Revista Música

Mahavishnu Orchestra: "Visions of the Emerald Beyond"

Publicado el 16 enero 2011 por Bitacorock


MAHAVISHNU ORCHESTRA
"VISIONS OF THE EMERALD BEYOND"
Edición original en vinilo: 1975

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Mucho se ha objetado la insistencia de John McLaughlin de seguir llamando Mahavishnu Orchestra a su nuevo emprendimiento encarado a comienzos de 1974 tras la ruptura, no acontecida en los mejores términos personales, de su equipo Cobham-Laird-Hammer-Goodman.

Porque al fin de cuentas es cierto que ese período bisagra significó un profundo cambio en la estructura sonora de la banda, que dio un paso adelante en la fusión de elementos para expandirse del jazz-rock de la Mk I a un cóctel jazz-funk con aditamentos clásicos, rockeros e hindúes apoyados por sesiones orquestales, propios de esta Mk II.

Sin embargo, Johnny Mac podrá renovar su séquito secundante, afinar sus cuerdas al compás del rumbo que más le plazca y acoplar un cortinado orquestal a su pentagrama, pero habrá siempre un componente de su música que permanecerá inalterable, más allá de los rótulos y de los nombres que la identifiquen: la dimensión espiritual. O más bien esa extraña cualidad de embarcar al oyente en una travesía que invariablemente intenta despegarse del entorno terrestre para depositarlo en universos tan etéreos y surrealistas como los propios títulos de muchos de sus discos. Nunca esta excepcional particularidad estuvo ausente de un álbum en el que McLaughlin tuviera algo que ver... y eso que ya suman casi una centenar, entre discos solistas, grupales y colaboraciones varias.

Claro que condiciones no le faltaron a la segunda versión de la Mahavishnu, intacta aún para la época en que "Visions of the Emerald Beyond", grabado en Nueva York, emergió de los Trident Studios londinenses al filo del ’74. Y aunque de la London Symphony Orchestra que había impregnado la atmósfera de "Apocalypse" (1974) sólo quedaba un vago aroma, esta vez una sesión de cuerdas y bronces de presencia mesurada conformaba el background sobre el que se asentaba una sólida instrumentación.

Vaya instrumentación! El prestigio de la Mahavishnu Orchestra original había sabido sentar sus pilares en figuras colosales frente a instrumentos clave para la banda como lo habían sido el violín y la batería, sin subestimar la fortaleza que habrían de brindarle la conjunción bajo-teclados. Mantener el mismo nombre y prestigio significaba ubicar otros cuatro colosos detrás de estos instrumentos y al respecto debe admitirse que Mac eligió con eficacia maestra. Así, supo brillar en el violín un francés que venía escalando posiciones hasta terminar, previsiblemente, con un contrato solista en 1975: el grandioso Jean-Luc Ponty. Y también conocería su hora de oro el muy joven baterista estadounidense Michael Walden (bautizado "Narada" por el gurú Sri Chinmoy) capaz de desarrollar el ímpetu y la potencia de Billy Cobham dentro de parámetros perfectamente comparables. No es todo. Otras dos piezas fundamentales del jazz-rock de fines de los ’70 también verían la luz de la popularidad en las filas de la Mahavishnu Mk II: el bajista Ralph Armstrong y la tecladista y cantante Gayle Moran, futura integrante de Return to Forever y futura esposa de Chick Corea.

No sólo este compacto cuarteto aportaría su notable bagaje instrumental a la composición e interpretación de John McLaughlin, sino también arrima líneas cantadas, generalmente entre el dúo Moran-Walden con apoyo coral del resto, faceta nunca antes explorada en la Mahavishnu y que, sin pretender establecer un mojón distintivo ni mucho menos lírico, otorga una arista más al multifacético cristal de la banda.

Cristal que, entre escuetos arreglos orquestales, voces esporádicas y apabullante instrumentación deambulando por un variado paquete sonoro tal vez sea responsable de otro mérito aún. Porque con su cariz más cercano a la fusión funk-clásico es muy probable que "Visions of the Emerald Beyond" haya acercado a otras audiencias esquivas al patrón jazzístico de los comienzos... dispuestas a dejarse llevar por un enfoque más rockero aunque, eso sí, siempre enmarcado en un aura mística y embebido en vapores de incienso...

Irresistible convite, por cierto.


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