Cuál será el escenario de tus próximos días?
Nicolás, soy un simple periodista de Miami. Te llamo Nicolás y no excelentísimo señor presidente, porque no eres ninguna de las tres cosas.
No eres excelente sino un mediocre patán. Tampoco se te puede llamar señor porque simplemente eres un delincuente de poca monta que llego al poder gracias a la adulación que profesaste al fallecido payaso que te antecedió y al cual el pueblo venezolano eligió en un arrebato de enajenación y desconocimiento. Por la misma razón no se te puede tratar de presidente. A ti no te eligió nadie. Tú perdiste tu única elección por más de un millón de votos y todo el mundo lo sabe.
El apelativo de delincuente no te lo otorgo a la ligera. Informes de inteligencia de la agencia Anti-Narcóticos de Estados Unidos te sitúan como el arquitecto de una gigantesca operación de venta de cocaína de la guerrilla de las FARC, por valor de 100 millones de dólares, para financiar la elección del candidato del frente Farabundo Martí a la presidencia de El Salvador. Donde yo nací a eso le llaman narcotraficante.
Sin embargo, el propósito de esta carta no es reprocharte por el fraude electoral ni por la venta de drogas. Yo no vote por Capriles porque yo no soy venezolano. Yo soy de la isla que gobiernan esas dos figuras satánicas y putrefactas de apellido Castro que son tus nuevos amos. Porque tú no eres más que una triste y pobre marioneta del demonio, perdida en un juego geopolítico que ni tú mismo entiendes. Y sé que no lo entiendes porque tu intelecto y tu nivel cultural son parecidos a los de un oso hormiguero. Después de todo te hemos escuchado decir que Venezuela y Portugal están en el mismo continente y que Cristo hizo un gran milagro con la multiplicación de los PENES y los peces. Por estas y otras estupideces salidas de tu boca, te voy a pedir que si no entiendes algo de lo que te digo aquí, no vaciles en llamar a José Vicente Rangel para que te lo traduzca. Es el más intelectual de la caterva de imbéciles que se hacen llamar chavistas.
Mi propósito es más bien responder algunas de las barbaridades que has dicho en estos días. Mira, no es bueno que culpes al imperio de Estados Unidos de causar los problemas económicos de Venezuela porque si los poderosos del imperio deciden substituir el petróleo que te compran por crudo de Canada o de algún otro lugar, tu régimen duraría lo que me dura a mí un chocolate en las manos. El imperio es tu mejor cliente.
El desabastecimiento de productos en los anaqueles de los mercados venezolanos responde al efecto de alquimia de ustedes los comunistas. Los alquimistas del pasado pasaron sus vidas tratando de convertir cualquier metal en oro. Ustedes, los alquimistas comunistas, desde la revolución bolchevique hasta la bolivariana, pasando por la cubana, se han graduado en la transmutación de economías y sociedades prosperas que han convertido en pestilentes estiercoleros. Los Castro arruinaron todas las cosas en Cuba, la economía, la industria azucarera, el medio ambiente, y terminaron arruinando las vidas de más de diez millones de personas. Ustedes, los chavistas, van por el mismo camino. Pero lamento decirte que no lo van a completar.
Nicolás, estás viviendo en la era del internet. En la época en que todo se sabe y las cosas no perduran porque son substituidas por nuevos eventos que se suscitan con rapidez. Por eso el mundo ha podido ver las atrocidades de tu régimen, los asesinatos de estudiantes, las torturas de los detenidos a manos de la policía, etc… ¿Quién crees tú que es el máximo responsable de esa barbarie? İ Eres tú, Nicolás porque tú eres el máximo líder, el comandante en jefe, el heredero, el delfín! Sobre tus hombros ya recaen los crímenes de sangre de estos días pasados. Delitos que no prescriben en el espacio y en el tiempo.
Tu tiempo será tan muy efímero y volátil porque tú no eres más que un burro de paja y con el primer aguacero te vas a desmoronar. Empieza a lloviznar en Venezuela. La llovizna no ha sido provocada por los políticos tradicionales de oposición sino por los jóvenes y los estudiantes. Por eso es que tu régimen caerá pronto. No en toda familia hay un político de la mesa de la unidad, pero si en toda familia hay uno o más jóvenes que no te tienen miedo ni tienen nada que perder porque no ven futuro en una nación que el payaso muerto y tú han tratado de destruir aceleradamente.
Tus días están contados. Si tratas de quedarte en el poder por la fuerza, correrás la misma suerte de Manuel Noriega o de Charles Taylor, en el mejor de los casos, o tal vez termines como Saddam Hussein o Nicolás Ceaușescu, en el peor de los escenarios. Muchos, al recordar a la reina de belleza asesinada, preferiríamos lo segundo. También es posible que tu propia gente te pase la cuenta cuando el agua les llegue al cuello. ¿Tú crees que Diosdado no está aguardando su momento para ascender por encima de tu cadáver? Y si en medio de una revuelta masiva, incontenible, de una juventud enardecida, el ejercito te obliga a renunciar para aplacar a la masa, entonces terminaras como Mubarak o Morsi, los de Egipto, quienes pasaron, en unos días, del trono presidencial a una jaula de hierro en medio de un tribunal.
¿Te atreves, Nicolás, a predecir cómo vas a terminar tus días? Yo no me atrevo a escoger entre los escenarios anteriores, pero estoy seguro que no ando muy lejos de la realidad. Claro, siempre te quedaría la opción de refugiarte en Cuba. Sin embargo, tu eres un hombre joven y tus dos amos cubanos hace rato que están en la antesala del infierno, así que cuando se mueran se te acabaría el santuario.
Confió en que esta carta llegue a tus ojos. Sería bueno que la leyeras porque siempre hay tiempo de rectificar. Recuerda que puedes continuar reprimiendo, torturando o asesinando por un tiempo más, pero no vayas a pensar ni por un momento en que esos crímenes quedaran impunes. Mientras más aprietes, mas pronto caerás y más violento será tu final. Bolívar está en la Gloria y en comunión con los Santos, intercede ante Dios para que tu no puedas destruir la patria que lo vio nacer y la que forjo con su valor y su sangre.
Agustin Acosta
Periodista de Miami