A raíz del estreno de esta película, surgió una polémica en torno al cartel de la misma y de su plagio o no de una fotografía de Javier Aramburu. No seguí mucho el tema, pero supongo que algo de razón debía tener el fotógrafo cuando el cartel que estáis viendo no es con el que se estrenó la película y ni siquiera en su web hay rastros de aquel ojo ahumado con fucsia, amarillo y turquesa. En todo caso, tanta culpa tiene el diseñador del cartel como la propia Coixet, que al fin y al cabo en algún momento de la larga cadena le toca dar el visto bueno. Hay que ser la persona que da la cara tanto para lo bueno como para lo malo. Eso sí, la polémica no debe enturbiar para nada la calidad de la nueva película de Isabel Coixet, que en este caso es tirando a malilla.
La fotografía, perfecta y sublime (como siempre), pero demasiado recreada. Vamos, que tanto plano detalle hace que la película resulte lenta y tremendamente artificial.
Yo me he aburrido bastante y supongo que en otras circunstancias (que no fueran tirada en el sofá después del cotillón de Año Nuevo) sería la misma historia.
Esta vez no ha colado. Sorry.