Nos referimos al Producto Interior Bruto. Al GDP, Gross Domestic Product en inglés. En otras ocasiones ya hemos mostrado nuestra postura crítica en el uso de este indicador, el PIB, como medida del bienestar.
Y no es sólo cosa nuestra, sino que existe un movimiento alternativo muy extendido desde hace unos años que nuestra su postura con el lema Más allá del PIB (Beyond GDP), donde queda claro su planteamiento basado en la sostenibilidad.
En este movimiento destacan una serie de hechos políticos y posicionamientos institucionales como fueron la Conferencia de Estambul de la OCDE en 2007, la Conferencia Beyond GDP organizada por la Comisión Europea en 2007 y en 2008, con la colaboración del Club de Roma y la conocida como Comisión Sarkozy de 2009.
Fue en un informe de esta comisión cuando se indica que el PIB es una medida inadecuada para calibrar el bienestar a lo largo del tiempo, especialmente en sus dimensiones económicas, medioambientales y sociales, algunos aspectos de las cuales se suele referir bajo el nombre de sostenibilidad.
A esto se suman posturas críticas que inciden en la inconsistencia del crecimiento material indefinido y el estilo de vida insostenible imperante en los países más desarrollados
Así, el concepto de decrecimiento sostenible se contrapone al crecimiento por el crecimiento, del que recientemente hemos sufrido sus consecuencias en forma de Gran Depresión.
Estas voces discrepantes reclaman un cambio de modelo económico que lleve aparejadas pautas de producción y consumo sostenibles y nuevos valores éticos.
Incluso, ahora, se plantean nuevos conceptos de prosperidad sin crecimiento basada en una macroeconomía ecológica, que requieren incorporar nuevos indicadores que integren aspectos intangibles, subjetivos y cualitativos relacionados con el bienestar social, económico y ambiental.
Como resultado de todo ello, se pueden distinguir varias tendencias en función de los grados relativos de sostenibilidad. Desde la visión de la sostenibilidad débil, donde predomina la perspectiva económica, se plantean la incorporación de determinadas valoraciones ambientales y también sociales a la medición convencional de los indicadores económicos.
Por su parte, desde lo que se conoce como sostenibilidad fuerte, en la que predomina la perspectiva ecológica, se presentan indicadores físicos no monetarios construidos en términos ambientales, materiales y energéticos. Aunque se sigue pretendiendo disponer de un indicador ambiental global, hasta ahora indicadores como la huella ecológica, la huella de carbono y la huella hídrica aportan actualmente información útil y relevante.
Parece evidente que no es suficiente complementar simplemente el PIB para tener una visión adecuada de lo que supone el crecimiento. Se necesitan definir otros sistemas de indicadores que reflejen mejor la naturaleza multidimensional de las interrelaciones del ser humano y su calidad de vida.
Hablamos de indicadores que incorporen de manera concisa los logros sociales y medioambientales. Por ejemplo, métricas sobre cohesión social, bondad del empleo, accesibilidad y asequibilidad de los bienes y servicios básicos, educación, salud pública y calidad del aire. También se consideración otros como el aumento de la pobreza y de la delincuencia, y el agotamiento de los recursos naturales.
Se ha producido una explosión de nuevos indicadores alternativos e iniciativas orientadas hacia la medición del bienestar y la sostenibilidad desarrollados por distintas organizaciones de todo tipo.
En este sentido la pionera es la iniciativa de Naciones Unidas a principios de 1990, con el Índice de Desarrollo Humano (Human Development Index, y sus siglas HDI, en inglés).
También se elaboran índices relacionados con la medida del bienestar subjetivo, la satisfacción vital y la felicidad de los individuos, como el Índice de Planeta Feliz (Happy Planet Index, HPI) o el Índice de Felicidad Interna Bruta (Gross National Happiness, GNH) que se inició en Bután en 1972.
Una de las referencias de mayor actualidad sobre la medida de la calidad de vida y la satisfacción vital está protagonizada por la OCDE que ha presentado la iniciativa ¿Cómo es la Vida? (How’s Life?), incluyendo el Indicador de Mejor Vida (Better Life Index).
Como puedes ver, el PIB no es suficiente y debemos desarrollar indicadores más completos para tener un conocimiento más fiable sobre cómo de buena es nuestra vida, que facilite el debate público, la toma de decisiones y que refleje mejor nuestras inquietudes.
Dinero o felicidad. Tu elijes :-)
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