Aprovechando que Alejandro está de vacaciones y me ha pedido que ponga alguna entrada en el blog, que el Pisuerga pasa por Valladolid y que la preocupación en el mundo del cicloturismo está creciendo a pasos agigantados, me ha parecido un buen momento para tratar este tema, especialmente si tenemos en cuenta que el próximo domingo día 5 se celebra la IV Ciclomarcha Carlos Sastre, en la que a día de hoy 29 de julio de 2012 van inscritos 1180 corredores.
¿Cuál es el tema? Si las marchas cicloturistas han de ser controladas o no. Aunque todos terminamos en paz y armonía, quien más quien menos ha sido testigo de ciertos roces entre la organización de los eventos y los agentes de la autoridad. Al parecer, y para poder cumplir con los requisitos legales, desde algunas Direcciones Provinciales de Tráfico se ha planteado la necesidad de que las marchas funcionen como los pelotones de las grandes pruebas ciclistas, que tardan muy poco tiempo en pasar y son "relativamente" fáciles de controlar. El planteamiento es sencillo: Un Guardia Civil en cabeza, otro a cola, y lo que hay entre los dos es la marcha. Se permite un coche de cierre puesto por la organización y si te quedas por detrás de él estás fuera del evento. Afortunadamente los coches de cola suelen ser respetuosos con las necesidades fisiológicas de los corredores.
Esto, que puede ser fácil en una marcha de 60 o 100 corredores, es endiabladamente difícil cuando superamos los 200 o 300. ¿Por qué? Pues porque no son carreras ni nosotros profesionales del pedaleo, con lo que surgen diferencias tan grandes como de horas entre el primero y el último. En la Bilbao-Bilbao, con cifras de 7.000 inscritos, entre el que llega el primero y el último puede haber más de dos horas, y eso teniendo en cuenta que los de cabeza posiblemente salieron al final del todo. En la Carlos Sastre (unos 1100 participantes) yo suelo llegar como hora y veinte después del primero y otra hora y media antes del último, y en la Ciudad de Valladolid, controlada y con unos 150-200 participantes, todos llegamos al mismo tiempo.
La variedad de participantes lleva también a variedad tanto en el modo de entender el cicloturismo como de estado de forma y velocidad media y esto hace inviable la pretensión de delimitar la marcha entre dos agentes de la autoridad que pasen con veinte minutos de diferencia entre uno y otro. El problema podría resolverse reduciendo la velocidad del grupo y llevándolos todos a la del más lento: Unos 20 kilómetros por hora, habitualmente. Esto llevaría a que en una marcha de 120 kilómetros invirtiésemos 6 horas más avituallamientos. Casi todo el mundo se moriría de aburrimiento. Y lo peor es el alto riesgo de caídas, como bien pudimos comprobar este año en el último tramo de la Bilbao-Bilbao donde afortunadamente salimos con bien después de sufrir varios sustos.
No estoy de acuerdo con que las marchas cicloturistas sean carreras pero pienso que llevarlas controladas es peligrosísimo por el riesgo de caídas en las bajadas, de reventar a los más lentos en las subidas, de aburrimiento por parte de los participantes y de hastío también por los agentes de la autoridad. Quien organiza una marcha con más de 400 o 500 participantes va a tener suficientes voluntarios como para señalizar adecuadamente los cruces y para ocuparse de las cuestiones logísticas de la organización, va a ser lo suficientemente inteligente como para meter la serpiente multicolor (y ésta sí que es multicolor) por carreteras sin apenas tráfico y va a buscar que el número de accidentes sea el menor posible. Llevar a quinientas personas en bici todas juntas, a una media de 20 por hora, es mucho más temerario que dejar que marchen a su aire.
Muchas marchas están teniendo serios problemas de participación por muchas razones: Los precios de licencias e inscripciones que se están poniendo por las nubes, la dificultad para pagarse el alojamiento en lugares lejanos para la mayoría de nosotros o el precio prohibitivo de las bicis de carretera que hacen que uno se lo piense dos veces antes de renovarla. No las hundamos más dificultando la marcha de los corredores.
Ojalá sea así y podamos seguir disfrutando de ese gran invento que fueron, son, y espero que sigan siendo, las marchas cicloturistas.