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¿Maldad o Mal?

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Cada día despertamos y nos volvemos parte del mundo, de su rutina, de su tiempo, y conforme pasa, la vida, los movimientos, los actos y las acciones se convierten en una respuesta automática, pero ¿realmente nos sentimos parte del mundo?, ¿cada día nos acepta con toda su voluntad, o cada uno de nosotros nos esforzamos por pertenecer pretendiendo aceptar esa realidad?

A lo largo de la vida existen situaciones que nos hacen cuestionarnos si pertenecemos al mundo, si nuestra realidad es rechazada o nosotros la rechazamos, esto, que pareciera simple o parte de una crisis existencial, se convierte en realidad en quienes viven situaciones de marginación, de guerra, de persecución, en ellos, sus ideales o procesos de vida los han llevado a perder el derecho de vivir en la tierra, siendo obligados a caminar, a emigrar no sólo en sentido físico sino dentro de sí mismos.

Este proceso, se ha ido convirtiendo en algo cotidiano, cada uno de nosotros rechazamos a la persona de al lado, por su vestimenta, por su forma de hablar, por su posición social, convirtiéndonos inconscientemente en dictadores con pretensiones de poder, creyendo tener la razón para discriminar al otro, en lugar de ayudarlo a crecer. Así, en nuestros actos, olvidamos que situaciones tan banales desataron genocidios, porque el sentimiento de superioridad crea violencia. Hacer sentir incomodidad, discriminar, asesinar a causa de los gustos, preferencias políticas, sexuales, demuestra que en el interior se pretende imponer y adueñarse del otro.

Cada ser humano tiene una realidad diferente siendo esta la mayor semejanza, la aceptación del otro en su esencia llevará a la sociedad y por ende al mundo a vivir con justicia, dignidad y verdad.

Nadie tiene la verdad absoluta, sólo se tiene la verdad personal la cual es una fortaleza para cumplir con la misión de vida, por ello, consagrar la existencia es reconocer que lo bueno para mí no lo es para el otro y viceversa.

Las agresiones surgidas a través de juicios apartan a la humanidad sin motivo, creándose círculos de violencia entre quienes realizan la agresión y quienes la reciben, por ejemplo, irrumpir a través de la burla a la religión, a la fe, ¿por qué?, la espiritualidad y la religiosidad son instancias personales, nadie tiene el derecho de imponer la creencia, pero nadie tiene el derecho de burlarse o agredir. El mismo derecho y respeto que necesita la persona de decidir no creer la tiene quien decide y elige vivir a través de D/os, Brahma, Yahvé, Allah o Hashem, crear violencia tomando a D/os como punto central demuestra que tanto el creyente como el no creyente carecen de conocimiento. Juzgar al otro es uno de los actos más crueles particularmente con uno mismo y va creando brechas irreconciliables.

Estas actitudes no sólo crean separaciones familiares, de amistad y sociales, sino abren el sendero a dictaduras, guerras, asesinatos mostrando como la Historia al no contemplarse desde la empatía o la misericordia crea vacíos los cuales se van llenando con poder.

Esta situación es tratada en los Libros Sagrados, y desgraciadamente manipulada por las doctrinas para dominar.

En el libro del Génesis se lee que Adán y Eva son los padres de la humanidad, esta narrativa no tiene una finalidad histórica, sino ética, al llamarlos padres de todo el ser humano, se enseña que nadie es superior al otro, que somos hermanos, y ante ello debemos respetarnos y cuidarnos más allá de las diferencias, sólo así podremos responder la pregunta de D/os, ¿Dónde está tu hermano?, y comprenderemos el mandamiento No Matarás, el cual hace referencia a no matar con la boca, con los ojos, con el tacto, con el oído, con el olfato.

La historia muestra como no escuchar al otro con los cinco sentidos lleva a grandes desastres.

No se debe olvidar que la vida no fue otorgada para criticar sino para reflexionar y crecer juntos, comenzando por nunca hacer sentir a alguien fuera de este mundo.

Cada ser humanos es y debe ser un hogar para el otro, así como la creación es nuestra casa, no ver por el otro es cerrarle la puerta al universo. Ante esa situación Imre Kertész[1] en su libro Un instante de Silencio en el paredón, se pregunta ¿qué es un hogar?, ¿se puede hablar de la creación como una casa común, cuando a pesar de que D/os te ha puesto en este sitio para vivir y expandirte, todo alrededor te remarca tu no pertenencia?, ¿qué tanto la actitud relacionada con la vida puede fortalecer el camino de la existencia espiritual? porque es posible acallar el dolor de la vida, pero ¿cómo acallar y sanar el dolor del espíritu?

