El negocio del enoturismo, una apuesta sin duda
importante para el desarrollo del medio rural, está enormemente concentrado en
España. Un análisis realizado por turismodevino.com muestra cómo el total de
visitas a bodegas que se realizan en España se concentran en menos de un 1% de
las bodegas de España. Esta realidad se constata en todas las denominaciones de
origen y en todas las regiones por igual.
Las estadísticas
de Acevin, entidad que audita las visitas de las bodegas inscritas en las Rutas
de vino de España, muestran unas cifras cercanas al millón y medio de visitas a
bodegas al año. No todas las bodegas visitables se encuentran adscritas a
alguna ruta, por lo que la cifra real de visitas es mayor.
Del análisis
realizado por la web turismodevino.com se desprende que con
tan sólo las visitas a 25 de las grandes bodegas de España se alcanza una cifra
que ronda el 90% de las visitas auditadas. Entre las grandes bodegas que
reciben más visitas se encuentran las bodegas del Marco de Jerez, lideradas por
Gonzalez Byass, las 3 grandes bodegas catalanas (Freixenet, Codorniu y Torres),
bodegas como Protos, en Ribera del Duero, o Marqués de Riscal, en la Rioja
Alavesa.
El análisis
muestra al enoturismo en España como una realidad que se entiende en su mayor
parte como la visita a una marca reconocible. En otros países, la curiosidad
del consumidor es mayor y las motivaciones para realizar una visita incluyen el
diálogo con los productores, algo aún poco frecuente en nuestras denominaciones
de origen, si bien son ese tipo de visitas las que generan más venta de vino.
Muchas
bodegas pequeñas se nutren de las visitas a las que no pueden dar respuestas
las marcas más grandes. “La reserva es fundamental en las grandes bodegas para
asegurar la visita el día y hora deseada. ¿Qué ocurre si un turista llega sin
reserva a una bodega ya completa? Termina por lo general visitando una bodega
cercana menos conocida”, explica Luis Lechuga, fundador de turismodevino.com.
A pesar de
lo anterior, la realidad del enoturismo no cumple ni siquiera con la regla del
80/20 de Pareto. Si bien es difícil estimar el número de bodegas que existen en
España, las cifras son más que elocuentes: 25 bodegas no representan más del 1%
del total de productores de España, y los datos de las visitas que reciben
dejan a las claras que el pastel del enoturismo se reparte entre muy pocas
bodegas.
“Muchas bodegas pequeñas no ven con buenos ojos la
inversión en enoturismo al entender que las cifras de visitantes no serán muy
altas, y por tanto tampoco las ventas. Si bien es un argumento que se puede
entender, hay también que pensar que el éxito de algunas bodegas pequeñas no se
debe a una gran inversión, sino a haber encontrado la necesaria diferenciación
en su producto y a haber sabido distribuirla y vender su producto. Ofrecer un
curso de cata con los propietarios, o una actividad específica para la vendimia
son cosas impensables en bodegas grandes que carecen de la flexibilidad de
bodegas pequeñas. Éstas deberían buscar la calidad en el turista que les
visita, y realizar actividades que atraigan a consumidores curiosos que puedan
vincularse a sus marcas”, añade Lechuga.