Durante casi ocho años el periodismo progresista presentaba a Rodríguez Zapatero como un faro planetario económico y social, y a Mariano Rajoy como un tipo gris, adormilado, echador de siestas mientras El Gran Líder trabajaba denodadamente.
De golpe, desprecian al aún primer ministro, lo acusan sibilinamente de habernos arruinado, y presentan a su relevo en Moncloa como un hombre hábil, de sabias decisiones, cuya tranquilidad se debe a un carácter cauto, reflexivo y prudente.
Aunque hasta ahora lo único que ha hecho el futuro primer ministro, entre aplausos de quienes antes de las elecciones le llamaban ultraderechista, fue nombrar a los presidentes del Parlamento y del Senado.
Con su triunfo en las elecciones del 20N, aniversario de la muerte de Franco, el PP ha enterrado su leyenda de heredero del franquismo, pues según la teoría socialdemócrata quien se opusiera a las ideas de Zapatero era un facha.
“Rajoy coloca en las Cortes a dos políticos de bajo perfil para evitar tensiones” titulaba entre alabanzas el medio para el que hasta hace pocos meses Rajoy y los suyos eran unos peligrosísimos neofascistas.
“De bajo perfil”: olvidan que el presidente del Parlamento, Jesús Posada fue ministro aznarista y que tiene un puño demoledor, aunque de buena educación, y el del Senado, Pío García Escudero, era un martillo pilón implacable, de terrible eficacia, en sus críticas a Zapatero.
Este cambio súbito de actitud de la prensa socialdemócrata tiene un motivo que la lleva a coronar a Rajoy como Mariano I el Sabio: ni Zapatero ni los suyos tienen ya un solo euro para distribuir en publicidad institucional o para repartir entre los amigos.
Halaguemos a Rajoy durante los próximos tiempos. Tiene el dinero que nos alimenta, ergo ya es demócrata, sensato, prudente y genial.
Nota: Por internet circula una visión mucho más radical que la de cronista. La de Mariano I el Santo.
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SALAS