Revista Bares y Restaurantes
Sin duda, el viernes 6 de febrero fue un día que no olvidaré nunca: por fin he terminado mi relación tormentosa con la UPV-EHU, al menos hasta que me vuelva a dar uno de mis sirocos, y me vuelva a meter en algún jardín como los tres anteriores. No lo descarto…
Y justo hace dos semanas que J y yo nos fuimos a descubrir nuevas hamburguesas en Bilbao. Bueno, quien dice "nuevas" dice desconocidas para nosotros, ya que creo que la cafetería Manila ronda mis 30 o se acerca fácilmente. Ahí que nos metimos los dos, en esa cafetería, que recuerda al Florida con esa plancha, los taburetes frente al mostrador y esa decoración que parece el decorado de una serie tipo "Cuéntame".
Tras dar un par de vueltas a la carta plastificada, J pidió una hamburguesa Manila en un bollo de pan con semillas de sésamo, una hermosa cucharada de mayonesa, tomate, lechuga (de verdad, bye bye Florette), pepinillo, cebolla, queso y una hamburguesa con un sabor delicioso. Al punto, con ese toque a la plancha, y ese sabor a carne de verdad, nada de sucedáneos. Yo andaba con poco hambre, raro en mi, pero claro, si os digo que antes nos habíamos ido de pintxos, ya la cosa cambia. Pedí un sandwich pensando que seria algo "ligerito" y nada, me plantados tres pisos de pan rellenos de huevo, bacon, queso, jamón york y pepinillo. Para mi gusto, le faltaba un poco de salsa rosa o mayonesa, así que nada, dicho y hecho, se lo pedí a la camarera, y ¡perfecto!
Me encanta comer en sitios sencillos, con solera, en taburetes, compartiendo mesa y matel de papel con desconocidos que igual que tú disfrutan de una hamburguesa sencilla pero deliciosa. Para terminar la cena, J pidió tortitas, algo que no deja pasar allí donde las sirven. Esponjosas, con buena nata, pero con chocolate tipo sirope del Makro, una pena. En estos casos, lo mismo que en Florida, siempre pido caramelo, que resulta menos fake que el sirope de chocolate o el radioactivo sirope de fresa.
CAFETERIA MANILA.C/Gregorio de la Revilla, 22. Bilbao
Manila es de esos lugares míticos de Bilbao, que no deberían desaparecer, ni cambiar, ni reformarse. NUNCA. En el momento que algún desalmado decida cambiar esas baldosas o la plancha, las hamburguesas y los sandwiches ya no sabrán igual. Lo regentan un matrimonio que por lo que sé llevan ahí más años que yo en Bilbao, fieles a su producto, a la calidad y al servicio. ¿La pega? Que no hay mucho espacio, y la espera puede hacerse larga. Aunque para compensar esto, preparan todo para llevar a casa.
Al medio día entre semana ofrecen hamburguesa/sandwich, bebida y postre por unos 4€. Nuestra cena, con dos botellines de agua, fue de 13€