No sé si alguna vez os he confesado que adoro el estilo de Tarantino. Es un genio creando largísimas secuencias cargadas de diálogos tremendamente ingeniosos y en las que la tensión se va dilatando hasta el mismísimo límite en el que dejaría de ser excelente para pasar a ser un petardazo. Me negué a ver Death Proof y hasta día de hoy no sé si me habría gustado. Sin embargo, debería haber tardado menos en ver su última película. Tenía un poco de miedo a que la sangre prevaleciera sobre los ingeniosos giros de su director y era un miedo tonto, porque al final pasa todo lo contrario.
Malditos bastardos lleva impreso en cada fotograma el sello inconfundible de Tarantino, ese que hace posible que una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial tenga como banda sonora una música de western. Y que no quede raro. Con la que Brad Pitt vuelve a lucirse y que responde a una frase que leí en un trailer:
No has visto la guerra hasta que no lo haces a través de los ojos de Quentin Tarantino.