Revista Cultura y Ocio

MARÍA DUEÑAS: "El tiempo entre costuras"

Publicado el 09 octubre 2011 por Ismaeldiaz

A MODO DE INTRODUCCIÓN
Tenía que llegar ya el momento de dedicarle una de las entradas de mi blog a la novela de María Dueñas, “El tiempo entre costuras”. Y no por su sorprendente y considerable éxito de ventas, ni por su calidad literaria (que la tiene, a pesar de que algunos arruguen la nariz cuando oyen hablar de bestseller). Podían ser éstos los motivos, pero no lo son. La razón de que “El tiempo entre costuras” merezca una de las entradas más importantes para mí en la hasta ahora breve trayectoria de este blog, reside en varios aspectos:-   Parte importante de mi familia, tanto por parte de padre como de madre (y por razones diversas que no vienen al caso) , residió en Tetuán durante los años en los que transcurre la acción narrada.-   La pastelería La Campana de Tetuán (a la que acude la narradora y protagonista Sira Mora en varias ocasiones) era propiedad de mi familia materna.-   Tetuán ha sido una ciudad que, durante la infancia y la adolescencia, desempeñó un papel activo en la memoria sentimental de quien firma estas líneas.Por todos estos condicionantes, la elaboración de la presente entrada está realizada con mucho cariño y afecto. Es más: sin que sirva de precedente (y siempre que los archivos fotográficos privados me lo permitan), las selección de imágenes va a perder su tono neutro habitual para convertirse, en determinados momentos, en una especie de álbum de fotos personal, como homenaje íntimo a todos aquellos familiares que me pasearon de la mano, cuando era apenas un zagal, por las intrincadas callejas y luminosas plazas del Tetuán de los años 60.Si la realidad y la ficción fueran universos tangentes, mi madre (cuya infancia transcurrió en Tetuán durante parte de la Guerra Civily posterior posguerra) podría haber sido cualquiera de las niñas que, de refilón y como ambientación descriptiva, ocupan las calles y parques en “El tiempo entre costuras”.Por ello, y como no podía ser menos, esta entrada se la dedico a Carmen (Meli) Bermejo, por transmitirme la existencia tal día como hoy, un tres de julio, pero de mil novecientos cincuenta y seis, en el Hospital Civil de Tetuán (veinte años después de que Sira Quiroga tuviera que ser ingresada, por razones que oculto para no destripar el argumento, en el mismo hospital). ¡Gracias por TODO, Mamá!
SINOPSIS (según la propia autora)
La joven modista Sira Quiroga abandona el Madrid convulso de los meses previos al alzamiento arrastrada por el amor desbocado hacia un hombre a quien apenas conoce. Con él se instala en Tánger, una ciudad exótica y vibrante donde todo puede suceder. Incluso la traición. Sola, desubicada y cargada de deudas ajenas, Sira se traslada accidentalmente a Tetuán, capital del Protectorado Español en Marruecos. Espoleada por la necesidad de salir a flote, con argucias inconfesables y gracias a la ayuda de nuevas amistades de reputación un tanto dudosa, forjará una nueva identidad y logrará poner en marcha un selecto taller de costura en el que atenderá a clientas de orígenes lejanos y presentes insospechados. A partir de entonces, con la contienda española recién terminada y los ecos de la guerra europea resonando en la distancia, el destino de Sira queda ligado al de un puñado de carismáticos personajes --Rosalinda Fox, Juan Luis Beigbeder, Alan Hillgarth-- que la empujarán hacia un inesperado compromiso en el que las artes de su oficio ocultarán algo mucho más arriesgado.