Regularmente cuando se tiene una actitud de superioridad hacia el otro se muestra una carencia personal, además de un profundo dolor, el cual sino se sana provocará odio, rencor y las frustraciones se escudarán en soberbia y agresiones creando un escudo de protección el cual tiene como principio acabar con el otro antes de que él pueda terminar conmigo.

Los seres humanos hemos rechazado y nos hemos sentidos rechazados, pero, este sentimiento se arregla en el interior al comprender que la no pertenencia hace contemplar y reanimar un corazón, resucitarlo, comenzando con la materia por ello se dice, todo con amor es posible, porque el Amor, pertenece al más bajo nivel espiritual, al cuerpo, el amor satisface a la vida, no así a la existencia, pero sanar comienza con el cuerpo.

Vivir un acontecimiento doloroso desde el rechazo y restablecerse se cimenta no en el olvido sino en el trabajo interior el cual lleva poco a poco al punto máximo de la espiritualidad, es decir, la Misericordia.

El ser humano tiene tres procesos Cuerpo, Alma, Espíritu, el Amor pertenece al cuerpo, la Pasión al alma y la misericordia al Espíritu, acentuando con ello el lugar de la Palabra, la Escucha y el Silencio.

Así, sobrellevar una situación traumática no debe relacionarse con el amor porque éste adolecerá el proceso del ser humano, sanar una situación extrema conlleva entender la misericordia y entrelazarla a la fe a través del cuestionamiento.

Dentro de los estudios de la mística, se explica, que el libre albedrío no llegó por la desobediencia o por alimentarse de la ambrosía de los dioses, sino a partir de la pregunta de D/os, ¿Cómo sabes que estás desnudo?, esta pregunta la cual no ha sido resuelta, fue propuesta por D/os para hacer reflexionar al ser humano y con ello, redimirlo. La gracia, retorna a través de esta pregunta, quizá por ello, los grandes iniciados, los Libros Sagrados, la dialéctica de Platón entre otros se fundamentan en la pregunta, así sólo quien sepa responderse irá recuperando su libertad y entenderá la importancia del otro y del semejante, si el Hombre sabe responder por qué está desnudo, tendrá claro ¿en dónde está su hermano?, pregunta que tampoco ha sido respondida.

Estas dos preguntas sirven de fundamento para analizar el dolor causado por la maldad, y para resaltar que el mal existe no porque no exista D/os sino porque el ser humano no sabe responsabilizarse de sus semejantes, al hacer del otro un instrumento, al provocar a conveniencia la negación de D/os evitando responsabilizarse de su hermano al eliminar su compromiso con la humanidad y la creación, convirtiendo a la maldad y el egoísmo en parte fundamental de la cultura, pero ¿esto es válido?

¿Puede un ser humano, responsabilizar a D/os del dolor creado por él mismo y por su indiferencia?, ¿es válido decir... por qué D/os permite tantas tragedias, mientras observamos a alguien hambriento y lo ignoramos o mientras criticamos a alguien por su forma de llevar su vida?

Esta carencia de empatía ha llevado a muchas personas al suicidio, porque se pueden pasar pruebas de la vida, luchar con el alma, pero cuando el espíritu está muerto no hay manera de continuar viviendo, ¿cómo vivir sin espíritu? Se puede sobrevivir con el alma y el cuerpo, con amor y pasión, pero nunca sin misericordia y sin espíritu.

Dentro de toda esta perdida y falta de responsabilidad se encuentra el No reconocimiento del otro, es claro, que yo soy yo, pero no puedo serlo si no me reflejo en el otro, el niño se observa en los ojos de su madre y se reconoce parte de ella, según Freud, el niño a los seis años busca el reconocimiento, la aceptación del Padre.

No se puede ser Yo si la persona no se sabe entretejida al tiempo y a la vida de otro ser humano, quizá por ello, Elie Wiesel dice, Lo contrario del amor no es odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte.

