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Malas compañías

Publicado el 16 octubre 2013 por Icreadas @icreadas

“Non sono simbolo anti-camorra” Esto es lo que tuiteó hace tres días Mario Balotelli, todo un clásico ya, pese a su edad, en esto de meter la pata con sus declaraciones, cuando no con sus gestos hacia la grada o a otros compañeros en el campo. Con ese tuit se defendía de quienes le “acusaban” de ser un símbolo “antimafia”, en concreto de La Gazzetta dello Sport, que el pasado domingo le definió como símbolo anticamorra. Todo esto en la previa a un entrenamiento lleno de significado, por parte de la selección italiana, en el estadio del Quarto, club que fue expropiado en 2001 a un empresario relacionado con la Camorra (mafia napoliana) y que ahora se ha convertido en un símbolo del deporte contra el crímen organizado en esa zona. No es la primera vez que Balotelli la lía con el mundo del hampa. El jugador del Milan ya tuvo que acudir a la fiscalía de Nápoles en el 2011 por su visita al barrio napolitano de Scampia, acompañado por varios miembros de la Camorra. Balotelli se escudó diciendo que pidió visitar “esas zonas que están fuera de los itinerarios turísticos porque sabía que existía otra realidad después de haber visto la película Gomorra, que me marcó mucho. Quise verla en persona para intentar entender los graves problemas de la periferia de Nápoles de los que se habla”.

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Balotelli, dando la nota

Nunca sabremos cuánto de cierto hay en esas igenuas y benevolentes declaraciones de Supermario, pero es curioso que, un futbolista tan borderline y amigo de la fiesta y no tanto de los libros, tome como excusa o referencia una película tan realista, apasionante y demoledora como “Gomorra” (2008), del director italiano Matteo Garrone, basada en la novela de Roberto Saviano (“Gomorra – Viaggio nell’impero economico e nel sogno di dominio della camorra”) en donde se narran cinco historias que abordan la problemática de la violencia en Nápoles y Caserta a causa de la Camorra. El caso es que, al contrario que el glamour y el espectáculo con el que solemos encontrar historias de la mafia en Hollywood, en Italia es un tema extremadamente peliagudo y complejo. El propio Saviano puede contarnos muchas cosas al respecto, ya que tras la publicación de su novela, todos los días camina por la calle escoltado por cuatro carabinieri. El éxito de su novela le ha condenado a muerte .

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D’Agostino, el señalado

Quien también está rodeado de guardaespaldas es el ex-internacional italiano Gaetano D´Agostino. Nacido en Palermo, en el 82, su padre fue miembro activo de La Cosa Nostra y fue detenido por la policía por ser cómplice al dar alojamiento a mafiosos. Entonces decidió colaborar con la justicia (supuestamente a cambio de que le hicieran unas pruebas en el Mílan a su hijo) y, por lo tanto, quedó condenado a muerte por la Mafia tanto él como su familia. Gaetano ha jugado en Palermo, Roma, Messina, Udinese, Fiorentina, Siena y, actualmente, el Pescara. Siempre blindado ante las amenazas de muerte por parte de la organización criminal.

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Miccoli en pleno acto de contrición

En el Palermo, precisamente, era una institución su goleador y capitán Fabrizio Miccoli. Él es un ejemplo de futbolistas con relaciones más o menos cercanas con miembros de la Mafia. Estrella y emblema de su equipo, su reputación se fue a pique el pasado verano al conocerse sus vínculos con hijos de capos mafiosos locales en conversaciones telefónicas donde, entre la petición de algún que otro favor a estos capos, insultaba al magistrado anti-mafia Giovanni Falcone, asesinado por la Mafia en Palermo en 1992. Pese a sus intentos posteriores de lavar su imagen “mafiosa”, negándolo todo, Miccoli se enfrenta, además, a dos graves acusaciones: Acceso no autorizado a sistemas informáticos para conseguir tarjetas telefónicas «limpias» y  una presunta extorsión. De ídolo a villano.

Hay otros jugadores con historias ligadas más directamente con la Mafia, más allá de los escándalos por supuestas apuestas amañadas, como en 2011. Uno de estos jugadores es Guisseppe Sculli, nieto del jefe de la ´Ndrangheta que, tras 12 años fugado de la justicia, fue detenido en el campo del Chievo Verona, donde jugaba entonces su nieto, y al que acudía fielmente para verle jugar cada dos semanas. Otros jugadores, en cambio, no han pasado del coqueteo, como Maradona y sus fotos con los hermanos Giuliano, jefes locales de la Camorra en Nápoles, o Ezequiel Lavezzi y sus amistades con Marco Iorio, famoso hostelero que fue arrestado por asociación mafiosa.

Hay dos obras audiovisuales, también inspiradas en otros tantos libros, como  la citada ‘Gomorra’, muy recomendables para entender la manera “italiana” de ver la Mafia, bastante alejada de ciertos estereotipos de las producciones estadounidenses. Una de ellas sería ‘El profesor’ (Il camorrista), primera película de Giuseppe Tornatore, donde Ben Gazzara interpreta  a un capo de la Camorra napolitana en los años 70 al que apodaban o professore. Narra su ascenso y poder en prisión, pasando por su relación con el gobierno italiano en la lucha antiterrorista, hasta su caída y locura en la cárcel, de nuevo.  También es imprescindible (con permiso de ‘La Piovra‘) la serie italiana ‘Roma criminal (Romanzo criminale)’, basada en una película del mismo nombre (de no muy buena calidad) pero cuya adaptación televisiva es de una extraordinaria calidad. Cuenta la historia de una panda de macarras, inspirada en la Banda della Magliana, que consiguen codearse con las familias más importantes de Roma durante los años 70. El tono realista, al más puro estilo marginal de Pasolini y callejero a lo ‘Malas calles’ de Scorsese, la acción y, sobre todo, los personajes jóvenes, rebeldes, barriobajeros y cercanos, alejados de estereotipos de mafiosos estilizados, refleja muy bien la ascensión y decadencia de cualquier poder.

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