Ese pequeño dispositivo que todos usamos a diario y que cada vez tiene más funciones es uno de las principales factores causantes de accidentes de tránsito. Si, hablo del celular. Muchos creen que el riesgo se reduce si utilizamos manos libres o esos controles a distancia que vienen incluidos en los autos de última generación. Sin embargo, las investigaciones de más de una década han demostrado que el uso del celular con manos libres mientras se conduce no es seguro. Esto se debe a que el cerebro no tiene la suficiente capacidad mental para realizar con seguridad las dos tareas a la vez.
Hasta ahora, los investigadores han fallado en explicar porque los conductores son tan fácilmente distraibles. En dos publicaciones revisadas (Communications of the ACM y IEEE Technology & Society Magazine.), el profesor asistente de Georgia Tech, Robert Rosenberg explica que, dado que la gente habla por celular de forma regular, han desarrollado hábitos aprendidos que absorben totalmente su conciencia.
“El hábito hace que la conciencia del conductor sea superada por el contenido de la conversación telefónica y no de las exigencias de la conducción. Ni siquiera importa si la la intención de concentrarse en la conducción es más fuerte que la voluntad de hablar por teléfono. Tarde o temprano, los hábitos telefónicos asociados alejan sutilmente la conciencia de la carretera.”
Esta interpretación que hace Rosenberg de los datos científicos provistos hasta el día de hoy se construye desde una perspectiva conocida como fenomenología (o el estudio de la conciencia).
“Cuando una persona habla o envía mensajes de texto desde su celular, entra en una zona donde parece que todo a su alrededor cae en el fondo de la conciencia. Por ejemplo, ya no se oye el televisor que estabas viendo un segundo antes que el teléfono sonara. Las paredes y los objetos adyacentes parecen desaparecer. La única cosa en la que nos concentramos es en la voz de la persona que sale del celular. Esta misma teoría aplica para los mensajes de textos, ya que es una conversación de dos vías,” sostuvo Rosenberg.
Sin embargo, es diferente tener una conversación con un pasajero en el auto. Los estudios demuestran que la distracción del conductor no es tan grande con los pasajeros que son participantes activos de la experiencia de conducción. “Por ejemplo, si dos personas están hablando en un coche y se acerca una ambulancia, tienden a dejar de hablar y buscar de donde proviene el ruido de las sirenas. Una persona en el otro lado del teléfono por lo general sigue hablando, porque no son conscientes de la evolución de la situación,” agregó Rosenberg.
A Rosenberg le preocupa la nueva tecnología de moda que viene incluida en el tablero del auto que están dando una falsa sensación de seguridad. Mensajes de texto por voz y todas las aplicaciones que están diseñadas para mantener las manos y ojos de los conductores a distancia del teléfono, pero el mayor riesgo de distracción sigue siendo lo que las personas que ven y utilizan estas nuevas tecnologías pueden pensar: “Ahora que no toco el teléfono y la tecnología está integrada al auto, debe ser seguro. De hecho, podrían aumentar las distracciones constantes.”
Rosenberg insiste que las leyes deben regular el uso de esta tecnología y la sociedad debe ser consciente de que se debe crear una nueva legislación que haga frente a los avances tecnológicos. Añade también que los científicos e ingenieros deben desarrollar diferentes opciones que permitan modificar las respuestas automáticas, por ejemplo, alertando que el conductor está detrás del volante y no está disponible. “La elección inteligente para nuestra propia seguridad y por la seguridad de los peatones y otros conductores debe ser abstenerse de utilizar tecnologías de comunicación – incluso alternativas como el manos libres mientras- se está detrás del volante.”
El investigador termina sugiriendo que utilicemos el tiempo que estamos detrás del volante para desconectarnos del mundo digital.
Fuente: NewsWise