acostumbran a oler de manera especial.
Huelen igual que los muebles restaurables,
las barajas de naipes incompletas
y los retratos o fotografías
de parientes lejanos".

La primera noticia de la existencia de Manu Cáncer (su nombre de cuna fue Juan Manuel Cáncer Trincado) me llegó gracias a Facebook hace algunos meses. En una anotación (o "estado", o "post", o como queramos llamarlo) de la editorial Olifante leí una breve referencia a su Poesía completa, con la reproducción de la portada del libro. También se recogían los dos o tres primeros versos de uno de los poemas de su libro Blues de todos los jueves: "El milagro está aquí, / no en otro mundo. / Míralo /... fijamente / a los ojos / y cógelo / después". Pinché el enlace y me encontré con algunos detalles más acerca de la obra y la vida de Manu. El hecho de que fuera un poeta fallecido en 2002 del que lo desconocía casi todo, me llevó a ponerme en contacto con Trinidad Ruiz Marcellán, directora y fundadora de Olifante y alma de la poesía en Aragón y en la comarca del Moncayo para pedirle un ejemplar de un libro que creía de reciente publicación.
El libro me llegó dos o tres días después de mi diálogo con Trinidad. Al recibirlo, supe que no era tan reciente. La Poesía completa de Manu Cáncer fue editada en 2005. Es decir, llevaba más de seis años en librerías y casi ningún medio de comunicación (ninguno que yo supiera: confieso mi ignorancia y estoy dispuesto a purgarla) había dado noticia de ella. Me senté a mi mesa de trabajo, abrí el libro y leí algunos poemas al azar. Me parecieron de un alto nivel de calidad y, sobre todo (para mí es algo básico) me emocionaron. Allí estaba el poeta desconocido, vivo, intenso, revelándose, casi una década después de muerto. La casualidad había hecho que la labor de varios héroes de la poesía rindiera, al menos, un modesto fruto: un poeta casi coetáneo a él, crítico, además, de poesía, como yo y editor de un blog con cierta influencia, estaba emocionándose ante su poesía reunida. Los héroes (a cuya mediación hago referencia al principio como herramienta esencial para este tipo de rescates) habían sido dos: de un lado, Trinidad Ruiz Marcellán y Olifante por haber dado vida al libro; de otro, el decodificador de los misterios de la obra y, parcialmente, de la vida del poeta, Antón Castro.
Manu Cáncer fue autor de obra corta: tres libros en tres décadas. Dos de ellos fueron publicados en vida: ¡Grita!, de 1980, y Blues de todos los jueves (1998), con la friolera de dieciocho años de distancia entre uno y otro. Dejó inéditos algunos poemas en prosa y el libro, incluido en Poesía completa, Palabras que se mueven. Antón Castro, en el prólogo, hace un recorrido por su vida y poe su obra y nos revela la fibra, la conciencia y la pugna, a lo largo del tiempo, con la poesía de un escritor poco amigo del mundo literario y sus vanidades, un poeta cronológicamente incluible en la generación de los ochenta (y excluido de toda categorización generacional), hijo de un derrotado en la Guerra Civil, condenado a muerte y encarcelado durante largos años en distintos presidios del franquismo. Un poeta con nervio y corazón y lenguaje cuyos poemas tantean, con hondura y sabiduría (sobre todo los de sus dos últimos libros) los temas de siempre: el amor, la muerte, la amistad, la propia poesía.

"Manu Cáncer sigue cantándole al amor, a la naturaleza, a las pequeñas cosas de su existencia diaria con todo su arsenal de desengaños, a su memoria colmada de recuerdos con almendros, olivos y parrales, que parece la flora que integra si imagen del edén , y hace recuento de distintos momentos de su vida a través del perfume de la mujer amada, las monedas, las leyes, las cartas ( ... ) o de esas irremediables lágrimas que se le escapan de los ojos y de un hondo penar mientras deambula entre las sombras de la noche en una jornada en la que llegará tarde a casa".Manu murió con 47 años. Vivió en el país de los poetas ocultos y nadie sabe cuáles fueron sus sueños más hondos e íntimos. Sabemos (nos lo cuenta Antón) que se licenció en Historia, que se comprometió con la izquierda política, que se sintió atraído por el movimiento de mayo del 68, por los hippies y por la contracultura, que sentía rechazo por el mundo académico y que siempre quiso ser feliz. Residió en Madrid gran parte de su vida, vivió la Ibiza mítica de los 80, le encantaba el Mediterráneo, la gastronomía, y el amor. Y fue un magnifico poeta, oculto y olvidado de modo inmerecido y rescatado en parte en la primera década del siglo XXI gracias a la editorial Olifante y a su infatigable y entusiasta directora (qué sería de nuestra poesía sin gentes como ella).
Como muestra, aquí os dejo un poema de Manu Cáncer. Obvia demostración de que la justicia poética a veces no existe o llega demasiado tarde:
COMO UNA ROPA USADA
¿Quién no ha visto los restos de ciudades
hundidas bajo el peso
lluvioso de los siglos?
Cuántas veces los nombres que tuvieron
se han burlado del tiempo
y están vivos.
Y esas calles y plazas de un anteayer cercano,
demasiado cercano (casi es posible
percibir sus olores
en la caja aplanada de las fotografías),
tabernas y teatros, comercios y jardines que desaparecieron,
dejándonos su nombre solamente
como realidad.
Llevamos nuestro nombre igual que ropa usada
pero cuando la muerte
termina su trabajo,
sólo los nombres olvidados son sueños moribundos
que se pierden
en la realidad brutal del abandono.