El libro en custión es Malaciencia, de Ben Goldacre, y va con dos subtítulos la mar de explicativos. en la portada: "no te dejes engañar por curanderos, charlatanes y otros farsantes" y en páginas interiores: "Distinguir lo verdadero de lo falso". Ben es un columnista de The Guardian, especializado en temas científicos y sobre todo en denunciar todo lo que se vende como ciencia sin serlo.
Mala ciencia integrado en el caos de la mesa de mi despacho
He de decir que leyéndolo he sentido el mismo cosquilleo que sentía cuando con 15 años leía los recopilatorios de ensayos de Isaac Asimov, o cuando un poco más talludito lei "El Mundo y sus Demonios" de Carl Sagan, o "La ciencia, lo Bueno, lo Malo y lo Falso" de Martin Gardner. Se puede hablar de ciencia, ser divertido y desmontar muchas burdas patrañas destinadas a engañarte y a sacarte el dinero. Imprescindible el capítulo sobre el Doctor Rath y las vitaminas para curar el SIDA. También me hubiera venido de perlas haberme leido el capítulo sobre la homeopatía hace unos meses. Solo hay que tener en cuenta que es un libro British y quizás los personajes que toca en algunos capítulos nos caigan un poco lejos culturalmente, aunque los timos que denuncia son claramente extrapolables. Por ejemplo: la "doctora" Gillian McKeith no es muy diferente de Txumari Alfaro. Es interesante también el apartado que le dedica al matrimonio Blair a cuenta de su afción por la medicina alternativa, y el efecto negativo que tuvo en que la gente rechazara la vacuna triple vírica. Parece ser que lo de Irak no fue lo mas estúpido que hizo Tony Blair, ni lo de la boda de Anita lo más cursi.Otro aspecto es que el libro se llama Mala Ciencia, pero está centrado en temas de medicina y salud (el autor es médico). La lástima es que en los dos únicos párrafos en los que el autor hace un comentario sobre un tema fuera de este campo mete la pata estrepitosamente. En la página 333 dice que tiene ciertas reticencias contra los transgénicos, a pesar que científicamente no tiene nada que objetar. El problema es que para justificarse utilliza dos argumentos bobalicones, que están obsoletos hasta para los grupos antitransgénicos más fervientes. Dice que no le gusta que se liberen genes de resistencia a antibioticos en el campo. Estos genes estan en desuso, no por que supongan peligro sino porque existen alternativas mucho mejores para el investigador como la resistencia a herbicida o la selección visual por GFP. Además ¿que peligro podría entrañar? Pues dentro del genoma de una planta y sin nigún tipo de presión selectiva prácticamente 0. En la naturaleza existen cientos de genes de resistencia a antibióticos o que producen venenos potentes (muchos de ellos en plantas) y no suponen ninguna preocupación (si te comes una lechuga te comes el genoma entero, y no por eso fotosintetizas). No es extrapolable a lo que pasa en un hospital, donde se administran antibióticos continúamente y eso provoca que se seleccionan bacterias resistentes. En el campo no utilizas antibióticos, se utilizan para la selección in vitro en el laboratorio. Otro argumento que utiliza Goldacre es que la tecnología terminator obliga al agricultor a comprar las semillas. Aqui demuestra ignorar las nociones más elementales de agronomía. El agricultor profesional (no el de fin de semana) compra las semillas para garantizarse la mejor cosecha, sean o no transgénicas. Sería largo de explicar, pero se debe a un fenómeno conocido como heterosis o vigor híbrido, junto con aspectos logísticos (gastos de almacenaje, pérdida de viabilidad, etc...). Además la tecnología terminator no se comercializa (de hecho creo que nunca llegó al mercado). Un pequeño borrón que no empaña la calidad del conjunto.
Si quereis más información sobre este libro, que insisto, me ha encantado, hay un blog en castellano.
Aqui os dejo un vídeo del autor hablando de homeopatía (en inglés):
Tweet