(Editorial PLANETA)
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
Artesanos, pequeños comerciantes, empleados y jornaleros recién llegados a la capital llenaban las casas de alquiler y dotaban a mi barrio de su alma de pueblo. Muchos de ellos apenas traspasaban sus confines a no ser por causa de fuerza mayor; mi madre y yo, en cambio, lo hacíamos temprano cada mañana, juntas y apresuradas, para trasladarnos a la calle Zurbano y acoplarnos sin demora a nuestro cotidiano quehacer en el taller de doña Manuela.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCalle Zurbano
Cumplí los veinte, vino la República y conocí a Ignacio. Un domingo de septiembre en la Bombilla; en un baile bullanguero abarrotado de muchachas de talleres, malos estudiantes y soldados de permiso.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasLa Bombilla

CAPÍTULO 2
Ignacio, absorto en lo suyo y desconocedor de lo que ocurría ante sus ojos, se decidió finalmente por la Lettera 35 portátil, una máquina de teclas blancas y redondas en las que se encajaban las letras del alfabeto con tanta elegancia que parecían grabadas con un cincel.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasLettera 35 portátil
El lugar elegido no pudo ser más inocente: me llevó al café Suizo. Al comprobar aliviada que el entorno era seguro, creí que quizá aún estaba a tiempo de lograr la salvación. Pensé incluso, mientras él buscaba una mesa y me invitaba a sentarme, que tal vez ese encuentro no tenía más doblez que la simple muestra de atención hacia una clienta.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCafé Suizo (interior)
CAPÍTULO 4
Las academias Pitman funcionan en la Argentina a todo gas: tienen más de veinte sucursales, miles de alumnos a los que preparan para puestos en empresas, en banca y en la administración. Les enseñan mecanografía, taquigrafía y contabilidad con métodos revolucionarios, y a los once meses salen con un título bajo el brazo, listos para comerse el mundo.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras

CAPÍTULO 5
Desembarcamos en Tánger un mediodía ventoso del principio de la primavera. Abandonamos un Madrid gris y bronco y nos instalamos en una ciudad extraña, deslumbrante, llena de color y contraste (…).Tánger, con su mar, sus doce banderas internacionales y aquella vegetación intensa de palmeras y eucaliptos; con callejuelas morunas y nuevas avenidas recorridas por suntuosos automóviles significados con las letras CD: corps diplomatique. Tánger, donde los minaretes de las mezquitas y el olor de las especias convivían sin tensión con los consulados, los bancos, las frívolas extranjeras en descapotables, el aroma a tabaco rubio y los perfumes parisinos libres de impuestos. Las terrazas de los balnearios del puerto nos recibieron con los toldos aleteando por la fuerza del aire marino, el cabo Malabata y las costas españolas en la distancia.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasTánger años 30
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasFaro del Cabo Malabata (Mi padre, Juan Díaz Fernández, a la izq., y el poeta Jacinto López Gorgé, en 1958)
A la espera de recibir noticias concretas de los dueños de las Academias Pitman, nos hospedamos en el hotel Continental, sobre el puerto y al borde de la medina.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasHotel Continental
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasHotel Continental (El autor del blog, en 1992)
Por las tardes paseábamos por el recién construido boulevard Pasteur, (…) o nos sentábamos en cualquier café del Zoco Chico, el centro palpitante de la ciudad, donde lo árabe y lo europeo se imbricaban con gracia y comodidad.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasBlvd. Pasteur
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasZoco Chico
A veces terminábamos en el Haffa, junto al mar, bajo carpas hasta el amanecer. Con colchonetas en el suelo, con gente recostada fumando kif y bebiendo té.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
Nos resultaba difícil entrar a un restaurante y no saludar en más de dos o tres mesas, llegar a la barra del hotel El Minzah o a la terraza del café Tingis y no ser requeridos para acoplarnos a la charla animada de algún grupo.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasHotel Minzha (patio)
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCafé Tingis (hoy día)
 Podría haber seguido andando mucho más tiempo: horas, noches, tal vez semanas, años y años hasta el fin de los días. Pero no lo hice porque en la Cuesta de la Playa, cuando pasaba como un fantasma frente a las Escuelas Españolas, un taxi paró a mi lado.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCuesta de la Playa
CAPÍTULO 6
Aquellas semanas inmovilizada en el Hospital Civil de Tetuán sirvieron para poner algo parecido al orden en mis sentimientos y para sopesar el alcance de lo que los últimos meses habían supuesto.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasHospital Civil Tetuán
En mi memoria empezaron entonces a cobrar forma algunos recuerdos borrosos. El calor asfixiante de aquel autobús al que todo el mundo, efectivamente, llamaba La Valenciana. El griterío en su interior, las cestas con pollos vivos, el sudor y los olores que desprendían los cuerpos y los bultos que los pasajeros, moros y españoles, acarreaban con ellos.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
CAPÍTULO 7
La Alta Comisaría, los higos chumbos, el palacio del jalifa, los aguadores en sus burros, el barrio moro, el Dersa y el Gorgues, los bakalitos, la hierbabuena.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasAlta Comisaría