En autores como Kafka se observa a través de sus personajes que la indiferencia es una manera de matar al alma, cuando se elimina al otro al marginarlo o juzgarlo se le cierran las puertas convirtiéndolo en un despojo al cual ya no tiene sentido enfrascarse en matar porque ya está muerto. Asesinar el alma o ver como se le arrebata a un ser humano su tierra, sus ideales, sus derechos lo destierra de un lugar físico y al mismo tiempo como sociedad nos convierte en cómplices de la pérdida de su personalidad y de su dignidad

Es así como la vida de los hombres se puede percibir de dos maneras, desde los acontecimientos de su realidad, y desde la forma en como la van construyendo los otros, las palabras se utilizan para construir historia y al mismo tiempo para destruir otras, quizá aquí tome sentido la torre de Babel, donde quien no escucha no entiende ninguna palabra y hace de su significados actos que beneficiarán solamente a quien tenga poder en esa historia, Kertesz menciona, existen palabras que ya no pueden pronunciarse con la misma paz de antes ni con la misma imparcialidad., es decir, al percibir que la maldad no tiene relación con la existencia o no de D/os sino con nuestra responsabilidad ante el otro nada de lo que se diga después será igual ni podrá culpar a otro.

La Maldad se ha convertido en parte de la cultura, así como el dolor, pero ¿es justo, es válido? ¿acaso no es peligroso dejar la maldad en manos de D/os mientras cada uno se vuelve individualista y con el derecho de decir quien pertenece y quien no a un círculo, a una sociedad a un país? Hacer de la maldad algo cotidiano del lenguaje la va convirtiendo en ideología, y si las palabras se dogmatizan cambian el sentido de la historia, por ejemplo, la voz Patria, que hacía sentir en el corazón la llegada al hogar, se convirtió en algo más preciado que la vida, la Patria, se ha convertido en el pretexto y la causante de miles de muertes, pero, la Patria ya como fundamento de la cultura, desde quien ha vivido la muerte, el destierro la necesidad de migrar o de refugiarse, ¿cómo puede tener sentido o dar un sentido de protección, cuando sólo ha causado terror?

Es así como la historia queda en la memoria no por el recuerdo sino por las palabras hechas conceptos las cuales van formando una historieta a conveniencia de quien narra y necesita identificarse con un pasado, aunque sea inexistente, así se escriben al mismo tiempo, la historia del poderoso, la historia de la víctima, la historia de quien observa y pretende narrar algo que no ha vivido. Contar la historia, ¿se puede? Desde que punto es benéfico plantear, desarrollar, y apropiarse no sólo de hechos sino del dolor del otro, ¿es parte de la historia contar el dolor y las lágrimas?, ¿es parte de la historia hacer de la objetividad de la Maldad subjetividad al reducirla a Mal?

Por ejemplo, en cada homicidio, feminicidio, genocidio la narrativa es visualizar la vida desde la muerte, porque está en todo el proceso, desde el primer grito, desde la primera orden, y siempre abrazada a la indiferencia, enfrascada en la mirada de quien ve a su prójimo como alguien distinto. Entonces, mientras los acontecimientos crean noticias, acuerdos, las victimas observan como el mundo los mata.

Hacer del Mal parte de la cultura lleva a la subjetividad de la justicia, pero retomar el término de la Maldad llevaría a pensar en el Yo no como individuo sino como comunidad, y nos haría responsables, el Mal nos lleva a necesitar gobiernos, entender la Maldad conduciría al ser humano a la responsabilidad personal con la creación y los seres vivos sin necesidad de gobiernos.

Cada muerte violenta es un recordatorio de lo que somos como mundo, la bestialidad en la cual hemos caído lentamente al no tener límite ante el poder, porque como menciona Nietzsche, D/os ha muerto, lo ha matado la vanagloria, el no saber mirar al cielo.

Nos hemos vuelto una cultura creada de dolor, de cansancio, y al mismo tiempo de esperanza, pero necesitamos convertirnos en una cultura de responsabilidad.

La muerte de los seres humanos recuerda que donde no existen virtudes los valores se convierten en armas para imponer ideologías morales carentes de ética, entonces, ¿de qué sirve el lenguaje cuando no se permite utilizarlo más que para hacer daño? Albert Camus menciona, es posible rechazar al mismo tiempo la esclavitud y el dominio cuando se tiene claro que parte de lo que soy existe en el otro, porque la historia tiene su firmeza en que se construye de la unión de la humanidad.

Cada acontecimiento violento se repara cuando la persona reflexiona y se pregunta el por qué, tomando su responsabilidad sin culpar a otro y sobre todo sin mencionar que es voluntad de D/os.

