El Ayuntamiento de Madrid quiere poner distancia con las agencias de calificación. Alrededor de 100.000 euros destina anualmente la capital de España para que Standard & Poor's y Fitch pongan nota a su deuda. Es habitual que los matrimonios terminen en un interminable papeleo irreconciliable. Discutes y las fotos de boda se tiñen de sepia. Un día una de las dos partes se imagina la vida sin su partenaire y ya no hay marcha atrás. Un coche sin frenos termina precipitándose y las buenas películas románticas suelen terminar trágicamente.
La historia de esta ruptura no tiene nada de especial. Standard & Poor's y Fitch ponen nota a la deuda de Madrid desde que Gallardón aún era visto como un político progresista. Desde el 2002 más de un millón de euros se han destinado a este fin. Ahora, con el cambio de gobierno municipal, el equipo de Ahora Madrid quiere hacer una auditoria de gastos y a las agencias de calificación no les ha sentado nada bien. A Standard & Poor's y Fitch lo que les preocupa es que se decida no pagar una parte de la deuda, la llamada "ilegítima, lo que haría a los inversores mantenerse en la frontera con los pies temblando. En Diciembre vence el contrato con dichas agencias y desde el Ayuntamiento se ha decidido no renovarlo. Dos manos que se sueltan. Un bolígrafo que no necesita papel para probar puntería. Crack. No hay miedo a la soledad y el equipo de Manuela Carmena caminará solo por los campos bañados de piedras de los mercados financieros.
Standard & Poor's subió ligeramente la nota de la deuda de Madrid un día después del "vete, olvida mi nombre...lala". Un cebo. Un beso soltado al aire. Madrid tiene una deuda viva de casi seis mil millones (31/12/2014, según el Ministerio de Hacienda) y no está en situación de tirar petardos. Desde el Ayuntamiento anuncian que no emitirán más deuda, que cumplirán con los vencimientos y que, por lo tanto, contar con las agencias de calificación sería malgastar el dinero.
No hay consenso entre los economistas. ¿Buena decisión? ¿Mala? ¿Depende? Como en casi todo: el tiempo lo dirá. Como explica Nuño Rodrigo en su blog " un cuarto de las empresas del IBEX no tienen rating". Además, detalla que Madrid debe " 3.050 millones a bancos y 1.500 millones a inversores en bonos ". Entre 2015 y 2018, el mandato de Manuela Carmena, vecen 283 millones en préstamos de bancos y 310 de deuda en bonos. Así pues: la mayor parte de la deuda de Madrid está en manos de los bancos (aunque para 2015-2018 no llega al 50%) y es con ellos con los que se tendrá que negociar. En este caso el rating no importa demasiado.
Vencimientos de la deuda de Madrid
El problema está si se quiere emitir nueva deuda (descartado según los dirigentes) o si se quiere refinanciar la ya existente en manos de los inversores. José Carlos Díez opina que " para ahorrarte 100.000 euros vas a tener que pagar millones en intereses cuando vuelvas a los mercados". Daniel La Calle cifra el aumento de coste de la deuda en alrededor de 70 millones de euros. Apuntan que muchos inversores para apostar por un valor exigen la nota de las agencias de calificación y que la situación de Madrid en los mercados se complicaría porque el no tener calificación disuade a los inversores. Habrá menos inversores dispuestos a comprar la deuda madrileña y los que quedan exigirán más intereses para poder entrar. Dos más dos suman cuatro y hay quien ve un trocito de pan para hoy y hambre intensa para mañana.
Lo que está claro es que la relación con las agencias de calificación es de amor-odio. En los buenos tiempos, con sus buenas notas, nadie desprecia una triple A. Discutimos sobre ellas cuando llueve intensamente y hace días que no vemos el sol. Ayer te quería pero hoy me estás hundiendo. Desde Madrid están tomando una decisión arriesgada y aluden a que el criterio de las agencias de rating está sesgado políticamente. Los audios que filtró la Cadenar Ser me generan aún más dudas sobre los criterios de evaluación que aplican y entiendo que después de los fiascos recientes se cuestione su papel.
Es sano que las uniones se convulsionen cada cierto tiempo. Y pienso que hay que debatir el papel que tienen las agencias de rating. El mercado en el que operan no deja de ser un monopolio. Entre tres se comen el pastel. Una Agencia de Calificación Europea e independiente políticamente, como ya se ha planteado en alguna ocasión, puede que fuese una buena idea. Se trata de evaluar la información de los gobierno y ponerla en el contexto económico presente. Una información institucional transparente y creíble hace menos necesario el papel de las agencias de rating pero después de Grecia y el caso Volkswagen: ¿a quién creemos? Lo interesante en esta relación es que los Estados y las empresas tuvieran más ases en la manga y que en un momento dado pudieran caer en la infidelidad porque saben que hay más peces en el mar. Básicamente, como en toda unión, lo importante es la sinceridad. Que los evaluados presenten datos fieles y que los evaluadores sean exigentes y estén desnudos de prejuicios. Vamos, como canta Sabina, la clave está en " que no se infiltre el virus de la duda en tu cama matrimonial ".