Revista Regiones del Mundo

Mar del Plata ♥

Por Elainn

Mar del Plata. Sí, no es un destino exótico pero me encanta. Además no queda lejos de la bulliciosa Buenos Aires: cuatro horas y media en auto, unas seis  en micro. Cada vez que puedo vuelvo a Mardel, la «perla del Atlántico». Es el balneario más importante y popular del país. Sin embargo, sus playas no pueden compararse con las de Brasil o el Caribe. Por un lado porque sus aguas son bastante frías. En verano se bancan porque afuera hace calor pero aún así me he pescado varios resfríos y otitis. Por otro lado,  el Mar Argentino tiene  corrientes constantes que agitan sus aguas e impiden que la arena del fondo se asiente. Eso provoca que sus aguas no sean cristalinas. Si tuviéramos periodos prolongados de viento calmo, la arena se depositaría en el fondo y habría mayor visibilidad. Todos dicen que el Mar Argentino es sucio. No tanto: “… el agua no es turbia de por sí, sino que es la arena suspendida que se remueve por el efecto del viento y las olas lo que le da el color que conocemos. Y esto se acentúa cerca de la orilla con el romper de las olas”, dice un oceanógrafo.

Y sin embargo, Mar del Plata se ha ganado un rincón de mi corazoncito. Tal vez porque tengo amigos allá que me abren las puertas de sus casas cada vez que voy. Tal vez porque tiene una mezcla exacta de locura de ciudad y paisaje de infinito. No sé. Es un misterio. Ni siquiera me molesta ir en pleno enero cuando se llena de gente.

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¿QUÉ HACER EN MAR DEL PLATA?

La primera respuesta es, obviamente, ir a la playa. Aunque más no sea para caminar por la orilla del mar al compás de las olas. La playa más famosa es la céntrica Bristol con su monumento al Lobo Marino y la foto obligada. Pero se trata de la playa más poblada y más sucia. Desde el Torreón del Monje y, atravesando la feria de artesanías que se arma los fines de semanas, se llega a la playa Varese, una mejor opción cerca del centro de la ciudad. Pero aún hay mejores si bien para ello deberías acercarte en auto o tomar el colectivo 221 que va bordeando la costa. En primer lugar se encuentra Punta Mogotes y sus balnearios. Luego, a partir del faro al que no se puede acceder, están las playas del faro, las más alejadas. Mi favorita es la última: Playa Serena, que acaba abruptamente en un acantilado. No suele haber mucha gente. Yo recorrí caminando todas las playas desde el faro.

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Si ya se aburrieron de las playas pueden visitar museos y edificios históricos. Mi favorita es la Villa Ocampo, la casa de veraneo de Victoria Ocampo: “La villa fue adquirida en Inglaterra a la firma Boulton & Paul Ltda. Este edificio de madera (bungalow) era producido por dicha firma proveedora de la corona para sus colonias y empresas en América del Sur. Fue construida en 1912, para Francisca Ocampo de Ocampo, tía abuela y madrina de su futura oropietaria. Trasladada en barco y armada totalmente sobre una estructura de hierro, la casa principal tiene un estilo de diseño inglés.”

Otro sitio para ir un día de lluvia es el Instituto Unzué, un antiguo asilo de huérfanos. Hay visitas guiadas. El oratorio tiene una araña fenomenal. La casa del puente / casa del arroyocasa del puente / casa del arroyo es un destino obligado para amantes de la arquitectura. Y el Teatro Colón, además de ser un edificio neocolonial con interiores moriscos, cuenta siempre con obras a bajo precio.

Pueden ir a museos, como el de Arte Contemporáneo (MAR) y sacarse una foto con el  lobo marino gigante de alfajores dorados, el Castagnino también de arte (que vale por su edificio), el Museo de Ciencias Naturales para ir con chicos y el pequeño museo de arqueología en la zona de Punta Mogotes. La casa Bruzzone en el bellísimo barrio Grosellar (un barrio hobbit) muestra el atelier de Alberto Bruzzone, fundador del realismo rioplatense.

Si prefieren el turismo religioso, vayan a la Catedral neogótica (1905), la iglesia Stella Maris y la Gruta de Lourdes.

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Y hay más. El colectivo 571, por ejemplo, los lleva al Puerto. Allí pueden comer en alguno de sus restaurantes, comprar pescado fresco o simplemente caminar a la reserva de lobos marinos y tal vez dar una vuelta en catamarán.

