yenlas horas que les robadoa mi familiapara salir a entrenar como para rendirme tan cerca. Estoy sintiendo en mis carnes lo que es elMaratón y descubriendoalfamosoMuro. Peroerauna batalla que no estabadispuesto a perderla.
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Los kilómetros van desapareciendo a cada zancada que damosen una cuesta continua, que comenzó en el kilómetro 32 y llenó estos momentos de sufrimiento.Increíblementellegamos  al38,a partir de aquí, Neptuno, Recoletos y Cibeles, ¡vamos, vamos! Son las palabras, queno paramos de repetirnosmi hermanoy yoen estos kilómetros.Es este punto el más bonito de todo elMaratón, dondeme igual el dolor y el sufrimiento porque voy a llegara la meta. Lo que vivimosen este punto de la carreralo recordarésiempre, aún no me creo la cantidad degente, que abarrotaban las calles, estaban repletas de madrileños y de turistas, que habían venido a conocer nuestra ciudad y están ahí, a tu lado, sin parar de gritarpalabras de ánimo, que llegan a nuestros oídos,como:¡¡Sois increíbles!!,¡¡Ya lo tenéis!!,¡¡El dolor es pasajero, pero la gloría eterna!!,¡¡Valientes!!, etc…Son palabras quealoírlas en ese estado, elsufrimientoacumuladoyel agotamiento físico, suponen el mejor chute de energía, dándonos lavida.
Decir, que sonincreíbleslos patinadores de la organización, además de ayudarnos con el réflex y la vaselina, no pararonde animarnos para que continuásemos y no nosrindiéramos tan cerca de la meta.¡¡Increíble!!.

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últimos metros antes de entrar en meta

 EEn elKilómetro40,giramos a la derechahaciaOrtega y Gasset y donde se acaba la pendiente, que comenzó en el 32, tras pasar la Plaza del Marqués de Salamanca nos espera una cuesta abajo por Príncipe de Vergara.En este puntodejo de pensar en el dolor, me da igual, mañana será otro día y ya tendré tiempo de lamerme las heridas. Hemos llegado aquí sin dejar de correr,aunqueel tiempo previsto se nos ha ido, empezamos a saborear nuestro gran triunfo personalfinalizar una Maratón, y más la Maratón de Madrid,una batalla que recordaremos para siempre. Aquí incluso mejoramos el ritmo medio de los últimos 10 km, y nos ponemos otra vez en 5:35 – 5:40,no lo hacemos por mejorar marca sino porlaeuforiaque nos da fuerzas renovadasy porlas  palabras de ánimo y aplausos de la gente,que abarrota las calles, quenos llevanen volandas.  Es una sensación indescriptible. Llevamos muchos kilómetros pasando a compañeros que van andando e intentamos darle también nuestro pequeño empujón con mensajes de ánimo.
Cruzamos la calle de Alcalá y entramos en el bendito parque por la puerta de O’Donnell. El apoyo del públicollega a cotas máximas, ya no importan lasrenuncias y los esfuerzosrealizados porquemerecen la pena,volamoshacia la meta ynos ponemos  a casi  5minutos el kilómetro, ¿El dolordesapareció? Seguramenteno, pero ya me da igualestoy en elKilómetro 42 ysólo faltan los 195 metros de la gloria. Rescatamos la mejor sonrisa que hay fotógrafosy cámaras de vídeo. Alzamos los brazos y no paramos de gritar que lo hemos conseguido. Acaba la aventura delMaratón y terminamos fundidos en un abrazomuy emotivo donde las palabras de alegría no llegan a salir de nuestras bocas porque la emoción nos inunda.

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Muy contentos con nuestra medalla!!

 El 24 de Abril del 2016, será siempre el día en que fuimos invencibles por las calles de Madrid.
 Enhorabuena a todos lo que terminasteis, o por lo menos, lo intentasteis.
 P.D. : La rodilla mejor y ya pensando en el siguiente Maratón.

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