Martínez Heredia en los días del Aula 14
" data-orig-size="395,200" sizes="(max-width: 395px) 100vw, 395px" aperture="aperture" />A Fernando Martínez Heredia lo conocí hace varios años, cuando yo desandaba entonces lo caminos universitarios, y era solo una aprendiz de periodista en la Universidad Central de Las Villas.Recuerdo fue durante una conferencia magistral que impartiera el insigne historiador como parte de un proyecto extensionista de la Casa de Altos Estudios, denominado “Aula 14” y allí, en el local identificado precisamente con ese número, entró Fernando y habló a los jóvenes sobre Cuba, la identidad, la cultura y la historia, variables clave en una ecuación llamada nacionalidad.
Disertó aproximadamente dos horas, dos largas horas, pero Fernando fue un intelectual tan orgánico que podía perfectamente charlar jornadas enteras sobre la historia patria, tanto desde la perspectiva dialéctica de causas, consecuencias y alcance de los hechos, como desde un enfoque crítico y factual.
Esa imagen de pensador militante, faro de discípulos por los rumbos del análisis de cada acontecimiento, esa imagen exacta del Fernando también pedagogo vino a mi mente tras conocer la noticia de su fallecimiento este doce de junio.
Fernando Martínez Heredia lustró en su vasta obra ensayística una maestría sin par en el desmonte de períodos históricos como la República Neocolonial, vigente en la Isla desde 1902 hasta el triunfo revolucionario.
En esa etapa caló hondo, sobre todo en procesos nacionales cumbres dentro de la misma como la Revolución del Treinta, momento histórico desmenuzado por el pensador en el texto homónimo de su autoría, publicado en el año 2007 en La Habana por la Editorial Ciencias Sociales.
Otros artículos como “El pueblo de Cuba y el 20 de mayo”, profundizan en la negativa significación para el país de tal fecha, cuando nuestra soberanía se vio seriamente mutilada por la intervención norteamericana, y el estado nacional nació en 1902 bajo la égida de una potencia injerencista como Estados Unidos.
Pero el historiador no se ciñó solamente a la etapa neocolonial. Sus análisis van desde Martí hasta el período posrevolucionario, desde los lejanos días de la esclavitud hasta la batalla decisiva de Playa Girón.
Así de amplio fue el espectro temporal recorrido por el también Premio Nacional de Ciencias Sociales en sus ensayos.
En ellos dejó entrever no solo la historia con sus símbolos, tendencias, y circunstancias, también a la cultura como proceso ligado al devenir nacional, pues según palabras del propio intelectual: la cultura cubana es un teatro de pertenencia nacional más abierto incluso que el de la identidad. (…) La cultura puede ser un vehículo y arma formidable para enfrentar la guerra cultural imperialista. (..) Debemos entonces trabajar arduamente con la cultura e identidad cubanas.”[1]
[1] *(2009) Andando en la historia. La Habana. Ruth Casa Editorial. Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
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