A pesar de que llegamos a las 3:00am no fue hasta las 8:00 que desembarcamos. Lucio se haría ido y no pudimos despedirnos de él, fue una pena. El resto nos quedamos en la balsa, tomamos café y algunas últimas fotos de despedida.
Pareciera que los días se fueron volando, el viaje al que le habíamos dedicado tantas horas de pensamiento se acabó y fue completamente diferente a lo que habíamos imaginado.
Más allá de que el viaje en la balsa no fuera nada malo, nosotros creíamos que un viaje en el Río Amazonas de siete días, forzosamente implicaría algún encuentro con un animal salvaje y la naturaleza en sí, que estaríamos rodeados de una selva invasiva, bajo una lluvia intermitente. Por decirlo de alguna manera: pesamos que sería más “extremo” y emocionante, probablemente las películas y documentales que hemos visto tengan todo que ver con este imaginario nuestro –y muchas personas comparten.
Ahora, lo que nos quedó más que claro es que para eso uno tiene que salir del río e internarse en la selva, no basta con estar en el Río Amazonas. Desde el agua los árboles se ven pequeños, las aves son puntos obscuros y no se perciben siquiera esos fuertes ruidos de la selva que hemos podido escuchar en otras ocasiones.
Desde que comenzamos el viaje traemos con nosotros medicamento contra la malaria, por aquello de que en esta región el “riesgo es alto”. Teníamos pensado comenzar el tratamiento preventivo antes de comenzar el viaje sobre el río, pero decidimos que actuaríamos solo en caso de enfermarnos, para no tener que estar tomando las pastillas por un tiempo tan prolongado (fase de prevención, tratamiento y recuperación). En fin, eso era totalmente innecesario y ese tratamiento–por suerte–sigue intacto.
Al llegar aquí a Manaos nos dimos cuenta de que el puerto no tiene tanto espacio como el de Belem, no vimos que tuviese cocina o sitio donde esperar como lo hicimos allá, así que definitivamente nos tocó esperar en el lugar correcto. Lo que sí, es que pudimos tomar un baño apenas llegamos.
Esperamos un rato a que hicieran la liberación de los vehículos en el sistema y unas dos horas después estábamos yéndonos hacia la ciudad.
Manaos es una ciudad un tanto caótica… Su época de oro quedó muy atrás en el pasado y hoy por hoy da la impresión de una ciudad con muchos problemas, tanto sociales como urbanos. El calor es muy intenso y húmedo, quita todas las energías y te deja desganado.
Más allá de sus detalles no tan favorables, también hay una que otra curiosidad que puede ser llamativa para quien no es la amazonia. El mercado y la feria de la banana son dos de esos sitios. También hay varios museos y algunas galerías de arte; tuvimos la mala suerte de estar aquí en lunes, ya que muchos de eso sitios solo abren de martes a domingo.
En el mercado hay artesanías, más que nada suvenires para turistas entre ellos identificamos mucha artesanía colombiana del área de la Guajira, también artesanía Venezolana –que nos aclararon que se compra en la frontera–y algunas otras piezas hechas con piedra idénticas a las que vimos en Puerto Iguazú, Argentina, pero con un costo mucho más alto; y también, claro, artesanías locales como pirañas disecadas y bolsos pintados a mano.
La feria de la banana es más bien impresionante por la cantidad y variedad de plátanos que hay en ese lugar. Aunque parece ser que es para compras al mayoreo.
Fuimos al Museo Amazónico, pero no fue muy ilustrativo... Para alguien que conoce cosas básicas de la amazonia puede resultar falto de información y redundante. Nos dio la impresión de que está dirigido a niños.
Caminamos bastante entre las calles llenas de gente–no importaba la hora que fuese, las calle siempre están abarrotadas. Al final el cansancio y el calor nos vencieron y optamos por ir hacia uno de los shoppings para conectarnos un rato a internet.
Hoy es también el cumpleaños de David, así que nos daremos una vuelta al supermercado para ver qué se le antoja para festejar J
Más tarde tenemos planeado salir un poco de la ciudad, rumbo al aeropuerto, para mañana a primera hora seguir camino hacia Presidente Figueiredo, un sitio que nos han recomendado mucho por sus cascadas y ríos.
Andrea