Revista Opinión

Más democracia, deseo creciente de los pueblos

Publicado el 17 octubre 2011 por Franky
Más democracia, deseo creciente de los pueblos Tal vez sea una utopía intentar restablecer una democracia directa en estos momentos, pero lo cierto es que grandes dosis de democracia pura y directa pueden ser incorporadas al sistema gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, concretamente a Internet, que podría operar como un sistema de consulta permanente para que los gobernantes sepan siempre lo que piensan y desean los ciudadanos, que son sus representados, a los que deben obediencia y lealtad. Es evidente que si esa consulta permanente a la ciudadanía no se hace es porque los representantes políticos, ebrios de poder, quieren seguir mandando en régimen de monopolio, sin tener en cuenta los criterios de los soberanos del sistema.

Un espíritu nuevo de participación, libertad y control de la política esta surgiendo por doquier y prendiendo en la ciudadanía. Ese deseo de regeneración y de participación está detrás de los "indignados" y del rechazo de cientos de millones de ciudadanos en todo el mundo al diseño actual de la política, concebida como un monopolio de partidos políticos y de profesionales que marginan a la ciudadanía. Es un movimiento que reclama más calidad en la democracia y mayor control del Estado por parte de los ciudadanos. Sus seguidores entienden que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación sólo tienen sentido cuando permiten a los ciudadanos autogobernarse, cuando no son utilizadas para apuntalar el abuso de los grandes poderes.

El modelo actual de política y poder repugna y es considerado opresivo. Quien no lo crea que eche una mirada a nuestra historia reciente y contemple a las grandes multitudes en Leipzig, en el otoño de 1989, cantando “Nosotros somos el pueblo”, o a las multitudes concentradas en Praga, unas semanas más tarde, durante la Revolución de Terciopelo, o a los estudiantes chinos enfrentándose a los tanques en la plaza de Tienanmen. Seguro que llega a conclusiones como que la presión cívica es demasiado fuerte y que, si no se libera, puede hacer estallar la caldera del poder, que la democracia directa es el punto de encuentro de los seres más honrados del planeta y que, aunque no consiga imponerse, representa un constante y saludable desafío a la hipertrofia del Estado moderno y a los políticos ineficientes que parecen conducir el mundo con demasiada alcoholemia en la sangre.

En muchos países del mundo, dominados por castas inútiles y corruptas, ha sonado ya la hora del pueblo. La primavera árabe es parte de esa llamada mundial a la regeneración y al repudio de los políticos tradicionale, demasiado arrogantes, ineptos y, muchas veces, también corruptos y viles. Los ciudadanos son cada día más conscientes de que no deben permitir que la "casta" insana que se ha apoderado del poder y ha liquidado la democracia debe ser expulsada y relegada como lo que realmente es: el mayor obstáculo para el progreso y para la construcción de un mundo mejor.



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