Revista Arte

Más entero

Por Lucasospina
Más entero
En la película El sol del membrillo hay una escena donde dos pintores viejos conversan enun patio; uno de ellos tiene su taller en obra y ha decidido pintar un árbol membrilleroque crece en la mitad de su modesto jardín. Durante la conversación recuerdan el lemaque repetía una y otra vez un profesor de la escuela de arte donde ambos estudiaron. “Másentero”, les decía, “Más entero”.Los pintores cuentan que esa frase, a pesar de la insistencia del profesor, les parecióincomprensible en su juventud: “Estábamos tan intimidados por nuestros profesores queno nos atrevíamos a preguntarles qué querían decir con sus palabras”, dice el artista queestá pintando el cuadro, y añade: “pero luego, con el tiempo…”; y así ambos dan cuenta deesa lenta revelación de lo que se entiende por “entero”. Pero en realidad es toda la películala que, una y otra vez, revela su comprensión en la meticulosidad con que muestra loshábitos del pintor que pinta —hasta donde es posible— la imagen completa del árbol quecrece y se le escapa, cuando muestra cómo en vez de pintar la luz empieza a dibujar a verqué puede capturar. El otro pintor renuncia a explicar verbalmente lo que comprende por“entero” y ante la ausencia de una frase concluyente hace un gesto con las manos como sisostuviera un globo invisible que demarca esa zona del arte que comienza donde terminanlas palabras. En la conversación hay largas pausas, silencios elocuentes en los que ambosartistas dan cuenta de algo evidente, fundamental para su oficio, y que solo aprendieroncon la experiencia habitual de componer una imagen en un cuadro bajo el mandato delenigmático “más entero” que les dejó de lección su profesor.A la luz de esta historia se podría decir que entre las imágenes de las obras de DanielSegura hay una que responde de manera incontestable a la lección de la película. El cuadro“más entero” sería el retrato en primer plano de un perro, de la serie Embozalados, que estáal reverso de esta invitación. La imagen mide 1.94 x 1.70 metros y fue hecha entre los años2007 y 2008. Esta obra que cumple con el “más entero” está en el catálogo de la exposiciónentre otras 64 piezas que muestran cómo una pieza singular y el resto de ellas son extremosde una sola producción, extremos que unidos pueden dar cuenta del núcleo de laacción de este artista que murió a los 28 años.La imagen del inmenso perro con bozal recoge la experiencia de muchas de las otrasimágenes que aquí se exponen. Por ejemplo, en los retratos y autorretratos en que usa elgrafito, el carboncillo o el lápiz, es evidente que más allá del tema —hacer un autorretrato,pintar un modelo— subsiste una voluntad expresiva que no se contenta con lograr ladescripción de un tema sino que en sí misma expresa una fuerza que cruza y entrecruzalíneas, rige y corrige trazos, borra y mancha, y por momentos llega incluso al límite deopacar lo que está pintando.Esta patria del gesto es un lugar abandonado de palabras y figuras, la mano parece traduciral papel lo que le dicta una pulsión gestual que no pasa por la boca. Habitar este lugares difícil, no ilustra un verbo ni un concepto ni una narración, el impulso gráfico no estáanclado al puerto de la metáfora, escapa a un destino conceptual, a una normalidad explicativaque la apacigüe. De ahí que la frase “más entero” sea el eco a un desarrollo dinámico,incesante, donde el artista no solo dibuja sino que es dibujado pues solo se concibe a símismo en la acción de hacer. Y terminar una obra es solo una pequeña tregua para unimpulso que cuando es verdadero resulta insaciable. Una finalidad sin fin.Es natural que en arte esta pulsión haya llevado a algo que llamamos “abstracción”, peroeste impulso no es novedoso porque, vistos de cerca, en las imágenes de otras épocas, losfragmentos en detalle revelan estos gestos que siempre han estado presentes. Tal vez ahorapodemos darnos el lujo de mirar de cerca, de tener esa mirada microscópica que entrañaun placer gestual, visual, y que goza de una música extraña que lleva a ese estado libre, intenso,sin objetivos precisos, donde es posible pasar del mundo como narración al mundocomo yuxtaposición, sin iconos y símbolos la música de un espacio de signos cambiantes,contingentes, ambiguos, incluso insignificantes.En la imagen concreta de este perro conviven de manera paralela varias fuerzas: en unasáreas el cuadro está completo y en otras aparenta estar inacabado; tiene tanto de descripción,por ejemplo, en la costura del bozal y su carácter raído, como de sugestión, el mismotratamiento del bozal sugiere una descomposición mayor, un microcosmos de hilos, unaruina orgánica. La imagen no se define entre ser un dibujo o una pintura, las manchasy los chorreones líquidos contrastan con la precisión de algunos bordes, a veces hayvolumen y a veces solo trazo; a esto se suma la ausencia de un fondo, solo hay blanco y unacuadrícula que da una noción de orden, de continuidad, de método, un contrapunto paraeste inmenso y ominoso manchón.En la exposición se pueden encontrar repasos escolares a la obra de Van Gogh o ejerciciosacadémicos sobre Rembrandt, también emulaciones al método de zonas y detalles de losretratos de Chuck Close, y bocetos y pinturas sin figuras, todo un vademécum de experienciasque sirven para inventariar un lenguaje y que le dieron a la mano de Daniel Segurafirmeza y confianza para lograr el estado físico que demandó hacer esta obra tan “entera”.Si la patria del gesto no basta, se le pueden sumar a esta obra singular de la serie Embozaladosotros relatos, por ejemplo, que su gesto certero e intenso está ligado a un ojo agudo,penetrante; a una mirada compleja, alimentada día a día. Daniel Segura hizo esta composicióninspirado en el siempre vigilante sistema de seguridad de la universidad privadadonde él estudio arte. En esta obra, que fue la pieza casi única que definió su proyecto degrado, trabajo durante un año y así la describió él mismo: “El “aparato” de vigilancia creadesasosiego, ciertas formas del miedo. Hay una tensión latente que pareciera siempre apunto de explotar. El bozal del perro es amenaza contenida. El perro es la cara más brutalde la vigilancia privada y pública. Al ser el perro un arma viva, nos remite a lo más descarnadode la seguridad.” Es claro, fidelidad a la vida antes que nada, a lo que Daniel Seguravio día a día en la universidad, pero una vez comenzó a trabajar en esta pieza fue la fidelidada la imagen lo que primó, y así creó una pieza poderosa que no para de inquietar, queresulta aun más monstruosa en su impavidez, en lo que oculta el bozal, en su expresivaforma pero remota austeridad, en la mirada frente a frente, entera, con el animal.Más entero

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