¿Te gusta ver vidrieras? Para eso lo mejor es caminar por la Güemes o la Peatonal y luego contrastarlas. Pueden continuar en el Paseo Aldrey (el shopping ubicado en la antigua terminal de colectivos) o en el shopping Los Gallegos. Y por favor, si están de compras vayan a  Cerámica Kookai. No tengo ninguna vinculación con ellos pero me encanta lo que hacen.  Tazas y platos de cerámica, adornos, etc. Todo de una calidad exquisita. También hay muchos puestos de artesanos: cerca del Torreón (otro lugar imperdible), frente a la Catedral y en la Diagonal Pueyrredón.

¿No les importa alejarse un poco? Si van con chicos tienen los parques acuáticos Aquasol, Aquopolis y el Aquarium que no me interesa porque no me gusta la idea de delfines encerrados.

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El Puerto

Un poco más allá está Sierra de los Padres (colectivo 717). Para mí es una visita obligada porque ¡me fascina! Tiene un centro comercial super pintoresco como el Paseo de la Cumbre con su vista panorámica y sus pasarelas en madera. Siempre me pierdo mirando adornitos artesanales. También se puede almorzar. Yo he ido dos veces a “El ciervo rojo” a comer parrillada. Aunque no fui, la parrilla Rhiannon tiene muy buen aspecto. También en la cumbre está la Gruta de los Pañuelos, donde la gente le lleva pañuelos a la Virgen. Y luego pueden treparse por entre las piedras.

En la parte inferior está el Paseo de la Sierra, el Paseo de la Aldea y el Paseo Paso de las Cabras. A mí me gustaba mucho una casa de té llamada Rustika que estaba justo en el acceso. Creo que ahora se llama Je t’aime. A la salida de Sierra de los Padres hay algunas parrillas y varios puestos de frutas y verduras… Existía un zoológico (al que nunca fui) pero cerró este año.

A pocos kilómetros se encuentra la Laguna de los Padres, ideal para hacer un picnic frente a la laguna o visitar las ruinas de la Reducción Jesuítica de 1746. Para tomar mate y relajarse.

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Un poco más lejos pueden ir al bosque energético, ubicado en Miramar (a unos 50 kms de Mardel), un bosque donde se respira otro ambiente. Árboles curvados y un extraño equilibrio. Es un lugar casi mágico, muy cerca del mar. Queda cerca de la ruta 11, entre Miramar y Mar del Sur. Si van a Miramar, no dejen de visitar el Bosque del Vivero. Aire puro, juegos para niños, una gruta de Lourdes, un museo etnográfico, lugares donde comer, etc.

Antes se encuentra Chapadmalal (a menos de 25km al sur). Allí, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, se inaugura el turismo social. Entre 1947 y 1952 miles de jóvenes hijos de obreros pudieron ir de vacaciones al gigantesco complejo que aún es posible visitar.

Hacia el norte de Mar del Plata tienen playas tranquilas como Mar de Cobo (30 kms) con médanos con olor a eucalipto. Más allá aparecen Mar Azul y Mar de las Pampas enmarcadas con árboles. Luego, a 110kms llegamos a Villa Gesell. De Villa Gesell sólo conozco El Viejo Hobbit. ¿Nunca fueron? Están perdiendo uno de los placeres de la vida: cerveza artesanal (descubrí que me gusta la roja), buenas picadas, fondue, wafles y un ambiente de película. ¡Hasta tiene puertas y ventanas redondas!

Finalmente en San Clemente (212kms) hay termas marinas, un faro que les permite ver donde las aguas del Río de la Plata desembocan en el Mar Argentino y un parque al que fui tres veces cuando era chica, pero que ahora me molesta al saber cómo viven la orca y los delfines: Mundo Marino. Yo también fui a las  instalaciones de las termas cuando se llamaban “Bahía Aventura”, aunque entonces no se sabía aún que había agua termales.

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¿DÓNDE HOSPEDARSE EN MAR DEL PLATA?

Aunque ahora ya no voy a hoteles, he conocido muchos a lo largo de los años. Aquí les paso la lista.

En 1996 me becaron para asistir como estudiante de la ENERC al Festival de Cine. Me hospedé en el Hotel Albamar. Según las fotos que veo ahora y las críticas, parece que ha mejorado mucho. Se encuentra a metros de la playa La Perla. En la esquina hay una heladería donde muchas veces improvisé una comida.

Nuevamente me becaron en 1997, pero esta vez fui al Hotel Punta del Este. Me gustó mucho más. La habitación era más amplia y el desayuno muchísimo mejor.

