Revista Toros

Marbella: descate, toreo, valor y desplantes

Por Malagatoro

CID

La felicidad de El Cid que dio una buena tarde en Marbella. Nos alegramos de ello. La baja segura de Morante en Málaga y el buen momento que últimamente atraviesa el diestro de Salteras, debería hacer pensar a la empresa de La Malagueta la posibilidad de este torero, ausente en los carteles de la próxima feria, para su sustitución.


Los que asistimos ayer al festejo de Marbella vivimos una tarde de toros que resultó interesante y entretenida, que no emocionante, porque la emoción la pone el toro bravo, que ayer, una vez más y es la tónica actual, brilló por su ausencia. Porque el encierro de los Hermanos Garzón Mergelina, de la torifactoria del Cuvillo, fueron nobles, salvo el sexto, pero descastados y flojos. Bueno y con calidad en la embestida el segundo. Corrida de justa pero desigual presentación para una plaza de la categoría de la marbellí. Toreo y valor, en diversa poroporción, lo pusieron El Cid y Jiménez Fortes. Los desplantes, Padilla.

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Me volví a reencontrar con el excelente toreo al natural de El Cid en su primer toro, el más potable del festejo, pero al que el de Salteras, echando mano de una técnica depurada, de torero maduro, consiguió sacarle el máximo partido. La virtud fue lograr la adecuación entre la distancia y tiempo, a la fuerza y velocidad de la embestida; léase temple y distancia. Lamentablemente, volvió a fallarle la tizona, y su labor quedó en una oreja. Los dos apéndices se los cortó al que hacía quinto, un burel feo, de cuello corto, que no humillaba y se quedaba muy corto, al que sólo pudo enjaretarle algunos naturales sueltos de calidad. Esta vez mató de una buena estocada. Bien El Cid. Espero y deseo que sus últimas actuaciones sean anuncio de que este torero ha vuelto de su destierro. La Fiesta le necesita.

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Siempre he dicho, y afirmo ahora, que lo que caracteriza a Saúl Jiménez Fortes es la ética, tanto en su disposición como en su forma de torear. En la disposición, porque se entrega al máximo, sin reservas, sin importar la plaza que sea. Y en su toreo porque expone, concede las ventajas al toro para conseguir el máximo lucimiento, de forma consciente, siendo además condición innata en él. Que tiene que limar defectos y mejorar técnicamente, por supuesto, pero todo se logrará porque el valor que atesora, para hacer tres toreros, es una base muy firme y que en él no tiene fisuras. La anécdota fue la negativa de salir del chiquero el toro de su presentación en esta plaza, por lo que se tuvo que correr turno. Con su primero, flojo, descastado y rajado no tuvo opciones, y solo pudo ofrecer algunos buenos pases sueltos. El sexto un manso que salió huyendo de la cabalgadura sin hacerle sangre, fue incomprensiblemente dejado sin picar. Y a los mansos hay que picarlos, porque sino pueden sacar genio y desarrollar sentido, y fue lo que ocurrió con el burraquito. Al sentirse herido en banderillas, salió descompuesto cual si se lo llevaran los demonios, furioso y geniudo. Pero lo que no se hizo en varas lo hizo en la brega el sensacional subalterno que es Carretero, en una lidia ejemplar. Saúl, firme, embraguetado se puso a torear, con verdad, intensidad, clase y torería. La faena estaba hecha para muchos, pero su entrega total y los “consejos” de su vociferante apoderado, hicieron que prolongara la faena y allí vinieron las volteretas y la cogida. Ni se miró, ni un gesto de dolor, cuadró al toro y se tiró a matar de verdad. Dos orejas y puerta grande. Se jugó literalmente la vida. Salió a hombros, llevando una cornada de 15 centímetros en la parte posterior de la rodilla, en el músculo poplíteo. Luego, sin inmutarse, caminando y firmando autógrafos hasta el coche de cuadrillas. De hecho, según me cuentan, la cornada se descubrió en el hotel y de la que ya ha sido intervenido satisfactoriamente en el Sanatorio Dr. Galvez de la capital.

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Padilla, por el que siento el máximo de los respetos y admiración, ayer no vino a torear, sino a ofrecernos un espectáculo de posturas, o más bien “imposturas”, miradas y cientos de desplantes, que llevaron el éxtasis a los tendidos. Con su fuerte, las banderillas, tampoco estuvo fino. Solo le apuntamos un buen par de dentro a fuera y uno al violín. Cierto es que le primero de la tarde no dio ninguna opción, y con el descastado y parado cuarto, solo algunos pases sueltos para de inmediato, con premeditación y alevosía, pasar a su “show” particular que le caracteriza y que se premió con una oreja y fuerte petición de la segunda, que la presidencia, acertadamente, no concedió, lo que molestó al “Ciclón de Jerez”, poniéndolo públicamente de manifiesto con gestos a la presidencia, impropios de un matador con tantos años en la profesión. Oreja y dos vueltas “triunfales” al ruedo.

´Paz y salud

Pepe Pastor


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