Algunos referentes del sector audiovisual nacional siguen cuestionando la decisión de cerrar el Gaumont del 13 de febrero al 9 de abril próximo, hasta que terminen las refacciones iniciadas en septiembre de 2019. Después de que las autoridades del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales anunciaran la resolución a través de una gacetilla de prensa, las críticas circularon primero por las redes sociales y luego quedaron plasmadas en dos comunicados: éste del Colectivo de Cineastas y éste de la Mesa de Directorxs de Cine. Por su parte, el presidente del INCAA Luis Puenzo definió la medida como una «cuestión de sentido común».
El Colectivo de Cineastas y DOCA coincidieron en expresar formalmente su preocupación, y en señalar que –aunque momentánea– la clausura agrava las serias dificultades de distribución y exhibición que el cine argentino enfrenta hace años. La segunda agrupación le reclamó al Instituto que habilite espacios de proyección, no sólo para sobrellevar la inhabilitación de tres salas, sino para consolidar una «red de cines estatales que den cabida a nuestras películas».
Consultado por Juan Pablo Cinelli de Página/12, Puenzo reconoció el «costo político» de la decisión pero calificó de «inviable» la alternativa de seguir proyectando películas en medio de las refacciones. “Cuando nos reunimos con la empresa constructora, nos informaron que las obras fueron muy lentas porque nunca dejó de entrar público a las salas, con el riesgo que eso representa, y que por eso se avanzaba a razón de dos o tres horas por día”, contó. «Seguir así era una locura tanto para el público como para los obreros».
Los trabajos de remodelación comenzaron el 11 de septiembre pasado, bajo la gestión macrista del Instituto. En ese entonces se resolvió cerrar el complejo por partes, para afectar lo menos posible la exhibición de cine nacional, pero los plazos se incumplieron y las obras quedaron inconclusas.
A fines de enero, Puenzo aprovechó un homenaje a Federico Fellini en el Centro Cultural Kirchner para anunciar la habilitación de dos salas de cine en ese mismo edificio. Cerca de la misma fecha, también trascendió que el BAMA reabrirá «muy pronto» sus puertas. Algunos lectores de la gacetilla del INCAA especularon con la posibilidad de que uno y otro proyecto se concreten cuanto antes, y los programadores de estos espacios les den prioridad a los films cuyo desembarco en el Gaumont fue suspendido por el cierre del complejo.
Ayer Espectadores se enteró de que habrá tres salas de cine en el CCK. En principio, una estará destinada a proyecciones especiales, como aquélla de 8½ para el tributo a Fellini; otra funcionará como el microcine del Malba, es decir a partir de la programación de ciclos especiales, y una tercera quedará reservada para el estreno de producciones nacionales. Todavía falta acondicionar estos recintos; por lo tanto es incierta la fecha de inauguración.
Por ahora, el circuito porteño de exhibición de cine nacional queda reducido al apocopado Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, al Cosmos UBA, al Centro Cultural de la Cooperación, a la sala Leopoldo Lugones y a espacios culturales/barriales. Un grupo minoritario de películas argentinas contará además con la buena voluntad de los dueños de las salas comerciales.