Eventos como el Holocausto, el genocidio en Ruanda, la guerra de Siria, de Palestina, los feminicidios, no pueden ni deben convertirse en algo histórico, sino en reflexiones profundas y hacerse parte de la historia de cada ser humano, sólo así el dolor y el sufrimiento no serán sólo parte de los libros de historia y se convertirán en fragmentos de vida de la humanidad evitando vuelvan a ocurrir, sin embargo, el ser humano se vuelve indiferente, no recapacita, ignora el dolor humano y al contrario de lo que pudiese pensarse, se hace más duro, más cruel, más individualista, menciona es mi vida, mi cuerpo, mi historia.

Esta manera de ver la vida teniendo al Yo como centro destruye no sólo a quien ve la vida de esta manera sino al otro al evitar la alteridad. Al actuar se pierde el sentido de armonía, equilibrio, por ello la paz se vuelve inexplicable, inexistente, porque la paz no se entiende sin el otro, en contraste de la guerra la cual surge siempre en la soledad.

Kertész, se pregunta ¿Qué ha pasado en el interior de cada comunidad? ¿Por qué el progreso lo ha vuelto más egoísta, más intolerante, más soberbio? Y dentro de las muchas respuestas menciona que al culpar y/o perder a D/os, el ser humano se ha extraviado a sí mismo porque su único límite es él y ante la pequeñez no queda más que anhelar la grandeza la cual se obtiene pisando al otro, además ha cambiado la utopía por la ideología, creando dogmatismos.

No entender el concepto de Maldad y hacer del Mal parte de la cultura llena de esa falsa Esperanza y encamina al ser humano a totalitarismos pretendiendo establecer un camino hacia una felicidad placentera pero no construida.

La Maldad a diferencia del Mal, lleva a comprender que la violencia no es la única que destruye, también la bondad, la palabra, el silencio, todo en exceso destruye, por ello, matar a D/os, es un clímax de la cultura que ha llevado a las sociedades a destruirse, las grandes matanzas han mostrado como diversas sociedades están encaminadas a desaparecer y a devorarse a sí mismas, dejando como cultura el vacío.

Bajo esta postura, donde las generaciones se imponen el individualismo y donde todo es Yo, la pregunta es, ¿cómo seguir en una tierra donde se ha perdido el sentido del equilibrio, de la dualidad y sobre todo la consciencia de saber que cada acto humano construye y destruye el universo?, ¿cómo evitar los homicidios, la violencia, la muerte, si el mal es subjetivo, si la responsabilidad propia se vuelve voluntad de D/os y donde la lógica lleva a desaparecer lo que estorba para los propios fines?

El Conde de Lautréamont menciona, La gran familia universal de los hombres es una utopía digna de la lógica más mediocre, porque ésta lógica resalta que el Yo es el principio de donde debe surgir el todo, así se engrandece la soberbia de grandes artistas, se justifica la misantropía de los intelectuales, se alaba el rencor y los prejuicios de los líderes espirituales, la mediocridad del Hombre es haber abandonado a D/os para evitar hacerse responsable de sí mismo y de sus actos, porque D/os no es una figura o ser religioso manejado desde la doctrina, tener Fe en D/os es amar al otro, confiar, abrirle caminos, cuidar al semejante, a la naturaleza, exigir la verdad y la justicia, dignificar cada realidad, la mediocridad del Hombre se fundamenta en obedecer dogmas, alabar imágenes, adorar fetiches cegándose a las necesidades de los otros.

Es importante comprender que la Maldad al objetiva predice un camino de todo aquello que hace daño sin tener una justificación, como lo son los mandamientos, ejemplo, No mentiras, es claro, objetivo, si lo haces es un acto de Maldad, pero al convertir este concepto ética en moral y hacerlo Mal, se vuelve subjetivo, así mentir es justificable si fue por una causa que me salvó de alguna situación, esta subjetividad viene de las leyes humanas. Es así como convertir la ética en moral, y al hacer de lo objetivo algo subjetivo ha llevado poco a poco a la decadencia del ser humano.

Lo objetivo se relaciona con la conciencia universal, lo subjetivo con las necesidades individuales.

[1] Imre Kertész, fue premio nobel de literario en 2002, nació en Budapest, Hungría, en una familia judía, a los 14 años fue deportado a Auschwitz y a Buchenwald, tiempo después viviría el régimen soviético.


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