En los países industrializados, las enfermedades alérgicas han crecido de forma sin precedentes en los últimos 50 años y científicos de varias disciplinas tratan de encontrar las causas. Un artículo reciente de la Red Europea de Aeroalérgenos apunta a que una de las claves es el aumento de polen registrado durante los últimos años, sobre todo en las áreas urbanas, como consecuencia de los niveles elevados de CO2.
Hemos hablado con Carmen Galán, una de las autoras del artículo, profesora de la Universidad de Córdoba e investigadora del Campus de Excelencia Internacional en Agroalimentación ceiA3, para que nos explique la relación entre contaminantes ambientales y el comportamiento de las plantas: “El CO2 es imprescindible para las plantas, porque es lo que necesitan para hacer la fotosíntesis y liberar oxígeno. Pero si aumenta la cantidad de CO2 en el aire, puede crecer la actividad de las plantas. Y lo que hemos observado es que a más CO2, más intensidad de la floración. Esto lo vemos tomando muestras de polen en el aire, y no hay duda de que ahora las floraciones de algunas especies son más intensas”.
Es lo que se desprende de analizar los datos de polen de los últimos 28 años de 97 ciudades de 13 países europeos. De España se han contrastado datos de Córdoba, Barcelona, Madrid y León. En algunos casos, sobre todo en el sur de la península, el aumento de polen es menor que en el resto de Europa, porque también intervienen otros factores en la floración de las plantas, como por ejemplo la escasez de agua, cada vez más acusada. Los cambios de temperatura derivados del cambio climático también influyen, porque hacen que se adelante la fecha de floración de algunas plantas y son la causa de que ciertas especies se estén desplazando a lugares más altos o más hacia el norte a medida que avanza la aridez del sur de la península.
Plátano de paseo. Foto: M. Estrella Llamas Huerta (vía Al·lergo Centre)
Además de registrar más cantidad de polen, hay que tener en cuenta que éste interacciona con otros contaminantes atmosféricos, y por eso hay más reacciones alérgicas en las áreas urbanas que en las rurales. “Las alergias no las producen los granos de polen en sí mismos, sino las proteínas que éstos liberan cuando reconocen que han caído sobre una estructura femenina”, explica Carmen Galán. “El problema es que estas proteínas también se liberan como mecanismo de defensa en situaciones de estrés, como por ejemplo el contacto con partículas provenientes de motores diésel. Por eso, los índices de alergias son menores en las áreas rurales”.
El diseño de los espacios verdes en las ciudades también juega un papel importante. “En la mayoría de casos se diseñan con una sola especie, y se acaba teniendo grandes avenidas llenas de plátanos, que son además muy alergógenos”, afirma la profesora Galán. “Habría que tender hacia la biodiversidad de especies, para evitar grandes concentraciones de un mismo tipo de polen a la vez”.
Información y prevención para quienes sufren alergias Para contrarrestar los efectos de la alta cantidad de polen en el aire, las personas alérgicas pueden tomar nota de los diversos consejos que ofrece la Red Española de Aerobiología: desde viajar con las ventanillas del coche cerradas a ventilar la casa siempre a primera hora de la mañana, o evitar los paseos a las horas centrales del día, cuando la concentración de polen es más elevada.
Pero, sobre todo, la clave es conocer tanto el estado del aire en cada momento como la previsión para los días siguientes, que se puede consultar por ejemplo en esta página. “Con estos datos, se puede tratar de evitar ir de fin de semana a una zona que sabemos que tendrá un alto índice de polen, por ejemplo. La prevención es muy importante, y no sólo de manera individual, sino también para los médicos alergólogos, que pueden planificar mejor los tratamientos si pueden tener en cuenta las fechas previstas de floración”, dice Carmen Galán.
Para ello es fundamental seguir investigando y analizando las bases de datos de los registros de polen, que permiten hilar cada vez más fino en las previsiones. Pero la situación actual es complicada: los recortes presupuestarios están causando el cierre de algunas estaciones de monitorización del polen, con lo que dejan de aportar información a las bases de datos que ya hace años que funcionan. “Se está interrumpiendo un trabajo que tenemos en marcha desde hace décadas”, concluye preocupada Carmen Galán.
Publicado por Anna Boluda
en fundrogertorne.org