En 2003 fui otra vez al Festival de Cine pero trabajando para el INCAA. Me alojé en dos hoteles. En el más humilde Castellón que cuenta con un buen restaurant y en el Estocolmo. El Estocolmo es el hotel que más me gustó de Mar del Plata. Habitación enorme, baño con secador de pelo. Muy cómodo, desayuno muy rico.

Al año siguiente fui a un congreso de Letras. Esta vez sí me pagué el hotel. Lo eligió una amiga cerca de donde se realizaba el congreso. Fuimos por tanto al hotel Bologna. Es pasable en tanto y en cuanto se hospeden en el primer piso, lejos de la recepción.

Volví a un congreso en el 2007 y fui a un hotel que me recomendaron cerca de la vieja terminal. El hotel Roma es una buena opción si buscan un sitio económico, confortable y bien ubicado. Si tuviera que buscar un hotel barato en Mar del Plata, creo que elegiría este de nuevo.

El último hotel donde me hospedé fue el Edén Azul en 2008, para unas vacaciones improvisadas. No me convenció en lo absoluto. Primero me dieron una habitación cerca de la recepción donde no se podía dormir. Al otro día me pasaron a la 4, que era mejor pero aún así no volvería. No tienen desayuno. Tuve que ir a la otra cuadra al café “La Luna”.

Un alojamiento que conozco porque pasé una tarde con amigos pero donde no me alojé es La Casa del Balcón. El lugar es precioso. No sé si todavía funciona como hostel.

Tengan en cuenta que hay hoteles para todos los gustos y presupuestos.

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¿DÓNDE COMER?

Así como es amplia la oferta hotelera, también lo es la gastronómica. Sólo nombraré algunos lugares donde recuerdo haber ido.

Una visita obligatoria es el puerto. Es mi oportunidad de comer pescados y mariscos frescos. Siempre voy a Santa Rita porque me parece fresco y rico. En Minipez comí empanadas de atún, también muy buenas. Igual prefiero Santa Rita.

Ya en el centro de Mar del Plata, remarco aquellos que se destacan de los demás. Uno fue “La cebolla” donde comí unas deliciosas salchichas con chucrut. Creo que no existe más. También de comida alemana es El Caballito Blanco aunque aún lo tengo pendiente.

Hardy, en la calle Güemes, es caro pero tiene el mejor ambiente y decoración. Sólo probé un tostado así que mucho no puedo opinar sobre la comida. Pero vale la pena ir al menos una vez. Asimismo cerca de la Güemes se encuentra Tisiano, un restaurant con aspecto de taberna del siglo XVIII (parece que justo lo clausuraron por un problema de impuestos).

Por supuesto, un clásico es el Torreón el Monje con toda su magia. Al menos tenés que ir a tomar un café mirando el mar. Ideal para días lluviosos. Es un ícono de la ciudad. Si les gusta estar al lado del mar, otra recomendación es el Club de Pescadores en el espigón.

Para aquellos que prefieren un pub, pueden ir al Dickens. Tragos y buena música de jazz.

Otros sitios donde comí o tomé algo: La esquina en calle Güemes (lamentablemente cerró el restaurant Atalaya que estaba en la misma cuadra y al que iba cada vez que viajaba a Mardel), el café Handy y la Piazzeta tampoco existen más (se nota la crisis económica del país), La Peatonal, Montecatini (muy bueno risotto con hongos), La Fontaine donde me llené de ñoquis y el café de La Fuente.

Para aquellos que optan por comida para llevar, hay tres rotiserías que he probado: Fátima (Alberti y Olavarría), Danela (Av. Colón y Alsina) y El Brasero (Rivadavia y Entre Ríos). En verano se llenan.

¿Qué me quedó pendiente? Bueno, todavía no conozco el Museo de Submarinos, los parques acuáticos o el Ecoparque

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DATOS:

  • Si quieren recorrer la costa, a más de 400km al sur se encuentra Monte Hermoso con la posibilidad de turismo arqueológico con el Yacimiento el Pisadero, con huellas de pisadas humanas de hace 7000 años. La reserva natural Pehuén Co-Monte Hermoso está catalogada como una reserva geológica, paleontológica y arqueológica. El Balneario Pehuén Co está rodeado de bosques. Sierras de la Ventana también queda cerca de Monte Hermoso. Quiero conocer toda esta zona.
  • Todos los colectivos excepto el 221 que funciona con monedas, utilizan la SUBE.

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