Me llega este texto sobre Box8: contra el silencio, obstinadamente, de Marisol Sánchez Gómez, en la Editorial Fundamentos:
Sobre la supuesta fuerza de las mujeres o Nada es lo que parece (poemas de Liliana Costa Staksrud, Ana Patricia Moya y Ana Vega), Marisol Sánchez Gómez. ¿Quién dijo que los fuertes no sufren, que no son también vulnerables? ¿O que la aparente vulnerabilidad no oculta una enorme resiliencia interna? A veces odiamos nuestra fuerza porque nos damos cuenta de que los otros la usan como excusa para no cuidarnos, porque rechazan una vulnerabilidad nuestra que no desean ver porque son desalmados, porque prefieren ignorar el incómodo desamparo ajeno. Algunas, para conseguir ese cuidado que deseamos obtener como muestra de afecto, optamos inconscientemente por hacernos las tontas, las niñas, pareciendo que necesitamos guías o gurús, cuando nuestra brújula interna jamás nos engaña y nos lleva -si la obedecemos- por buen camino. A veces, buscando algo cuando creemos que estamos en cierto modo perdidas, intentamos obtener ayuda donde finalmente resulta que nada se nos puede ofrecer, donde seremos canibalizadas. ¿Somos nosotras las que nos ofrecemos como objetos prestos a ser devorados en esa búsqueda? Por eso tan importante analizar en profundidad qué nos ha llevado hasta ahí, por qué nos empeñamos ciegamente en olvidar lo que realmente somos y valemos, por qué nos adelantamos a cubrir la necesidad del otro hasta casi morir, por qué preferimos a veces ignorar nuestro propio poder que, como decía Adrienne Rich en un hermoso poema sobre Marie Curie, también genera heridas mortales que no deben ser negadas:
Murió como mujer famosa negandosus heridasnegandoque sus heridas provenían de la misma fuente que su poder
En torno a ello reflexionan en español tres voces poéticas potentes y muy distintas en su planteamiento artístico y su recorrido literario y personal: Ana Vega, Ana Patricia Moya y Liliana Costa Staksrud.
Debajo de la portada, un poema de cada una de estas tres poetas.
BAJARME DE LA CRUZ
Bajarme de la cruz,arrancar los clavos,lamer la sangrecon la lenguay enfrentarmea la mujer que soy,pese a todo,pese a todos,tiene un preciodemasiado alto.Algunaspermanecenclavadasde por vida.
Ana Vega.
VEINTISÉIS DE ENERO
Al nacerdestrocé el úterode mi madre.
Ahoraal parir versossientoeldesgarro.
Ana Patricia Moya.
ELLA REÍA
Ella reíay al hacerlosus dientes mostraban la hilacha.
Eran crueles y glotonessin embargoparecían de leche.
Engañarse con su inocenciaequivalíaa ser mordido y deshecho
Yo aceptaría el tormentoporque ansíoser su fruta
Liliana Costa Staksrud.