Revista Libros

Manual para padres de adolescentes: lo que no debes hacer

Publicado el 17 diciembre 2015 por Claudia
¡Hola bloggeros! 

Hoy traigo una sección en exclusiva para todos aquellos padres que no saben cómo afrontar diversas situaciones con sus hijos adolescentes (entre los 12-18 años), situaciones tan comunes y cotidianas como difíciles de tratar, y que si hacéis mal podéis causar un gran rechazo por parte de vuestros hijos. 

El tema de hoy es: lo que no debes hacer.

Debo de advertir que cada adolescente es un mundo, y que quizá esto no os sirva a todos, pero al menos espero que podáis tomarlo como una orientación para saber entender mejor el pensamiento de vuestro hijo o hija. 

Nunca tienen tiempo para nada. 

Nosotros solemos decir a la mayoría de vuestras peticiones "es que no tengo tiempo", por ejemplo: ¡Pepito! ¿por qué no te apuntas a una academia? ¿por qué no practicas algún deporte? ¿por qué aún no has limpiado tu habitación? ¿por qué no has tirado la basura?

Son peticiones que los padres hacéis constantemente, y ante nuestra respuesta os quedáis confundidos y con una única cosa en mente ¿cómo que no tiene tiempo? ¡si nunca hace nada!, o directamente os ponéis a echar las típicas charlas de "soy tu madre/padre y tienes que respetarme" "si te doy una orden la cumples" o la más característica de todas "mientras vivas en esta casa harás lo que yo te diga". 

Este tipo de contestaciones por vuestra parte son las que nos hacen alejarnos y no tener confianza alguna. No digo que este mal que os hagáis respetar, pero esta no es la manera correcta. Cuando decís esto, lo que piensa vuestro hijo es: "ya está otra vez..." "¿y pretende que le cuente mis problemas si se pone así solo porque no e hecho la cama?", o directamente en nada, deja la cabeza en blanco y hace oídos sordos a vuestras palabras.

Lo más probable es que ese "no he tenido tiempo" haya sido empleado en chatear, salir a dar una vuelta, escuchar música o estar tirados en la cama sin hacer nada.

En estos casos lo que deberíais de hacer como padres, no es esperar hasta el final del día para preguntarle a vuestro hijo si a hecho los recados o ido a comprar leche, no. Tenéis que echarle un vistazo de vez en cuando y ver que si realmente no está haciendo nada productivo, repetirle que lo haga, pero en ese preciso momento, no siete horas después. 

Es una táctica que la mayoría de veces da resultado, es mejor decir que haga dicha acción cien veces a lo largo del día que una única vez a última hora.


¡¿Donde está mi hij@?! 

También suele pasar que no sabéis ubicar a vuestro hijo, y al no poder hacerlo os alarmáis. Luego cuando aparecen, regresan las charlas: que si donde has estado, que si te crees que esto es un hotel, que si no puedes hacer lo que te de la gana, etc.

¡Stop! 

Todo eso ¿sabéis lo que causa? sí, una vez más, causa rechazo. Lo más seguro es que si tu hijo tarda quince minutos o media hora más de lo previsto no es que lo hayan secuestrado, sino que se haya entretenido más de la cuenta u encontrado a algún amigo de camino a casa. Lo mejor para esto no es prepararle un interrogatorio, más bien lo contrario. 

Si ves que va a salir preguntale a donde va, pero no te pases. Eso de ¿con quien vas a salir? ¿quien te a dado permiso? ¿a que hora vas a regresar? cambiate esa ropa... sobra. 

Si lo que de verdad quieres es tener una relación sana con tu hijo mi consejo es: 

Acostúmbrale a que te diga donde va a estar y con quién. Si le preguntas (de forma pacífica y sin cara de perro reñido), te lo va a decir. La mayoría de nosotros no tenemos nada que ocultar, cuando salimos no vamos a meternos drogas, ni a emborracharnos hasta la saciedad, bajamos a dar una vuelta, porque fulanito está en la plaza con unos amigos, o porque menganito ha preparado un partido de fútbol a última hora. 

Respecto al horario, no se como seréis vosotros como padres, pero a mi desde pequeña me decían: antes de que oscurezca te quiero en casa. A medida que fui creciendo el margen se fue ampliando, pero de alguna forma u otra siempre estaba comunicada con mis padres. 

Mándame un mensaje cuando llegues a casa de tu amiga. Llámame para saber que ya estás de camino... 

Eso sí, si no llamaba o mandaba el mensaje, se armaba la de dios. Sinceramente creo que es el método más eficaz de todos, ¿el por qué?, porque el adolescente de esta forma se siente libre. Sabe que si se tarda cuarenta minutos más no pasará nada, siempre y cuando su madre sea consciente de ello, y sabe que más le vale llamar si quiere volver a salir esa semana. Es un proceso eficaz y fácil en el que todos salen ganando. 

Tu hijo no quiere sentirse como un niño pequeño, sabe de sobra que hablar con desconocidos es peligroso, y que no debe ir por callejones ni lugares solitarios sin compañía.

Sabe que le queréis y que solo os preocupáis por su bienestar, pero al igual que él o ella lo entiende, vosotros deberíais de intentar canalizar toda esa preocupación en algo que os beneficiara a los dos, ¿entendéis? Si dais un poco de margen, vuestro hijo responderá.

No me importan tus amigos, me importa lo que hagas tú. 

Esta frase está más que oída, pero estoy segura de que todas las madres la dicen.


  • ¿Podría quedarme hasta la una, por favor? ¡Mis amigos se quedaran hasta las cuatro de la mañana!
  • ¿Podría ir de viaje con mis amigos este verano? ¡A todos les han dado permiso!

Y la preguntas varían respecto a la edad. 

Aquí si que os doy parte de razón, muchas de nuestras propuestas son descabelladas y resulta bastante absurdo el siquiera preguntarlo, pero para que vosotros no os agobiéis repitiendo: que no, que no y que no, lo mejor en este caso es ceder un poco. 

Si tu hija te pide ir a una fiesta hasta las seis de la mañana y tiene catorce años, obviamente, es un no rotundo, pero puedes contentarla un poco. Quizá no hasta las seis, pero en vez de hasta las once, hasta las dos, o hasta las tres. Eso sí, tienes que asegurarte de que pueda regresar de forma segura a casa; por ejemplo, podrías pasar recogiendola con el coche.

Esta parte, es un tira y afloja continuo. Tienes que ceder, pero no mucho. Mantente constante y no sueltes del todo la cuerda. A pesar de todo, tienes autoridad sobre tu hijo, tu tienes el poder, pero tampoco abuses de él. Permítele ciertas cosas, sin embargo no dejes que se pase de caradura con la confianza que le has otorgando. 

Estas preguntas son las que más te tocarán responder; a medida que tu hij@ va creciendo va a querer ampliar sus horizontes, querrá sentir que tiene más libertad, que confías en él lo suficiente como para darle su propio espacio. 


Manual para padres de adolescentes: lo que no debes hacer
¡Y hasta aquí por esta noche! A sido breve, pero prometo que la próxima publicación de esta nueva sección será más larga. ¡Espero que os haya servido de ayuda! Ya sabéis, comentar lo que opináis sobre estos tres ejemplos que he puesto, y si queréis que haga un post en específico solo tenéis que pedirmelo. ¡Un beso bloggers! 

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revista