Revista Cultura y Ocio
Mariano Rajoy, el presidente nominal del Gobierno español, ha cosechado un rotundo fracaso acompañado de los más sonoros rapapolvos en las entrevistas que ha mantenido durante las últimas horas con sus homólogos continentales y otros dirigentes de la Unión Europea (UE). La respuesta a sus patéticas exigencias dada por quienes mandan en la UE ha sido que cumpla primero con los compromisos adquiridos y luego ya hablaremos de lo suyo.
Rajoy ha tenido la osadía de presentarse en Europa reclamando un trato de favor en cuanto a los objetivos de reducción del déficit público español, tras haber sido denunciado por la agencia de prensa Reuters (anglo-alemana) por falsear al alza los datos de ese déficit como modo de hacerse perdonar la inutilidad de sus medidas contrarreformistas, que en lugar de frenar la bancarrota española la están haciendo inevitable. Y es que la agresión gubernamental contra los intereses de los trabajadores y las clases populares españolas no solo las ha sacado del letargo y obligado a empezar a ocupar la calle, sino que además solo está sirviendo para empeorar y acelerar la destrucción de la economía real española. España no es desde luego Grecia, un país que dada su escasa entidad económica y emocional en Europa resulta relativamente fácil aislar; lo que hoy temen los dirigentes políticos y económicos europeos más que cualquier otra cosa, es un efecto contagio de movilización popular que desde aquí se proyecte hacia el resto del continente.
Por encima de todo, resulta especialmente vergonzoso que el presidente español busque apoyo para sus medidas de austeridad y contención del gasto público, precisamente cuando acaba de descubrirse que la mayor parte del "agujero negro" en las cuentas públicas lo han ocasionado las autonomías que viene gobernando su partido en algún caso desde hace décadas, como Valencia, Madrid y Murcia, lugares donde por lo demás viene operando la red de corrupción Gürtel-PP y tanto las finanzas públicas como las entidades bancarias y de ahorro regionales han sido saqueadas a conciencia, en beneficio de elementos principales del partido derechista y de empresarios y especuladores allegados a ellos, malversando ese dinero en proyectos megalomaníacos que han reportado sucios y enormes beneficios a sus propios bolsillos y a la organización política a la que pertenecen. Incluso en la mínima La Rioja se ha abierto una batalla a grito pelado en los medios informativos entre el gobierno español y el regional, ambos del PP, porque según el presidente riojano su déficit público es la mitad del anunciado por el gobierno español para esa región.
Para remate, el ministro de Hacienda, el inefable Cristóbal Montoro, acaba de nombrar como número dos de la Oficina Antifraude Fiscal a Pilar Valiente, antigua presidenta de la Comisión del Mercado de Valores durante la época de Aznar; Valiente hubo de dimitir de ese puesto al estar implicada en el caso Gescartera. El nombramiento se produce tras despedir a los actuales responsables del departamento, que desde 2005 habían logrado duplicar los ingresos de Hacienda en concepto de lucha contra el fraude fiscal. A partir de ahora la zorra guardará las gallinas, lo que da idea de las verdaderas intenciones del Gobierno español respecto al fraude fiscal: protegerlo, en lugar de combatirlo.
Es así que el partido más corrupto de Europa se presenta en Bruselas para dar lecciones de ahorro y solicitar comprensión con sus dificultades al frente del Gobierno español. Es normal por tanto que los líderes europeos hayan enviado a Rajoy a tomar viento fresco, recordándole con crudeza sus obligaciones y compromisos. Durao Barroso, el presidente de la Comisión Europea, ha vuelto a repetirle a Rajoy que presente de una vez esos Presupuestos para 2012 que el gobierno español, sabedor de la reacción popular que provocarán las medidas que incluyen, esconde a la espera de que pasen las elecciones regionales andaluzas. En la misma línea, el primer ministro sueco y el finlandés le conminaron ayer con dureza semejante, explicando que el gobierno español debe cumplir sin más dilación sus compromisos internacionales ya que "las reglas y normas están para cumplirlas".
El gobierno español está pues atrapado entre sus mentiras propagandísticas de un lado y la realidad de un país que se desmorona social y económicamente del otro, mientras la calle comienza a encabritarse precisamente a causa de las medidas suicidas que está tomando obligado por las presiones internas y externas. En ese contexto la derecha neofranquista recorre una vez más a sus fantasmas más socorridos: desde la perrera mediática se aúlla machaconamente que el PSOE y Rubalcaba están "incendiando la calle" (¡qué más qusiera el PSOE en este momento que tener esa capacidad de movilización!), al tiempo que cargan contra TVE porque no está "informando correctamente", al mostrar por ejemplo imágenes de la brutalidad policial usada contra niños en Valencia o no alabar servilmente las medidas antirreformistas gubernamentales.
En esa línea gobbeliana, el PP y sus voceros están intensificando el salvaje acoso y derribo contra los sindicatos (siguen sin querer entender que las centrales sindicales mayoritarias son la única garantía de que la calle no se descontrole), y ya se anuncian "reformas" que cercenarán los derechos de huelga y manifestación, lo que en resumidas cuentas anuncia el avance decidido hacia una forma de Estado fascista postmoderno con caparazón externo pseudodemocrático, un modelo que se está abriendo paso en varios países europeos y al que los neofranquistas del Partido Popular español han comenzado a realizar grandes aportaciones, en consonancia con sus orígenes ideológicos ultraderechistas y su dependencia de los sectores más reaccionarios y fraudulentos de la sociedad española.
En la imagen que ilustra el post, Mariano Rajoy habla en un mitin del Partido Popular celebrado durante la pasada campaña electoral, hace tres meses. "Más empleo y menos impuestos con el PP", promete el cartel.