Revista Ciencia
Por fin y gracias a la convalecencia de una operación, he terminado mi maqueta del HMS Beagle que adquirí por internet. Andaba ya descatalogada y la encontré sólo de segunda mano, pero estaba completa. Un contratiempo sufrí y es que Quique, mi hijo mediano la comenzó a montar antes de pintarla. Pintarla con bastantes piezas montadas fue un aventura, pero ya está aquí. He de admitir también que si Quique no la hubiese comenzado, quizá estaría todavía en su caja de cartón y sin empezar, así que realmente tengo que agradecérselo.
Él tiene comenzado una en madera un galeón, mucho más bonita, grande y difícil que este pequeño barco, cuyo casco no supera los 35 cm de largo. Ahora le fabricaré una urna de cristal donde guardarlo a salvo del polvo y para poderlo exponer cuando vuelva a preparar alguna exposición con la temática de la evolución mediante la selección natural.
El Beagle fue el barco en el que Darwin realizó su viaje alrededor del mundo y donde recopiló el material y las observaciones necesarias que tiempo después le harían pensar en que la selección natural que se producía en la vida cotidiana, permitía sobrevivir a aquellos seres mejor adaptados, que podían reproducirse en mayor número y muchos otros quedaban en el camino de la lucha por la existencia. Hoy se empiezan a conocer algunos de los mecanismos que producen esa variabilidad y la aparición de modificaciones que en algunos casos determinados pueden llegar a ser beneficiosas y así preservadas. Pese a ello, el mecanismo que preserva a unos sí y a otros no, sigue siendo como entonces, la selección natural. Enfermedades, catástrofes, sequías, inundaciones... todas estas dificultades que la vida pone a cada uno de los seres vivos, supone un camino de obstáculos cotidiano que es la aventura de vivir. Lógicamente de poco sirve que una trucha nade un poco mejor que otra, o que sus huevos sean más resistentes, o que su mucosa de la piel le proteja mejor de las infecciones si se seca el curso de agua en el que habitan. Esta situación, que la vida en La Tierra y la existencia misma del ser humano sea también y quizá en mayor medida fruto del azar, es lo que hace tan valiosa la existencia de todas y cada una de las especies que con nosotros viajan sobre este planeta, dispuestas tan sólo en una delgada capa superficial del mismo, la biosfera, a velocidades de vértigo en el espacio inmenso del universo. Viaje que transcurre en una aparente e inmensa soledad...