Revista En Femenino

Mami, ¿estás cansada?

Por Vanesapp
MAMI, ¿ESTÁS CANSADA?
   "Mami, ¿estás cansada?"
   Buf... que tu hija de 6 años te pregunte eso hace que el alma se te caiga a los pies, y lo peor es que, por más que intentes convencerla de lo contrario con una forzada sonrisa, eres tan poco convincente que, al final, optas por un:   "Un poquito cariño, un poquito"
   No, no me gusta que mis hijos me vean cansada, porque después del cansancio lo que ven es tristeza, y mal humor, pero no soy una mamá perfecta, y estoy cansada, triste y de mal humor. Más de lo que quisiera. Últimamente mucho. Me rio poco, y eso me duele. Porque estoy demasiado ocupada con mi cansancio para disfrutar de las pequeñas cosas.   Mi respectivo me instaló en el móvil una aplicación de estas modernillas que te dicen lo que andas al día, calorías, etc. Pues bien, el viernes por la noche me avisaba, muy efusiva ella, de que "¡Ha superado su objetivo! Se siente mejor que antes, ¿verdad?"
MAMI, ¿ESTÁS CANSADA?
   Hombre, sentar bien sentar bien...si con sentar bien te refieres a no sentir los pies, ni los gemelos, ni se llamen como se llamen los músculos estos inexistentes en mis piernas poco habituadas al ejercicio intenso, pues no, no sienta bien.   Porque esta no era mi idea de ponerme en forma, porque supone que aún no he tenido tiempo de apuntarme al gimnasio y estas caminatas no son ni voluntarias, ni deportivas, ni sanas.   Pero...si ¡haces ejercicio!  Ya, y además, voy a dos mil revoluciones corriendo porque no alcanzo a todo, mirando el reloj permanentemente por si llego tarde, la mitad de las veces con un pedazo niño de 8 años que pesa ya lo suyo y que no entiende porque ha de ir volando cuando lo que a él le apetece es andar con mamá cantándole algo de su repertorio mamacantasinfuerzas. Y como no lo entiende se niega a andar y se tira al suelo. Y si además sumamos problemas de equilibrio las carreras van aderezadas de tirones dolorosos en el brazo izquierdo con cierta frecuencia.  Porque estos 16 km se traducen en llevadas y recogidas de niños a colegios y actividades y cumpleaños posteriores. Y, ¡a Dios gracias de que el viernes no hay extraescolares!!   Porque entre km y km, los pocos minutos libres los he tenido que dedicar a recoger mínimamente el hogar, dándole algo de apariencia limpia y decente, aún no habiendo acabado de colocar ni hacer limpieza post mudanza, preparar comida regulera, comprar el regalo, sacar a la perra jamelga y acudir a una reunión social con toda la familia a última hora ya sin aliento y sin ser capaz de articular palabra para alternar.   "Uy, ésta qué estirada" Pues seguro que lo han debido de pensar más de dos y de tres, y no me extraña.   Pero estoy demasiado cansada para aparentar, aunque al menos he de estar ahí por él que tanto me apoya.   PERO, PERO, PERO.
   "Mamá, tienes los ojos grises"   Hija, eso son ojeras. Hoy no hay rimmel. No ha habido tiempo de maquillarme, ni ganas la verdad.   Y es que el cansancio es directamente proporcional a las ganas de verse bella.  Por eso, cuando a la salida del cole veo a esas madres recién salidas del Vogue, impecables, impolutas, inamovibles y miro en el espejo de un coche mis rizos desaliñados, rebeldes como locos, esa cara de interna de sanatorio mental, la mochila a la espalda, las converse roñosas, con el sudor en la frente, solo puedo sentirme más cansada todavía.  "Magia negra" Seguro. Es cosa de Magia negra.
   Mi único objetivo vital es que lleguen las 9 de la noche para darles un beso de buenas noches y poder dejarme morir en el sofá un rato hasta que empiecen los desveles nocturnos. Y esperar el viernes como agua de Mayo, al menos para no tener que ir corriendo durante dos días a ningún sitio.   Poder disfrutar de los tres sin tener la sensación de quitar el tiempo a deberes o quehaceres. Pasar el tiempo con ellos porque sí. Haciendo cosquillas, jugando un poquito, tumbándome con ellos, manteniendo conversaciones insustanciales y de besugos.   Estar cansada de tener pendiente un posgrado que me ha costado un ojo y estar más que pasada de plazo, viendo que no llegas ni llegarás. Haber aplazado otro curso edición, tras edición porque cada vez que llega el inicio no puedes ni acabar el tema 1.  Y se me acaban las excusas.   Poder pasar un rato con mi costilla y tener que limitarnos a saludarnos por el pasillo entre idas y venidas, y cuando paramos, ya a última hora, ni darme cuenta de que caigo como un tronco, derrotada.   Y sí, me da pena. De mí, y de todas las mamás que estamos en casa y la gente nos mira como las adalides del descanso y la conciliación.   Pues no. No lo somos. Estamos cansadas, mucho, a veces más que las mamás que trabajan fuera porque el cansancio mental de no relacionarte con adultos, de no contar con ayuda externa, de no poder trabajar fuera de casa por las circunstancias que sean te van minando y quemando y agotando.   Pero la fuerza está en nosotras, y en ellos con sus ojitos buscando tu abrazo, y en esa persona que te apoya y te entiende. Pero sobre todo en tí.   Y esta tarde no van a extraescolares. Porque no. Porque esta tarde voy a ser sólo una mamá normal, sin supervelocidad, ni prisas, ni agobios.   Una tarde. Esta tarde   

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