Entramos entonces en La Luneta, junto a la judería, junto a la medina. La Luneta, mi primera calle en Tetuán: estrecha, ruidosa, irregular y bullanguera, llena de gente, tabernas, cafés y bazares alborotados en los que todo se compraba y todo se vendía.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasPuerta de La Luneta
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCalle La Luneta
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCalle La Luneta hoy día (en la foto, mi madre, con gafas de sol; tras ella, en actitud lectora, la autora de la novela, María Dueñas)
CAPÍTULO 8
A veces me sentía incapaz de aceptar la propuesta, aún me faltaban las fuerzas, pero en otras ocasiones accedía, y entonces me llevaba por aquí y por allá, recorriendo el laberinto endemoniado de callejas de la morería y las vías cuadriculadas y modernas del ensanche español con sus casas hermosas y su gente bien arreglada.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi tía Carmen en la Medina de Tetuán (1955)
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasEnsanche
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasEnsanche
CAPÍTULO 9
En las primeras semanas de julio tuve alojado en este cuarto a un agente de aduanas pendiente de destino, o eso al menos decía él. (…) A partir del 18 de julio no le volví a ver más. Igual se unió al alzamiento, que salió por piernas por las cabilas hacia la zona francesa, que se lo llevaron para el Monte Hacho y lo fusilaron al amanecer.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMonte Hacho (Ceuta)
CAPÍTULO 10
—¿Dónde tenía que verles? —pregunté esforzándome por emplazar en su sitio todo lo que ella iba contando. —En la Suica baja, en las traseras de una carbonería.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasSuica baja
CAPÍTULO11
Me adentré en La Luneta esforzándome por adaptar el ritmo al peso de la carga. Recorrí un tramo y giré hacia el mellah, el barrio hebreo. El trazado lineal de sus calles estrechísimas me reconfortó: sabía que no tenían pérdida, que la judería conformaba una cuadrícula exacta en la que era imposible desorientarse. Accedí después a la medina y, en principio, todo fue bien. Callejeé y pasé por sitios que me resultaron familiares: el Zoco del Pan, el de la Carne.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasJudería
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasZoco del Pan
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasZoco del Pan
Y entonces, al alejarme del antro con toda la prisa del mundo pegada a la suela de las babuchas, la suerte por fin se puso de mi lado e hizo que me diera de bruces con el Zoco el Foki al volver la esquina.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasZoco el Foki
Descendí a la zona abierta del parque y me obligué a recuperar el sosiego. Atravesé con fingida calma los jardines llenos de sombras dormidas, tan extraños en aquella quietud sin los niños ruidosos, las parejas y los ancianos que a la luz del sol se movían entre las fuentes y las palmeras.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasParque de Tetuán
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasParque (mi abuela, mi tía Adela y mi madre en 1950)
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasParque (mi tía Adela, mi abuelo y mi madre en 1950)
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasParque (Mi tía Adela y mi madre, con dos amigas, en 1947)
A medida que avanzaba, la estación aparecía cada vez más nítida ante mis ojos. Comparada con las casas bajas de la medina, ésta se me antojó de pronto grandiosa e inquietante, medio moruna, medio andaluza, con sus torretas en las esquinas, con sus tejas y azulejos verdes, y enormes arcos en los accesos. Varios faroles tenues iluminaban la fachada y mostraban la silueta recortada contra el macizo del Gorgues, esos montes rocosos e imponentes por donde supuestamente habrían de llegar los hombres de Larache.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMacizo del Gorgues al fondo (en primer plano, mi tía Adela y mi madre, en 1940)
CAPÍTULO 13
La segunda propuesta estaba emplazada en la principal vía de Tetuán, la que aún era la calle República, en una hermosa casa con torretas en las esquinas cerca de la plaza de MuleyelMehdi que pronto sería de Primo de Rivera.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasPlaza Primo de Rivera
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi tía Adela y mi madre (2ª y 3ª por la izquierda) en 1947, atravesando con unas amigas la Plaza Primo de Rivera
El inmueble que finalmente habría de convertirse en mi local de trabajo y residencia era un gran piso en la calle Sidi Mandri (…).
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasCalle Sidi Mandri
CAPÍTULO 15
—Vete a la escuela de Bertuchi. —¿De quién? —Bertuchi, el pintor. —El gesto de mi cara le hizo partícipe de mi ignorancia—. Pero muchacha, ¿llevas tres meses en Tetuán y aún no sabes quién es el maestro Bertuchi? Mariano Bertuchi, el gran pintor de Marruecos.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMariano Bertuchi
—¿Y dónde está esa escuela? —pregunté mientras me ponía el sombrero y agarraba con prisa el bolso. —Junto a la Puerta de la Reina.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasPuerta de la Reina
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasEscuela de Arte Mariano Bertuchi
—Pues casi todos los sellos del Protectorado han sido impresos a partir de dibujos suyos. Imágenes de Alhucemas, Alcazarquivir, Xauen, Larache, Tetuán. Paisajes, personas, escenas de la vida cotidiana: todo sale de sus pinceles. Continuamos andando, él hablando, yo forzando el paso y escuchando.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
