Entre tanto día festivo y tantas cosas que comentar, no he podido hasta ahora hacer un hueco a una de las propuestas estrellas que hizo la Ministra de Sanidad y Servicios Sociales el mes pasado: una Ley para controlar el consumo de alcohol en menores
Creo que esta Ministra está tan mal asesorada, que me atrevo a aconsejarle (con lo poco que me gusta a mí dar consejos a nadie...) un poco más de prudencia a la hora de lanzar sus ideas. Incluso que, antes de exponerlas, las dialogue con los técnicos que se encuentran trabajando en las situaciones concretas y no sólo con los asesores de los que, seguro, se ha rodeado por afinidad ideológica.
No voy a negarle que la intención sea buena, aunque he de recordarle lo que muy acertadamente refleja nuestro refranero: "De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno". Lo que sí es cierto es que el consumo de alcohol en menores es un problema que requiere de permanentes medidas para su prevención y control y por ello es bienvenida cualquier política en este sentido.
Tampoco negaré que me parece un acierto (aunque lo realice de forma muy parcial y sesgada), aludir a la responsabilidad parental cuando un menor consume y abusa del alcohol.
Pero ya. El resto de las ideas que contiene la medida, tal y como la expresa la ministra, (enlace) son un despropósito y una sarta de disparates que no van a servir para nada más allá de salir en una foto pareciendo que se ocupa del problema.
Y, como es habitual, las propuestas salen de un diagnóstico mal realizado. La ministra da por hecho que el consumo de alcohol reiterado de un menor es un problema individual que se soluciona obligando al niñ@ a recibir unos cursos de formación-sensibilización. Y la responsabilidad parental se sitúa en que los padres deben obligar a que ese menor realice esos cursos.
Las medidas que la Ministra plantea por tanto son obligar a los menores a esos cursos y multar a los padres que no colaboren o hagan lo suficiente para que sus hijos los realicen. Como tantas veces, las medidas protagonistas son de corte coercitivo, tan queridas por los gobiernos conservadores (y lamentablemente por amplias capas de la población) como ineficaces planteadas de este modo.
Porque el problema no son las medidas coercitivas. No tengo nada en contra de ellas, pues en ocasiones son necesarias. El problema es apoyarlas en un análisis y en un diagnóstico tan equivocados.
El consumo abusivo de alcohol de un menor puede ser desde un accidente (los menores y adolescentes exploran) hasta la expresión o síntoma de un problema que raramente será sólo a nivel individual. Probablemente hundirá sus raices en un complejo entramado entre el menor y sus contextos significativos, especialmente el familiar, el escolar y el de sus iguales, y las complicadas (y no siempre facilmente identificables) relaciones entre ambos.
De ahí la mala noticia que tengo que darle a la Ministra. Para un problema tan complejo como éste no sirven de nada las soluciones simples como cursos y multas. Cada caso requerirá de un diagnóstico y unas medidas diferentes, y lo que puede servir en uno puede ser inútil y en muchas ocasiones, contraproducente en otro.
Pero a la vez, tengo una buena noticia. Ya tenemos unos sistemas que se pueden ocupar de ese diagnóstico y tratamiento del problema. De hecho lo llevan haciendo mucho tiempo. Se llaman Sistema Público de Servicios Sociales y Sistema Público de Sanidad. Como lleva poco tiempo en el cargo y seguro que los desconoce, le voy a dar un par de pinceladas sobre cómo podría abordarse el problema del alcohol y los menores en estos sistemas.
Cuando se detecta un menor que ha abusado del alcohol no ha hecho otra cosa que detectarse una posible situación de riesgo en ese menor. Hay un indicio de que tal vez su entorno no esté protegiendo de manera adecuada su desarrollo psico-físico. Ello es lo que hay que averiguar.
Determinar si ha sido un simple accidente, o la consecuencia de una negligencia parental, o la expresión del sufrimiento de ese menor en otro contexto es un diagnóstico ineludible y complejo. En función de eso habrá que determinar desde no hacer nada hasta proporcionar esos cursos de sensibilización (al menor, a sus padres, a ambos...) o arbitrar otras medidas de control o terapeúticas.
En ambos sistemas hay equipos técnicos capaces de diagnosticar cada caso concreto y de actuar coordinadamente para implementar las medidas necesarias para proteger a ese menor.
Propongo por tanto que, esa Ley en la que está pensando la Ministra plantee que cuando se detecte a un menor que ha abusado del alcohol, garantice que la información llegue al Centro de Servicios Sociales y al Centro de Salud de la zona que se trate.
Y que no se preocupe más, que el resto ya lo haremos nosotros. Bueno, sí... que se preocupe mejor de revertir los recortes que se han hecho en ambos sistemas y de dotarnos de los medios necesarios para hacer bien esa labor que tanto parece preocuparle.
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Wang me dice que esta Ministra se parece cada vez más a ese niño al que con motivo de Reyes le regalan un juguete muy delicado e inapropiado para su corta edad y capacidad. Lo más normal es que no pase mucho tiempo sin que lo rompa y lo dañe irremediablemente.¡Espero que se equivoque!