Revista Cultura y Ocio

Malajube: Y que llegue el verano

Por Poplebon

Malajube: y que llegue el verano

Con estos días uno va dejando en el ropero el traje gris que ha llevado durante casi todo el invierno y se orienta con paso decidido hacia una perspectiva –digamos- más relajada de la vida. La Caverne (Dare to Care, 2011) es una colección de canciones que ayudan a que el buen tiempo se asiente en nuestro interior.

El firmamento sónico de Malajube es inusitado, y también azaroso, ello los convierte en una de las bandas de referencia de la escena de Montreal (ya saben, Canadá es sinónimo de calidad). Formado en 2005, el cuarteto francófono ha tomado posición y han recogido elogios de publicaciones especializadas. La Caverne es el cuarto álbum de los canadienses y se aleja de la oscuridad de Labyrinthes (2009) para recuperar la frescura de Trompe L’Oeil (2006).

En este trabajo, la instrumentación deja paso a la voz, que se convierte en el principal reclamo para apretar el play. La música descansa más en la simple espontaneidad que en la aparatosidad, como ya escuchamos en Labyrinthes, y todo se centra en la garganta de Julien Mineau.

Antes de que te des cuenta, La Caverne ha llegado a su fin, y pocas veces 32 minutos dan tanto de sí y dejan tantas ganas de más. Con temas encharcados de noche y con tensión subiendo escalones como Sangsues o Le Stridor, La Caverne es un álbum desnudo de fondo fatal; se mueve con soltura en el delirio power-pop de Cro-Magnon así como en la exuberante calma de Mon Oeil. El tema que abre Synesthésie es un himno al optimismo que cabalga sobre guitarras diáfanas y brillantes, la voz de Julien Mineau juguetea con una irresistible melodía concebida para la pista. Así que abramos la ventana y dejemos que entre el verano, y también la energía al natural.

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