—Y los carteles y los afiches para promocionar el turismo, ¿no los has visto tampoco? No creo que en estos días aciagos que vivimos tenga nadie intención de hacer visitas de placer a Marruecos, pero el arte de Bertuchi ha sido durante años el encargado de difundir las bonanzas de esta tierra. Sabía a qué carteles se refería, estaban colgados por muchos sitios, a diario los veía. Estampas de Tetuán, de Ketama, de Arcila, de otros rincones de la zona. Y, debajo de ellos, la leyenda «Protectorado de la república española en Marruecos». Poco tardarían en cambiarles el nombre.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 16
Disfrutaba sobre todo de los viernes: me acercaba a la vecina plaza de España —el Feddán le decían los moros— para ver al jalifa salir de su palacio y dirigirse de la mezquita sobre un caballo blanco, bajo un parasol verde, rodeado por soldados indígenas con uniformes de ensueño, un espectáculo imponente.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasPalacio del Jalifa
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
Solía caminar después por la que ya comenzaba a llamarse calle del Generalísimo, continuaba el paseo hasta la plaza de MuleyelMehdi y pasaba frente a la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, la misión católica, abarrotada de lutos y plegarias por la guerra.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi tía Adela, mi abuela y mi madre paseando por la calle del Generalísimo en 1949
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi cuñada Rosa, mi hermano Fernando, mi madre y mi hermano Carlos frente a la Iglesia Nuestra Señora de las Victorias (años 90)
Juntos paseaban todas las tardes entre las seis y las siete; juntos asistían a misas y novenas, se surtían de remedios en la farmacia Benatar, saludaban a los conocidos con cortesía y merendaban hojaldres en La Campana.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi cuñada Rosa, mi hermano Carlos, mi madre y mi hermano Fernando frente a la Pastelería La Campana (propiedad de mi familia materna desde los años 30 hasta los años 60)
CAPÍTULO 17
A su lado apareció entonces una mujer rubia delgadísima con todo el aspecto de no ser tampoco un producto nacional. Calculé que tendría más o menos la misma edad que yo pero, por la desenvoltura con la que se comportaba, bien podría haber vivido ya mil vidas enteras del tamaño de la mía. Me llamaron la atención su frescura espontánea, la apabullante seguridad que irradiaba y la elegancia sin aspavientos con la que me saludó rozando sus dedos con los míos mientras con un gesto airoso se retiraba de la cara una onda de la melena. Tenía por nombre Rosalinda Fox, y la piel tan clara y tan fina que parecía hecha del papel de envolver los encajes, y una extraña forma de hablar en la que las palabras de lenguas distintas saltaban alborotadas en una cadencia extravagante y a veces un tanto incomprensible.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras
CAPÍTULO 18
—El creador del modelo, querida ignorante mía, es Mariano Fortuny y Madrazo, hijo del gran Mariano Fortuny, quien probablemente sea el mejor pintor del siglo XIX tras Goya. Fue un artista fantástico, muy vinculado con Marruecos, por cierto. Vino durante la guerra de África, quedó deslumbrado por la luz y el exotismo de esta tierra y se encargó de plasmarlo en muchos de sus cuadros; una de sus pinturas más conocidas es, de hecho, La batalla de Tetuán.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costuras"La batalla de Tetuán" (Mariano Fortuny y Madrazo)
Pero si Fortuny padre fue un pintor magistral, el hijo es un auténtico genio. Pinta también, pero en su taller veneciano diseña además escenografías para obras de teatro, y es fotógrafo, inventor, estudioso de técnicas clásicas y diseñador de telas y vestidos, como el mítico Delphos que tú, pequeña farsante, acabas de fusilarle en una reinterpretación doméstica intuyo que de lo más lograda.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasFortuny hijo y su mítico Delphos
¿Dónde vive usted? Disculpe la pregunta, no es curiosidad...—En el paseo de las Palmeras.Debí de haberlo supuesto: muchas de las mejores residencias de Tetuán estaban allí. Una zona distante y discreta al sur de la ciudad, cerca del parque, casi a los pies del Gorgues imponente, con grandes viviendas rodeadas de jardines. Más allá, las huertas y los cañaverales.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasMi abuela materna, en 1940, en las escalinatas que daban acceso al Paseo de las Palmeras.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasLuisa y Ascensión, tías de mi madre (y unas amigas) en la huerta de Tetuán (1945)
CAPÍTULO 19
Tu clienta, preciosa, es la amante del teniente coronel Juan Luis Beigbeder y Atienza, alto comisario de España en Marruecos y gobernador general de las Plazas de Soberanía. El cargo militar y administrativo más importante de todo el Protectorado, para que me entiendas. (…)—Descríbemelo.—Alto, delgado, adusto. Moreno, repeinado. Con gafas redondas, bigote y pinta de intelectual. A pesar de su cargo y de los tiempos que corren, suele ir vestido de paisano, con unos trajes oscuros aburridísimos.
MARÍA DUEÑAS: tiempo entre costurasBeigbeder
Con este tormento de la guerra, no se recibe ni una película decente desde hace casi un año. Con las ganas que yo tengo de un buen musical americano. ¿Te acuerdas de Fred Astaire y Ginger Rogers en Sombrero de copa? «I just got an invitation through the mail / your presence is requested this evening / itʹs formal: top hat, white tie and tails...»

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